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Verificado por Psychology Today

David J. Ley Ph.D.
David J. Ley Ph.D.
Sexo

¿Por qué un hombre querría ver a su esposa con otro?

¿Por qué a algunos esposos les excita la infidelidad de sus esposas?

El escritor Chris Ryan fue invitado a la columna de consejos sexuales Amor Salvaje. Su participación es una gran lectura, como lo es su libro, Sexo al amanecer. La primer carta que contestó venía de una mujer cuyo esposo quería verla tener sexo con otro hombre, una solicitud que ella decidió satisfacer. Pero al describir cuánto disfrutó su esposo presenciando el evento y teniendo sexo "posterior" con ella, con el semen del otro hombre dentro, la esposa se preocupó de que su esposo fuera homosexual. Las respuestas de Ryan en la columna normalizaron esos deseos y comportamientos, sugiriendo que el esposo era heterosexual y estaba impulsado por el ímpetu biológico de competencia de esperma y el voyeurismo. Me gustaron las respuestas de Ryan, especialmente la perspectiva no patológica, pero también creo que es un comportamiento muy complejo, con muchas más razones detrás.

Así que pensé que aprovecharía esta publicación para explorar esa situación. A pesar de que la práctica de compartir esposa se enfoca en la sexualidad de la esposa, en mi experiencia, eso casi siempre sucede por solicitud del esposo. Sencillamente, las esposas no tienden a pedirle permiso a sus esposos para tener sexo con otros hombres. Mientras investigaba para mi libro, escuché muchas razones distintas para este deseo. Algunas eran lindas, otras no tanto, pero una discusión de este fenómeno merece consideración de todas las razones y motivaciones. Así que, aquí está mi lista de motivaciones, con base en mi investigación, por las que los hombres estarían interesados en ver a sus esposas con otros hombres:

