Adicción al porno
El uso de pornografía es una manera popular de lidiar con el deseo sexual. Más del 90 por ciento de los hombres jóvenes reportan ver videos pornográficos con regularidad, particularmente en los Estados Unidos. Muchos de estos videos presentan actos que nunca llevarían a cabo, en otras palabras, fantasías eróticas.
Solamente en PornHub, la página pornográfica más grande del mundo, diariamente se reproducen muchos más de 90 mil millones de videos por más de 64 millones de visitantes, el 26 por ciento de estos visitantes son mujeres. Aunque ver videos eróticos es casi universal entre todos los hombres, algunos hombres y mujeres consideran que ver porno en internet es patológico y creen que invertir tiempo en eso podría ser una señal de "adicción al porno", aunque muchos psicólogos rechazan ese diagnóstico, y también rechazan enfoques de tratamiento basados en modelos de adicción.
A muchos individuos les preocupa que su consumo de porno o el de una pareja podría ser patológico, pero ni la adicción al porno ni la adicción al sexo son trastornos reconocidos por el Manual de Estadística y Diagnóstico de Trastornos Mentales de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría. Sin embargo, la clasificación internacional de enfermedades de la Organización Mundial de la Salud ahora incluye el Trastorno de Comportamiento Sexual Compulsivo, dentro del cual, el uso compulsivo de pornografía es la preocupación principal de pacientes diagnosticados, según reportan los médicos. Pero esa guía expresa que una angustia personal sobre actos sexuales como el uso de porno, basado en los juicios morales propios, no es suficiente para diagnosticar un trastorno. Entonces si alguien cree que la masturbación con porno es inmoral pero lo hace de todas formas, la mayoría de los médicos estarán de acuerdo en que eso no es una señal en sí de un trastorno de salud mental.
Según las encuestas, prácticamente todos los hombres admiten haber visto pornografía en algún momento de sus vidas, y casi todos ellos reconocen haberlo consumido en los últimos seis meses. Esos resultados indican que, sin importar lo que crean los críticos acerca de los peligros o desventajas del consumo del porno, esos riesgos podrían ser exagerados en el contexto de individuos o relaciones.
El acceso universal a y el consumo de pornografía entre adolescentes indica que no es para nada inusual que algún adolescente vea porno. Sin embargo, tanto padres como educadores y psicólogos han expresado preocupaciones acerca de que el porno sirva como educación sexual de facto para muchos jóvenes, debido a sus representaciones irreales de la actividad sexual.
Muchos investigadores dudan que la adicción al porno sea una condición clínica verdadera. En lugar de eso, algunas investigaciones muestran que aquellos que creen que tienen una adicción a la pornografía tal vez ni siquiera la usan más que los demás, sino que tienen creencias culturales y religiosas que los hacen sentir más culpables al respecto. Otras investigaciones muestran que percibirse a uno mismo como adicto al porno podría estar muy relacionado con depresión, ansiedad y enojo.
Los expertos están de acuerdo que, aunque el consumo de porno no es un trastorno clínico, el consumo de un individuo es problemático si cree que lo es. Las encuestas han encontrado que alrededor del cuatro por ciento de los hombres y uno por ciento de las mujeres creen que podrían ser adictos al porno. Algunos investigadores creen que los terapeutas deberían discutir las creencias religiosas y culturales de sus clientes y considerar las propias antes de hacer algún diagnóstico basado en el uso del porno.
Monitorear el cerebro de los individuos que creen que tienen adicción al porno no muestra actividad incrementada en las regiones del cerebro que usualmente se activan con la adicción cuando esas personas personas ven imágenes sexualmente explícitas. En lugar de eso, algunos neurocientíficos creen que lo que podría percibirse como una adicción al porno podría ser una manifestación de depresión o de trastorno obsesivo compulsivo.
No hay duda de que el consumo de porno puede crear angustia en los individuos o las parejas. Las investigaciones han encontrado que el porno es una fuente común de conflicto en las relaciones, particularmente cuando una persona le ha estado ocultando el uso a la otra sabiendo que no lo aprueba o lo considera una infidelidad. Una terapia conjunta podría ayudarle a las parejas a entender los intereses sexuales de cada quién y negociar qué es aceptable y qué no en su relación. Pero muchos psicólogos creen que muchas peleas sobre el porno son impulsadas por problemas subyacentes sexuales o de la relación más críticos, que deben atenderse.
Las investigaciones han encontrado una relación entre el uso de porno y la probabilidad de futuros rompimientos, pero el efecto no necesariamente está basado en el consumode porno en sí, sino en si una de las personas desaprueba de ello. Los psicólogos ruegan a las parejas que discutan asuntos potencialmente divisivos como el uso de porno antes de casarse para evitar disputas potencialmente devastadoras en el futuro.
Muchos terapeutas están de acuerdo con que las disputas de las parejas alrededor del porno en realidad son ocasionadas por problemas más profundos. Tal vez la persona asume que la otra sabe que desaprueba el uso del porno pero nunca lo discutieron abiertamente. O alguien podría creer que el uso del porno es una señal de que su pareja se alejó de la relación, pero esa preocupación suele estar basada en una acumulación de señales.
La creencia de que el uso de porno lleva a la disfunción eréctil no suele ser cierta. Los estudios han encontrado que los hombres que reportaron tanto un uso frecuente del porno como disfunción eréctil también eran los sujetos con mayores probabilidades de tener las percepciones más conservadoras sobre el sexo y la religión; en otras palabras, la angustia que sentían por su consumo de porno probablemente influyó su experiencia con la disfunción eréctil.