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Verificado por Psychology Today

Carrera

Cómo forzarte a hacer algo cuando simplemente no tienes ganas

Tres estrategias para ayudarte a dejar de retrasar las cosas.

Tienes un proyecto que dejas de lado constantemente, ese que tiene una fecha de entrega cada vez más cercana. Y está ese cliente cuya llamada ya debes de devolver, el que no hace nada más que quejarse y consumir tu valioso tiempo. Espera, ¿no ibas a intentar ir al gimnasio más seguido este año?

¿Te imaginas cómo se reduciría tu culpa, estrés y frustración si pudieras de alguna manera forzarte a hacer esas cosas que no quieres hacer cuando deberías hacerlas? Sin mencionar que serías mucho más feliz y efectivo.

La buena noticia, y es una muy buena noticia, es que puedes mejorar en eso de hacer las cosas cuando debes si usas la estrategia correcta. Decidir cuál estrategia debes usar depende de por qué estás procrastinando en primer lugar:

Razón#1: Estás retrasando algo porque tienes miedo de arruinarlo.

Solución: adopta un “enfoque de prevención”.

Hay dos maneras de ver cualquier tarea: puedes hacer algo porque te parece una manera de terminar mejor de como estás ahora, como un logro o un éxito. Piensas algo como: si completo este proyecto exitosamente, impresionaré a mi jefe, o, si hago ejercicio regularmente me voy a ver increíble. Los psicólogos llaman a esto enfoque de promoción, y las investigaciones han demostrado que cuando tienes ese enfoque, te motiva el pensamiento de lograr ganancias y trabajas mejor cuando te sientes anhelante y optimista. Suena bien, ¿no? Bueno, si te da miedo arruinar la tarea en cuestión, este no es un buen enfoque para ti. La ansiedad y la duda socavan la motivación de promoción y te dejan con menos probabilidades de actuar.

Lo que necesitas es una manera de ver lo que necesitas hacer que no sea socavada por las dudas, idealmente una que prospere con ello. Cuando tienes un enfoque de prevención, en lugar de pensar cómo podrías terminar mejor, percibes las tareas como una manera de aferrarte a lo que ya tienes, para evitar una pérdida. Para quienes se enfocan en prevención, completar un proyecto exitosamente es una manera de evitar que tu jefe se enoje o piense mal de ti. Ejercitarte regularmente no es una manera de “dejarte ir”. Décadas de investigación, que describo en mi libro Enfoque, muestran que la motivación de prevención es mejorada por la ansiedad de que algo podría salir mal. Cuando te enfocas en evitar una pérdida, se vuelve claro que la única manera de salir del peligro es tomar acción inmediata. Mientras más te preocupas, más rápido sales del problema.

Sé que esto no suena como muy divertido, particularmente si usualmente eres del tipo que se enfoca en la promoción, pero probablemente no hay una mejor manera de superar tu ansiedad por arruinar las cosas que pensar seriamente en las crudas consecuencias de no hacer nada en absoluto. Adelante, asústate mucho. Se siente terrible, pero funciona.

Razón #2: Retrasas hacer algo porque “no tienes ganas” de hacerlo.

Solución: Haz como Spock e ignora tus sentimientos. Te están estorbando.

En su excelente libro, El antídoto: la felicidad para las personas que no soportan el pensamiento positivo, Oliver Burkeman señala que la mayor parte del tiempo, cuando decimos cosas como: “simplemente no puedo levantarme temprano por las mañanas”, o, “simplemente no puedo ponerme a hacer ejercicio”, lo que en verdad queremos decir es que no podemos hacernos sentir ganas de hacer estas cosas. Después de todo, nadie está atándote a tu cama todas las mañanas. No hay cadeneros aterradores bloqueando la entrada al gimnasio. Físicamente, nada te está deteniendo: solo no tienes ganas. Pero como pregunta Burkeman: “¿quién dice que tienes que esperar hasta ‘sentir ganas’ de hacer algo para empezar a hacerlo?”

