¿Qué es la adicción?
Una persona con una adicción utiliza una sustancia o se engancha a un comportamiento cuyos efectos gratificantes proporcionan un incentivo incontrolable para repetir la actividad a pesar de las consecuencias perjudiciales. La adicción puede implicar el uso de sustancias como alcohol, inhalantes, opiáceos, cocaína y nicotina, o conductas tales como las apuestas.
Hay pruebas de que los comportamientos adictivos comparten características neurobiológicas clave: involucran intensamente vías cerebrales de recompensa y refuerzo lo que incluye el neurotransmisor dopamina. Y, en consonancia con otros estados altamente motivados, conducen a la reducción de las sinapsis en el córtex prefrontal, hogar de las funciones más elevadas del cerebro, de modo que la atención está muy centrada en las señales relacionadas con la sustancia o actividad meta. Es importante saber que estos cambios cerebrales son reversibles después de que se interrumpe el consumo de la sustancia o la práctica de un comportamiento.
Los trastornos de uso de sustancias y los comportamientos ligados al juego o a las apuestas tienen una mayor probabilidad de estar acompañados de afecciones de salud mental como la depresión y la ansiedad, u otros problemas preexistentes. Los trastornos de juego/apuestas y uso de sustancias no solo involucran los mismos mecanismos cerebrales, también responden a muchos de los mismos métodos de tratamiento.
Los trastornos de juego y uso de sustancias son condiciones complejas que afectan a los sistemas de recompensa, refuerzo, motivación y memoria del cerebro. Se caracterizan por problemas de control sobre su uso; dificultades sociales, lo que implica la interrupción de las actividades diarias y las relaciones; y la ansiedad. El uso continuo suele ser nocivo para las relaciones, así como para las obligaciones en el trabajo o la escuela.
Otro rasgo distintivo de las adicciones es que las personas siguen llevando a cabo la actividad a pesar de el daño físico o psicológico en el que incurren, incluso si el daño se ve agravado por el uso repetido. Normalmente, la tolerancia a una sustancia aumenta a medida que el cuerpo se adapta a su presencia.
Dado que la adicción afecta las funciones de ejecución del cerebro, centradas en el córtex prefrontal, las personas que desarrollan una adicción pueden no estar conscientes de que su comportamiento está causando problemas a sí mismos y a los demás. A lo largo del tiempo, la búsqueda de los efectos gratificantes de la sustancia o el comportamiento pueden llegar a dominar las actividades de una persona.
Todas las adicciones tienen la capacidad de inducir una sensación de desesperanza y sentimientos de fracaso, así como de vergüenza y culpabilidad, pero las investigaciones documentan que la recuperación es la norma más que la excepción. Hay muchas rutas para la recuperación. Las personas pueden lograr un mejor desempeño físico, psicológico y social por su cuenta; a esto se lo denominada recuperación natural. Otros se benefician de la ayuda de la comunidad o de las redes basadas en personas cercanas y la comunidad. Y otras incluso optan por la recuperación clínica obtenida a través de servicios de profesionales licenciados.
El camino hacia la recuperación es rara vez directo: la recaída o la recurrencia del uso de la sustancia es común, pero definitivamente no es el final del camino. Para aquellos que alcanzan la remisión de un trastorno de adicción durante cinco años, según informan los investigadores, la probabilidad de una recaída no es mayor que la que existe entre la población en general. Los neurocientíficos informan que la densidad sináptica poco a poco se restablece.
Los procesos que dan lugar a un comportamiento adictivo resisten a las explicaciones simplistas. No hay solo una causa: aunque existen factores genéticos o biológicos que pueden contribuir a la vulnerabilidad de una persona a la condición, muchos factores sociales, psicológicos y ambientales también ejercen una poderosa influencia sobre el uso de una sustancia.
