Trastorno de identidad disociativo (trastorno de personalidad múltiple)
El trastorno de identidad disociativo, anteriormente denominado trastorno de personalidad múltiple, se caracteriza por la fragmentación de la identidad de una persona en dos o más estados de personalidad distintos. Las personas con esta afección a menudo son víctimas de abusos graves.
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El trastorno de identidad disociativo (TID) es una condición poco frecuente en la que dos o más identidades distintas, o estados de personalidad, están presentes en un individuo y, alternativamente, toman el control de él. Algunas personas describen esto como una experiencia de posesión. La persona también experimenta una pérdida de memoria que es demasiado extensa para ser explicada por un olvido ordinario.
El TID se denominó trastorno de personalidad múltiple hasta 1994, cuando se cambió el nombre para reflejar una mejor comprensión de la condición, es decir, que se caracteriza por la fragmentación de la identidad, en lugar de por la proliferación o el desarrollo de personalidades separadas. Los síntomas del TID no pueden explicarse como los efectos psicológicos directos de una sustancia o de una afección médica general.
El TID refleja una falla en la integración de varios aspectos de la identidad, la memoria y la conciencia en un solo ser multidimensional. Por lo general, una identidad primaria lleva el nombre de pila del individuo y es pasiva, dependiente, se siente culpable y está deprimida. Cuando está en control, cada estado de personalidad, o alteración, puede experimentarse como si tuviera una historia, una autoimagen y una identidad distintas. Las características de los alters, incluido el nombre, la edad y el género informados, el vocabulario, el conocimiento general y el estado de ánimo predominante, contrastan con las de la identidad primaria. Ciertas circunstancias o factores estresantes pueden hacer que surja un cambio particular. Las diversas identidades pueden negar conocerse mutuamente, ser críticas entre sí o parecer estar en conflicto abierto.
De acuerdo con el DSM-5, se deben cumplir los siguientes criterios para que un individuo sea diagnosticado con trastorno de identidad disociativo:
- El individuo experimenta dos o más identidades o estados de personalidad distintos (cada uno con su propio patrón duradero de percibir, relacionarse y pensar sobre el medio ambiente y el yo). Algunas culturas describen esto como una experiencia de posesión.
- La alteración de la identidad implica un cambio en el sentido del yo, el sentido de agencia y cambios en el comportamiento, la conciencia, la memoria, la percepción, la cognición y la función motora.
- Se encuentran lagunas frecuentes en los recuerdos de la historia personal del individuo, incluidas personas, lugares y eventos, tanto para el pasado distante como para el reciente. Estas brechas recurrentes no son consistentes con el olvido ordinario.
- Los síntomas causan malestar o deterioro clínicamente significativo en áreas sociales, ocupacionales u otras áreas importantes de funcionamiento.
Identidades particulares pueden surgir en circunstancias específicas. Las transiciones de una identidad a otra a menudo son provocadas por el estrés emocional. En la forma de posesión del trastorno de identidad disociativo, las identidades alternativas son visiblemente obvias para las personas que rodean al individuo. En los casos sin formulario de posesión, la mayoría de las personas no muestran abiertamente su cambio de identidad durante largos períodos de tiempo.
Las personas con TID pueden describir la sensación de que de repente se han convertido en observadores despersonalizados de su propio discurso y acciones. Pueden informar que escuchan voces (la voz de un niño o la voz de un poder espiritual) y, en algunos casos, las voces acompañan múltiples corrientes de pensamiento sobre las que el individuo no tiene control. El individuo también puede experimentar impulsos repentinos o emociones fuertes sobre las que no siente control o sentido de propiedad. Las personas también pueden informar que sus cuerpos se sienten repentinamente diferentes (como el de un niño pequeño o alguien enorme y musculoso) o que experimentan un cambio repentino en las actitudes o preferencias personales antes de volver a cambiar.
A veces, las personas con TID experimentan una fuga disociativa en la que descubren, por ejemplo, que han viajado, pero no recuerdan la experiencia. Varían en su conciencia de su amnesia, y es común que las personas con TID minimicen sus síntomas amnésicos, incluso cuando los lapsos de memoria son obvios y angustiantes para los demás.
En muchas partes del mundo, los estados de posesión son una parte normal de la práctica cultural o espiritual. Las identidades similares a la posesión a menudo se manifiestan como comportamientos bajo el control de un espíritu u otro ser sobrenatural. Los estados de posesión se convierten en un trastorno solo cuando no son deseados, causan angustia o deterioro, y no se aceptan como parte de la práctica cultural o religiosa.
De acuerdo con el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, Quinta Edición, más del 70 por ciento de las personas con TID han intentado suicidarse al menos una vez, y el comportamiento autolesivo es común entre este grupo. El tratamiento es crucial para mejorar la calidad de vida y prevenir los intentos de suicidio de las personas con TID.
No se comprende completamente por qué algunas personas desarrollan un trastorno de identidad disociativo, pero con frecuencia informan haber experimentado abuso físico y sexual severo durante la infancia.
El trastorno puede manifestarse por primera vez a cualquier edad. Las personas con TID pueden tener síntomas postraumáticos (pesadillas, flashbacks o respuestas de sobresalto) o trastorno de estrés postraumático. Varios estudios sugieren que el TID es más común entre los parientes biológicos cercanos de personas que también tienen el trastorno que en la población general.
Si alguna vez se trató de un trastorno poco frecuente, el diagnóstico se ha vuelto más común y controvertido. Algunos expertos sostienen que debido a que los pacientes con TID son altamente sugestionables, sus síntomas son al menos parcialmente iatrogénicos, es decir, provocados por el sondeo de sus psicólogos. Sin embargo, los estudios de imágenes cerebrales han corroborado las transiciones de identidad.
Hay otros trastornos disociativos, todos los cuales se refieren a la desconexión de un individuo con la realidad. La persona que sufre amnesia disociativa, por ejemplo, tiene dificultades para recordar quién es, dónde vive y otra información personal importante. Y la persona que sufre un trastorno de despersonalización o desrealización se separa de sus acciones.
El tratamiento primario para el trastorno de identidad disociativo es la psicoterapia a largo plazo con el objetivo de deconstruir las diferentes personalidades e integrarlas en una sola. Otros tratamientos incluyen terapias cognitivas y creativas. Aunque no existen medicamentos que traten específicamente este trastorno, se pueden recetar antidepresivos, ansiolíticos o tranquilizantes para ayudar a controlar los síntomas psicológicos asociados con él. Con el tratamiento adecuado, muchas personas afectadas por el TID experimentan una mejora en su capacidad para funcionar en su vida laboral y personal.