  • Voyeurismo. Muchos han sugerido que vivimos en una cultura "pornificada", en la que la mayoría de los hombres con edad para ir a la universidad y en adelante han visto pornografía y la usan como parte de su repertorio sexual. Si están acostumbrados a tales procesos voyeurísticos en su sexualidad, podría ser legítimo sugerir que lo incorporarían en su sexualidad marital. Ver a su esposa tener sexo con otro hombre podría ser el siguiente paso o progresión, de verse a sí mismos tener sexo en un espejo en el techo, a usar una cámara durante el sexo hasta finalmente ver a su esposa con alguien más. Muchos hombres me dijeron, "Mi esposa es la mujer más hermosa del mundo para mí. Preferiría verla a ella teniendo sexo que a alguna estrella porno que no conozco."
  • Competencia de esperma. Al igual de Christopher Ryan, el autor Terry Gould, y los investigadores Baker y Bellis han sugerido que hay una respuesta biológica que influye en ese comportamiento, una respuesta que afecta el deseo sexual masculino. Después de ver a su esposa con otro hombre, el esposo siente un impulso biológico de tener un sexo más vigoroso y prolongado, y tiene un periodo de recuperación más breve entre erecciones, eyacula más fuerte y su eyaculación contiene más esperma. Casi todas las parejas que he entrevistado me han dicho que después de un episodio en el que la esposa tiene sexo con otro hombre, la pareja se siente como si estuvieran "en celo".
  • La emoción de lo prohibido. Hay pocas cosas en nuestra sociedad tan estigmatizadas como un esposo con una esposa infiel. Históricamente, esos hombres han sido golpeados, excluidos y ridiculizados, considerados como hombres débiles y pusilánimes. Algunos de los hombres a los que entrevisté describieron explícitamente que el tabú era lo que les causaba emoción, de la excitación de lo prohibido y lo pícaro.
  • Empoderamiento femenino. Me sorprendió cuántas de estas parejas abrazaban los principios de feminismo empoderado y cuántos esposo describían la felicidad que sentían al ver el incremento en la independencia, confianza y asertividad de sus esposas, proveniente de la libertad de tener sexo con otros hombres. Muchos de los hombres expresaron que a través de la sexualidad abierta de sus esposas, la pareja estaba rechazando activa y conscientemente las presiones sociales para suprimir la sexualidad femenina, ejercer la monogamia y el poder patriarcal.
  • Bisexualidad. Para más de la mitad de los hombres que entrevisté, la bisexualidad masculina tuvo un papel en los deseos del esposo de ver a su esposa con otro hombre. Esto se desarrolló en distintas dinámicas. A veces, traerle a su esposa un hombre a la cama fue un pretexto para que el esposo también interactuara sexualmente con él. A veces, los esposos estaban muy preocupados por ser percibidos como heterosexuales, pero pasaban una gran cantidad de tiempo buscando a hombres bien dotados para sus esposas. Desde mi perspectiva, un hombre que esté tan enfocado en el tamaño del pene de otros hombres, no califica como completamente heterosexual.
  • Problemas de salud física. En El amante de Lady Chatterley, Lord Chatterley era físicamente incapaz de tener relaciones con su esposa (aunque como señala mi propia esposa, sus dedos y lengua seguían funcionando a la perfección, solo decidía no usarlos). Efectivamente me encontré con cierta cantidad de hombres que reportaban que debido a problemas físicos, no eran capaces de ser tan vigorosos en la cama como le gustaría a sus esposas. Mientras que las esposas mayoritariamente estaban felices con las cosas como estaban, los hombres frecuentemente lamentaban más la pérdida de satisfacción sexual de sus esposas que las esposas mismas, y por eso se sentían motivados a alentar a su esposa a acostarse con otros hombres.
  • Satisfacción sexual femenina. La capacidad sexual de las mujeres es mucho mayor que la de los hombres. El récord mundial de orgasmos masculinos es de alrededor de 26 en un periodo de 24 horas. Mientras que, según la investigación de Per Sherfey, las mujeres han documentado hasta 60-65 orgasmos en una sola hora. Me reuní con muchos hombres que reportaban que sus esposas eran seres altamente sexuales, con una capacidad sexual mucho mayor, y eso era suficiente para excitar a sus esposos, quienes se sentían satisfechos con poder ver a sus esposas sexualmente satisfechas, a un grado que un solo esposo no podría lograr. También especulo que hay un grado de vivir indirectamente: Al ser parte de la experiencia, el esposo puede experimentar, de segunda mano, lo que sería tener una capacidad sexual mayor y se identifica fuertemente con su esposa y con la esencia de sexualidad femenina de una manera en la que la mayoría de los hombres nunca experimenta.
  • Masoquismo. Leopold von Sacher-Masoch era un fanático de la flagelación del siglo XIX quien escribió Venus en piel, un libro sobre mujeres dominantes. El masoquismo recibe su nombre de él. Leopold publicaba anuncios en los periódicos alemanes de la época, buscando a "hombres jóvenes energéticos" para que se hicieran amigos de y y le dieran satisfacción a su esposa. El interés de Leopold en la experiencia era específicamente el aspecto de la humillación: que le pusieran el cuerno, lo trataran como débil, inferior y no un hombre real. Como aquellos que buscan el tabú, estos cornudos con frecuencia buscan un fuerte sabor de sadomasoquismo, en el que los esposos son dominados, hechos menos y degradados.
  • Razones financieras. La mayoría de las mujeres que trabajan en los burdeles de Nevada tienen esposos y novios en casa, quienes se benefician de las aventuras sexuales de sus esposas con su paga. No siempre se trata de dinero. Una esposa entrevistada en mi primer libro me dijo que cuando estaba trabajando como gerente de un burdel, una de las mujeres siempre llamaba a su esposo antes de llevarse a un hombre a su habitación a una "fiesta". Sin que el hombre lo supiera, su esposo se estaba excitando al escucharlos por teléfono. El aspecto financiero es una pieza que no se puede ignorar, siendo que ha estado ahí por mucho tiempo. En Inglaterra, los hombres a veces planeaban que su esposa fuera seducida por un hombre para luego poder demandar a ese hombre ante la corte. En Florida, durante los noventa, el esposo, sheriff, de la "Prostituta Ama de Casa" se escondía en el armario grabando a su "esposa ninfómana" con otros hombres (notablemente políticos republicanos) a quienes luego extorsionaba.
  • El beneficio de la realeza. En la canción de 1960 de Motown, hay una línea que dice "guarda el último baile para mí," mientras el esposo mira a su esposa bailar con otros hombres. Muchos de los esposos que entrevisté obtuvieron excitación, un sentido de ser "el rey" por tener una esposa tan sexy que otros hombres deseaban, pero que al final del día se iba a casa con ellos, el esposo. Hacía que los hombres se sintieran poderosos y exitosos por tener una esposa tan sexy.
  • Misoginia. Tristemente, vi a algunas parejas en las que el esposo alentando a su esposa a tener sexo con otros hombres era una manera de degradarla. Algunos de estos hombres hablaban de tratar a su esposa como una prostituta, como un pedazo de carne, y "bajarles los humos un poco."

Una fantasía común es que la práctica de compartir esposas inicia cuando un esposo atrapa a su esposa engañándolo y encuentra que esto extrañamente lo excita. Puede que eso pase de vez en cuando, aunque es muy, muy raro. Pero estaba en la base de las respuestas en la columna de Amor Salvaje a esos hombres, una respuesta que ya no se volvió a repetir en la columna después de la participación de Ryan. Usualmente, se citaba a la hipótesis de "erotización del miedo", que estos hombres temen tanto una infidelidad por parte de sus esposas que convierten el miedo en erotismo para reducir su ansiedad, manejándolo como sexualidad, hasta que convierten su miedo en un fetiche sexual. En mi libro, me encontré con un hombre soltero que describía este escenario. Podría pasar, pero es una respuesta mucho menos común que todas las anteriores.

Síganme en Twitter @DrDavidLey

Imagen de Facebook: Artem Oleshko/Shutterstock

A version of this article originally appeared in English.

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Acerca de
David J. Ley Ph.D.

David J. Ley, Ph.D., is a clinical psychologist and the author of Insatiable Wives, Women Who Stray and The Men Who Love Them.

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