Algunas características, como la falta de capacidad para tolerar la angustia u otros sentimientos fuertes, se han asociado con la adicción, pero no existe un tipo de "personalidad adicta" que claramente predice si una persona se enfrentará a problemas con la adicción.
El uso de una sustancia o la práctica de una actividad de manera recurrente que conduce a una alteración o una angustia, es el centro de los trastornos de adicción. El diagnóstico clínico de una adicción se basa en la presencia de al menos dos de una serie de características:
- La sustancia o actividad es utilizada en cantidades mayores o por un período de tiempo más largo de lo que se había previsto.
- Existe un deseo de parar el uso o intentos infructuosos de hacerlo.
- La búsqueda de la sustancia o de la actividad, o la recuperación de su uso, consume una cantidad considerable de tiempo.
- Hay un afán o un fuerte deseo de utilizar la sustancia o realizar la actividad.
- El uso de la sustancia o actividad afecta las obligaciones en el trabajo, la escuela o el hogar.
- El uso de la sustancia o actividad continúa a pesar de los problemas sociales o interpersonales que causa.
- La participación en importantes actividades sociales, laborales o recreativas disminuye o se interrumpe.
- El uso se produce en situaciones en las que es físicamente riesgoso.
- El uso continúa a pesar de saber que está causando o agravando problemas físicos o psicológicos.
- Se produce tolerancia, indicada por la necesidad de consumir cantidades notablemente mayores de la sustancia para lograr el efecto deseado o por un efecto notablemente menor de la misma cantidad de sustancia.
- Se produce abstinencia, la cual se manifiesta en la presencia de síntomas de abstinencia fisiológica o la ingesta de una sustancia afín para bloquearla.
La gravedad de la condición se mide por el número de síntomas presentes. La presencia de dos a tres síntomas generalmente indican una leve condición; cuatro a cinco síntomas indican un trastorno moderado. Cuando seis o más síntomas están presentes, la condición se considera grave.
Las investigaciones han dejado claro lo siguiente: no hay forma de predecir quién va a desarrollar un comportamiento compulsivo de juego/apuestas o de uso de sustancias.
La adicción es una condición multifacética, derivada de la confluencia de muchos elementos, incluida, por supuesto, la exposición a un agente adictivo. Es más exacto pensar en factores de riesgo para el desarrollo de los trastornos de abuso de sustancias, en lugar de en causas directas. (También hay factores que protegen a las personas contra la adicción).
Factores biológicos
- Genes. Las estimaciones varían, pero los científicos consideran que los factores genéticos contribuyen aproximadamente la mitad del riesgo de desarrollar un trastorno de abuso de sustancias. Por ejemplo, un factor vinculado a la vulnerabilidad es la variación en un gen que determina la composición de los receptores cerebrales del neurotransmisor dopamina. Otro factor parece ser la naturaleza de la respuesta hormonal del cuerpo al estrés.
- Factores fisiológicos. Se sabe que las variaciones en las enzimas hepáticas que metabolizan las sustancias influyen en el riesgo de una persona de padecer un trastono de uso indebido de alcohol.
- Género. Los hombres son más propensos a desarrollar el uso indebido de sustancias que las mujeres, aunque la llamada brecha de género está reduciendo las diferencias en el uso excesivo de alcohol y las mujeres son más propensas a sufrir efectos de intoxicación con dosis más bajas de alcohol.
Factores psicológicos
- Factores de personalidad. Tanto la impulsividad como continuidad de la sensación se han vinculado a los trastornos de uso de sustancias y del juego. La impulsividad puede estar especialmente relacionada con el riesgo de recaída.
- Trauma y abuso. La exposición temprana a importantes experiencias negativas puede contribuir al desarrollo de trastornos de uso indebido de sustancias al abrumar la capacidad de sobrellevar situaciones, quizás mediante la sensibilización de las vías del cerebro de alarma o angustia, o mediante el incremento de la carga de estrés.