Piénsalo por un minuto, porque es realmente importante. En algún punto del camino, todos hemos comprado la idea, aunque no conscientemente, de que para estar motivados y ser efectivos, tenemos que tener ganas de actuar. Necesitamos estar ansiosos por hacerlo. Realmente no sé por qué creemos esto porque es 100 por ciento una tontería. Sí, en cierto nivel necesitas estar comprometido con lo que estás haciendo, necesitas querer ver completo el proyecto, o ser más saludable, o empezar tu día más temprano. Pero no necesitas tener ganas de hacerlo en todo momento.

De hecho, como señala Burkeman, muchos de los artistas, escritores, e innovadores más prolíficos se han vuelto así, en parte, porque confían en rutinas de trabajo que los fuerzan a invertir cierta cantidad de horas al día a su proyecto, sin importar qué tan poco inspirados (o en muchas instancias, cuánta resaca) podrían haber sentido. Burkeman nos recuerda la observación del reconocido artista Chuck Close: “La inspiración es para principiantes. El resto de nosotros llega y se pone a trabajar”.

Así que, si estás ahí sentado, retrasando algo porque no quieres hacerlo, recuerda que no tienes que tener ganas realmente. Recuerda también que nadie te está deteniendo.

Razón #3: Estás retrasando algo porque es difícil, aburrido o desagradable de alguna manera.

Solución: Usa planeación de si-entonces.

Con demasiada frecuencia intentamos resolver este problema particular con pura voluntad: la próxima vez, me forzaré a empezar a trabajar más temprano en esto. Por supuesto, si de verdad tuviéramos la fuerza de voluntad para hacer eso, no lo habríamos retrasado en primer lugar. Los estudios muestran que las personas rutinariamente sobreestiman su capacidad de autocontrolarse y confían en ella con demasiada frecuencia para evitar meterse en problemas.

Hazte un favor y abraza el hecho de que tu fuerza de voluntad es limitada y que podría no estar siempre a la altura de forzarte a hacer las cosas que te parecen difíciles, tediosas o terribles de alguna manera. En su lugar usa la planeación de si-entonces para completar el trabajo.

Hacer un plan de si-entonces es más que solo decidir qué pasos específicos necesitas dar para completar un proyecto, también se trata de decidir dónde y cuándo darás esos pasos.

Si son las 2 de la tarde, entonces dejaré lo que estoy haciendo y empezaré a trabajar en el reporte que me pidió Bob.

Si mi jefe no menciona mi solicitud de un aumento en nuestra reunión, entonces lo mencionaré antes de que acabe la reunión.

Al decidir con antelación exactamente lo que vas a hacer, y cuándo y dónde lo vas a hacer, no hay por qué deliberar cuando llegue el momento. No hay ninguna pregunta parecida a ¿en verdad tengo que hacer esto ahora? O ¿puede esperar a más tarde? O tal vez debería hacer algo diferente en su lugar. Es cuando deliberamos que se vuelve necesaria la fuerza de voluntad para tomar la decisión difícil. Pero los planes si-entonces reducen dramáticamente las exigencias a la fuerza de voluntad, al garantizar que tomaste la decisión correcta con antelación al momento crítico. De hecho la planeación si-entonces ha demostrado ser efectiva en más de 200 estudios que lograron incrementar los índices de logro de metas y productividad en un 200 a 300 por ciento en promedio.

Me doy cuenta de que las tres estrategias que ofrezco: pensar en las consecuencias del fracaso, ignorar tus sentimientos y llevar a cabo una planeación detallada, no suenan tan divertidas como los consejos del tipo “¡sigue tu pasión!” o “¡mantente positivo!” Pero tienen la considerable ventaja de ser realmente efectivos, así como lo serás tú si los usas.

Imagen de Facebook: fizkes/Shutterstock

A version of this article originally appeared in English.

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Acerca de
Heidi Grant Halvorson Ph.D.

Dra. Heidi Grant Halvorson, Directora Asociada del Motivation Science Center y la Escuela de Negocios en Columbia.

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