El vaso está medio vacío y las nubes de tormenta se asoman, nunca con un lado positivo. Los pesimistas reciben muchos flagelos por su inclinación hacia la negatividad y su tendencia a esperar lo peor en la mayoría de las situaciones.
Además de afectar tu salud mental, tu salud física puede llevarse una paliza también. El pesimismo, si bien puede ser útil de forma aislada o con moderación, se asocia con ansiedad, depresión, trastornos del sueño, hostilidad, presión arterial alta y enfermedades del corazón.
Tener expectativas realistas, en lugar de tomar posiciones extremadamente positivas o negativas, en realidad puede ser la receta para una buena salud y felicidad. Tal vez no es sorprendente que los bajos niveles de pesimismo, en lugar de altos niveles de optimismo, se hayan asociado con una mejor salud.
En otras palabras, el pesimismo puede ser un factor de riesgo para enfermedades cardíacas y otras condiciones de salud física y mental, pero el optimismo no necesariamente evitará que te enfermes. En lugar de luchar constantemente por tener una gran sonrisa y una buena disposición, o ceder a una perspectiva negativa general, el objetivo debería ser tener un optimismo moderado con una dosis diaria de pesimismo.
Etiqueta los pensamientos negativos cuando surjan y luego déjalos a un lado. No les prestes ninguna atención; solo los hace más poderosos. Aléjate y concéntrate en algo diferente (ya sea positivo o neutral). En lugar de apresurarte a la siguiente tarea, reduce la velocidad. Reconoce las emociones difíciles que puedas estar sintiendo y deja espacio para la alegría.
En lugar de evitar a una persona pesimista, acércate a ella. Trata de identificar las posibles fuentes de su negatividad. Tal vez están pasando por un momento difícil, como la pérdida de un trabajo o una mala ruptura, y les vendría bien que alguien los escuche. Comprender la causa de la perspectiva pesimista de una persona puede conducir a ideas creativas para aumentar su felicidad.
Generalmente, el pesimismo no es una elección consciente. Algunas personas están genéticamente predispuestas a ser más negativas que otras. Sin embargo, el pesimismo se desarrolla con mayor frecuencia como resultado de circunstancias externas, como una mala ruptura, perder un trabajo, una lesión, enfermedad u otro trauma. Los pesimistas también pueden alejar a sus seres queridos justo cuando más los necesitan.
Al igual que otros sentimientos negativos, el pesimismo puede contagiarse de una persona a otra cuando pasan suficiente tiempo juntas. Puede ser especialmente difícil para la familia o las parejas románticas evitar contagiarse de una perspectiva cínica. Algunos factores que pueden hacer que una persona sea más susceptible al pesimismo incluyen su genética, historia personal y niveles de estrés, entre otros factores.
Los pesimistas a veces son mejores líderes, particularmente cuando hay necesidad de iniciar un cambio social. Su escepticismo puede hacerlos más resistentes a la propaganda y la publicidad falsa. El grado de pesimismo que siente un individuo o un grupo, a menudo puede vincularse a las condiciones políticas y económicas de su vida personal y de su sociedad. Además, el pesimismo defensivo ha demostrado ser una estrategia cognitiva útil para algunas personas; bajan sus expectativas y luego las superan al prepararse a fondo para una amplia gama de resultados negativos de antemano.
En dosis más pequeñas, el pesimismo puede ser adaptativo, porque alerta a las personas sobre las amenazas. Por ejemplo, el pesimismo y la desconfianza de los demás pueden ser un foco rojo de agotamiento en el trabajo. Ser consciente de estas áreas problemáticas en la vida hace posible cambiar los comportamientos dañinos y adoptar una actitud más saludable y menos cínica.
Las personas con un estado de ánimo deprimido pueden demostrar un juicio más preciso sobre un evento (real o imaginario) y una percepción más realista de sus propias habilidades y limitaciones. Este fenómeno se conoce como realismo depresivo. Esto se observa tanto entre las personas en un estado de depresión como entre los pesimistas con este "rasgo" a largo plazo.
La respuesta depende del individuo y su personalidad. Mientras que muchas personas se benefician de una perspectiva positiva, ciertas personas se desempeñan mejor cuando se entregan a su pesimismo natural. Por ejemplo, imaginar un resultado negativo justo antes de una prueba o rendimiento puede motivarlos a hacer su mejor trabajo. Abrazar la ansiedad y pasar tiempo imaginando el peor de los escenarios puede dar ese impulso extra para tener éxito.