- Factores de salud mental. Las condiciones tales como depresión, ansiedad, trastornos de déficit de atención y estrés postraumático (TEPT) aumentan el riesgo de caer en adicción. Las dificultades en el manejo de las emociones fuertes también están asociadas al abuso de sustancias.
Factores ambientales
- Factores familiares. Si bien se ha observado que las relaciones familiares sólidas protegen contra los trastornos de abuso de sustancias, varios aspectos del funcionamiento o las circunstancias familiares pueden contribuir al riesgo de adicción. Tener un padre o hermano con un trastorno de adicción aumenta el riesgo, al igual que la falta de supervisión o apoyo de los padres. Las relaciones de mala calidad o difíciles entre padres e hijos y las alteraciones familiares, tales como el divorcio, también aumentan el riesgo, al igual que el abuso sexual, físico, o emocional. La investigación muestra que el matrimonio y asumir las responsabilidades de crianza mitiga el riesgo de adicción.
- Factores de accesibilidad. La fácil disponibilidad de alcohol o de otras sustancias en el hogar, en la escuela o en el trabajo, o en la comunidad aumenta el riesgo de su uso repetido.
- Grupo de pares. Como animales profundamente sociales, las personas son fuertemente influenciadas por sus pares y, al tratar generalmente de ser apreciadas por ellos, pueden adoptar muchos de sus comportamientos, en especial, durante la adolescencia. Las relaciones sociales positivas, por otro lado, protegen fuertemente contra el uso de sustancias.
- Situación de empleo. Tener un trabajo, y el desarrollo de las aptitudes para el empleo, ejerce presión para alcanzar la estabilidad financiera y psicológica que mitiga el riesgo de adicción.
El consumo excesivo de sustancias es una condición tratable y una remisión completa es totalmente posible. La recuperación, sin embargo, a menudo es un proceso a largo plazo que puede requerir varios intentos. Las recaídas ahora son consideradas como parte del proceso, y los regímenes de tratamiento eficaz abordan la prevención y el manejo del uso recurrente.
Dado que el éxito no suele ocurrir todo a la vez, las mejoras son consideradas como importantes indicios de progreso. Cada vez existen más programas disponibles para ayudar a quienes reconocen que tienen un problema de uso de sustancias, pero no están listos para la abstinencia completa.
Dado que la adicción afecta tantos aspectos del funcionamiento de una persona —desde la capacidad de tolerar la frustración hasta el establecimiento y el mantenimiento de una función productiva en la sociedad— un buen tratamiento se centra en muchos aspectos de la vida, incluidos los roles familiares y las aptitudes laborales, así como la salud mental.
El tratamiento puede incluir cualquiera de una serie de componentes, que a menudo se despliegan en combinación y es probable que cambien en el transcurso de la recuperación:
- La desintoxicación, llevada a cabo bajo supervisión médica, puede ser necesaria, pero es solo la primera etapa del tratamiento.
- Los medicamentos que reducen o contrarrestan el uso de sustancias ilícitas son adecuados para algunas personas, o pueden usarse medicamentos para tratar trastornos coexistentes, como la ansiedad y la depresión.
- Las entrevistas de motivación, que son un proceso de asesoramiento a corto plazo para ayudar a una persona a resolver la ambivalencia sobre el tratamiento y a encontrar y mantener los incentivos para el cambio.
- La Terapia cognitiva del comportamiento (TCC) puede ayudar a una persona a reconocer y hacer frente a situaciones que desencadenan el deseo de usar sustancias.
- La terapia de grupo y otros programas de apoyo entre pares aprovechan la experiencia directa de muchos para apoyar la recuperación individual y prevenir la recurrencia del consumo de sustancias.
- La terapia familiar ayuda a las personas a reparar cualquier daño causado a las relaciones familiares y a establecer otras más de apoyo.
- El entrenamiento de habilidades para la vida, incluidas las habilidades de empleabilidad, puede ser parte del plan de tratamiento de una persona.
- Los buenos programas de tratamiento también cuentan con el monitoreo regular del progreso individual.
Hay tratamientos disponibles en una gran variedad de entornos, desde un consultorio médico o una clínica ambulatoria hasta un centro residencial a largo plazo. No hay una manera específica que sea correcta para todos, y hay evidencia de que el compromiso de uno mismo con el cambio es más importante que el tipo de programa de tratamiento que él o ella selecciona. Sea cual sea el tratamiento en cuestión, dicen los investigadores independientes, hay una serie de características que se deben buscar para identificar un programa eficaz:
- Los pacientes se someten a exámenes médicos y psiquiátricos exhaustivos.
- El tratamiento aborda las necesidades individuales, incluidas las afecciones coexistentes, ya sea dolor crónico, ansiedad o hepatitis.
- Las familias participan en el tratamiento.
- Existe continuidad de la atención a través de vínculos activos con los recursos en fases posteriores de recuperación.
- El centro de tratamiento mantiene un entorno respetuoso.
- Los servicios de tratamiento se basan en la evidencia y reflejan las mejores prácticas.
- Los miembros del personal tienen licencia y certificación en las disciplinas que practican.
- El programa está acreditado por un organismo de control reconocido a nivel nacional.
- La respuesta del paciente al tratamiento está supervisada y el centro o el programa ofrece datos de resultados que reflejan el grado de efectividad del tratamiento.
El mundo médico actualmente identifica los trastornos por el uso de sustancias según la clase de droga que se utiliza. Como resultado, define 10 trastornos distintos. Todos comparten las características definitorias de la adicción: implican directa e intensamente sistemas de recompensa y refuerzo del cerebro, estimulando el uso compulsivo que normalmente conduce al descuido de las actividades normales y las consecuencias negativas. Con alguna variación, también comparten síntomas comunes, aunque los síntomas de abstinencia difieren significativamente entre ellos y no ocurren para algunas clases de drogas, como alucinógenos e inhalantes.
- Trastorno por consumo de alcohol: el alcohol es un depresor cerebral y el trastorno por consumo de alcohol es común, aunque más entre los hombres adultos (12,4 por ciento) que en las mujeres (4,9 por ciento), aunque las tasas están aumentando entre las mujeres. Afecta a hombres y mujeres de manera diferente; las mujeres parecen ser más susceptibles a algunos de los efectos perjudiciales del alcohol, según los investigadores. Más comúnmente, el trastorno se desarrolla mucho antes de los 40 años.
- Intoxicación por cafeína: Es la consecuencia del consumo de dosis muy altas de cafeína. La intoxicación por cafeína está marcada por síntomas como inquietud, nerviosismo, insomnio, cara enrojecida, alteración gastrointestinal, temblores musculares, pensamientos y habla incoherentes, alteraciones del ritmo cardíaco, períodos de inagobilidad y agitación psicomotora.
- Trastorno por uso de cannabis: el trastorno por consumo de cannabis es más alto entre las personas de 18 a 29 años (4,8 por ciento) y la prevalencia del trastorno disminuye con la edad.
- Trastorno por el uso de fencyclidina y otros alucinógenos: estas sustancias alteran la percepción. Se llama comúnmente "polvo de ángel" o PCP a la fenciclidina y produce sentimientos de separación de la mente del cuerpo.
- Trastorno por el uso de inhalantes: las sustancias inhalantes son hidrocarburos volátiles, gases tóxicos que se liberan de pegamentos, combustibles, pinturas y otros compuestos volátiles y tienen efectos psicoactivos. El trastorno ocurre principalmente entre las edades de 12 a 17.
- Trastorno por el uso de opioides: los medicamentos opioides incluyen la droga ilícita heroína y los analgésicos recetados para aliviar el dolor, como oxicodona, codeína, morfina y fentanilo, entre otros. Según la Sociedad Americana de Medicina de las Adicciones, en 2015, 2 millones de personas tenían un trastorno por consumo de sustancias relacionado con analgésicos recetados y 591.000 tenían un trastorno por consumo de sustancias relacionado con la heroína. Las sobredosis relacionadas con opioides son ahora la principal causa de muerte en estadounidenses menores de 50 años de edad. Los opioides recetados son la "fuente inicial abrumadora" de adicción, según la ASAM.
- Trastorno por el uso sedantes, hipnóticos o ansiolíticos: la adicción a los somníferos y los medicamentos contra la ansiedad entra en esta categoría. Al igual que el alcohol, estos agentes son depresores cerebrales. Las tasas del trastorno son más altas entre las personas de 18 a 29 años.
- Trastorno por uso de estimulantes: las sustancias en este grupo incluyen anfetaminas; metilfenidato, mejor conocido como el medicamento recetado Ritalin; y la cocaína. Las drogas estimulantes se prescriben comúnmente para el tratamiento del trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y de la narcolepsia. En los Estados Unidos, el consumo de cocaína es más alto entre las personas de 18 a 25 años.
- Trastorno por consumo de tabaco: la nicotina en el tabaco actúa como un estimulante del sistema nervioso central. Los estudios muestran que el 68 por ciento de los fumadores adultos quieren dejar de fumar, y el 50 por ciento ha intentado dejar de fumar.
- Trastorno por uso de otras sustancias (o sustancias desconocidas): las sustancias que van desde antihistamínicos, nuez de betel y cortisol a esteroides también pueden tener efectos en el sistema nervioso central que conducen a uso compulsivo que causa problemas graves.
La adicción no se limita a sustancias bioquímicas, como la cocaína, el alcohol, los inhalantes o la nicotina. Puede implicar comportamientos que proporcionan oportunidades de recompensa inmediata. Debido a la rápida retroalimentación que se produce de tales actividades, pueden convertir rápidamente un pasatiempo en una búsqueda compulsiva de recompensa que puede conducir a la pérdida de interés por otros objetivos de la vida y crear consecuencias dañinas, desde la pérdida de grandes sumas de dinero hasta la interrupción de relaciones importantes.
Los comportamientos indicativos del trastorno del juego incluyen:
- La necesidad de apostar con cantidades crecientes de dinero para lograr la emoción deseada.
- Inquietud o irritabilidad al intentar reducir o dejar el juego.
- Repetidos esfuerzos fallidos para reducir o detener el juego.
- Preocupación por el juego.
- Sentimientos de angustia emocional que conducen al juego.
- Pérdidas de juego seguidas de intentos de compensarlas.
- Mentir para ocultar el grado de apuesta en el juego.
- Juego que pone en peligro relaciones importantes o trabajo, escuela u otras obligaciones.
- Desesperación financiera que lleva a pedir dinero prestado a otros.
En junio de 2018, la Organización Mundial de la Salud incluyó el Trastorno del Juego, que involucra juegos digitales o videojuegos hasta tal punto que tiene prioridad sobre otros intereses y actividades diarias a pesar de las consecuencias negativas, en su nueva edición de la Clasificación Internacional de Enfermedades. Esta inclusión refleja un consenso de expertos de diferentes disciplinas y regiones geográficas de todo el mundo. Señalan que solo una pequeña proporción de aquellos que participan en actividades de juegos digitales o de video, en particular aquellos que no pueden controlar la actividad y pasan cantidades excesivas de tiempo en ella, están en riesgo de recibir este diagnóstico.
En los Estados Unidos, los patrones de comportamiento excesivos (que implican el uso de teléfonos inteligentes, los juegos de azar por Internet, los juegos de azar, la pornografía, incluso comer y las compras) se están estudiando como posibles adicciones conductuales. Si bien tales actividades pueden proporcionar la oportunidad de una amplia recompensa inmediata, todavía no se ha determinado que cumplen con todos los criterios de conducta adictiva.