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Verificado por Psychology Today

Personalidad

La sorprendente importancia del primer beso

Una nueva investigación muestra cómo tu personalidad se ve reflejada en tu primer beso.

Guas/Shutterstiock
Fuente: Guas/Shutterstiock

El primer beso es un acontecimiento histórico en la vida de la mayoría de las personas. Probablemente recuerdes dónde estabas en ese momento, quién era tu pareja, y quién inició esa primera expresión tan importante de sexualidad y afecto. Hay un sinfín de canciones, películas e incluso una de las pinturas más caras del mundo («The Kiss» de Klimt) que conmemoran la unión de los labios de dos personas, sin embargo, sorprendentemente, hay poca investigación al respecto. Si piensas en tu propio pasado, más allá del beso mismo, también puedes recordar quién en tu círculo de amigos fue el primero en experimentar este hito romántico. Puedes haber pensado que esos primeros besadores eran particularmente cool, populares y aventureros. Por otro lado, si fuiste tú, tal vez consideraste que la necesidad de besar a tu primer niño o niña era un imperativo interpersonal que difícilmente podrías ignorar. Estabas enamorado y querías demostrarlo.

No está claro por qué es tan digno de mención el primer beso para muchas personas, la psicología ha tendido a no darle al asunto tanta importancia. De hecho, ni siquiera hay mucha investigación sobre los besos en general, ya sea entre parejas románticas a largo plazo o sobre parejas de citas que exploran sus nuevos sentimientos hacia el otro. Tal vez se asume que todos sienten lo mismo acerca de besarse (es decir, es importante), y por lo tanto no se puede esperar mucha variabilidad en los predictores, correlatos o resultados de esta forma de afecto físico.

Eva Lefkowitz de la Universidad de Connecticut y sus colaboradores (2018) decidieron explorar el primer beso, o al menos los recuerdos del primer beso, como reflejo de la personalidad de un individuo. Reconociendo que el primer beso está asociado con la adolescencia (en la mayoría de las personas), los autores de UConn consideraron que el momento y contexto reflejan el desarrollo de las cualidades psicosociales de identidad e intimidad.

Como señaló el equipo de investigación, besar a cualquier edad, cuando es entre personas que no tienen ya una relación sexual, "ofrece muchos de los aspectos positivos de otras (formas de intimidad física) sin el riesgo de infección de transmisión sexual y/o embarazo". Dentro de las relaciones en general, el beso se considera, según los autores, como un "comportamiento valorado positivamente en sí mismo y está vinculado a la satisfacción de las relaciones y el compromiso en la adolescencia y la edad adulta". Las personas que entran tarde al juego de los besos pueden estar evitando este tipo de compromiso, especialmente si han retrasado su primer beso hasta que están bien entrados sus años universitarios. El retraso del primer beso, entonces, puede tener un significado psicológico importante, y este fue el foco del estudio.

Además de establecer la edad del primer beso entre su muestra de graduados en promedio con una étnica diversa, Lefkowitz y sus compañeros investigadores desearon determinar la personalidad, motivación y predictores demográficos de la edad del primer beso. Como señalan, desde una perspectiva motivacional, es posible que desees besar a tu interés amoroso adolescente, porque tienes un verdadero deseo de hacerlo, o tal vez solo tengas curiosidad. Estas motivaciones impulsadas internamente son diferentes de las que reflejan la presión de los compañeros y seguir a los demás.

Otros predictores de la edad del primer beso investigados en el estudio incluyeron los antecedentes religiosos de la familia y la calidad general de las relaciones, la autoestima, el uso del alcohol y las experiencias académicas. La imagen corporal y el tamaño corporal (índice de masa corporal) también fueron examinados como predictores de la edad del primer beso.

Además de estos factores de antecedentes y de salud mental, el equipo de investigación de UConn se interesó en determinar el papel de la personalidad. Los extravertidos podrían ser más propensos a participar en un primer beso temprano, porque están más motivados socialmente, aunque también pueden ser propensos a comportamientos de alto riesgo. El neuroticismo sería el segundo posible predictor de la personalidad de la edad de los besos, basado en investigaciones previas que muestran que aquellos más altos en esta cualidad participan en más conexiones y relaciones sexuales sin protección.

Utilizando una muestra de 738 estudiantes universitarios que accedieron a participar en un estudio de la vida universitaria (50 por ciento mujeres), Lefkowitz y sus colaboradores pidieron a los participantes completar medidas de religiosidad, rendimiento académico (pertenecer a los cuadros de honor), cercanía y autonomía en las relaciones con sus madres, el consumo de alcohol, el índice de masa corporal y la autoestima. Una medida estándar de personalidad evaluó sus niveles de extraversión y neuroticismo. Una sola pregunta de sí-no evaluó la experiencia previa con los besos y los participantes también indicaron si habían participado o no en una serie de actividades sexuales, incluyendo tacto sexual, sexo oral, sexo vaginal y sexo anal.

Que el beso antes de la universidad es la norma fue validado en el presente estudio por el hallazgo de que el 14,2 por ciento de los participantes nunca había besado a una pareja en los labios (aunque algunos habían participado en actividades sexuales más explícitamente). Todas las demás fueron iguales, pero los participantes más propensos a no haber besado en absoluto en sus vidas fueron más altos en neuroticismo, menos extravertidos, menos propensos a beber, y eran miembros de los cuadros de honor.

Por un lado, tales hallazgos podrían llevar a pensar que estas cualidades describen al «estudiante universitario modelo», que evita riesgos y se centra en lo académico. Sin embargo, teniendo en cuenta que una meta del desarrollo de la universidad es explorar tu propia identidad y sexualidad en las relaciones con otros, aquellos individuos que pospusieron su primer beso podrían estar preparando dificultades de ajuste sexual más adelante en sus años adultos. Además, no haber dado un beso en el momento en que es normativo hacerlo podría indicar un patrón más grande de inhibición y alejamiento de las relaciones cercanas: "No sólo es no normativo retrasar el beso hasta la edad adulta joven, sino... también puede ser poco saludable".

Desafortunadamente, aunque los autores plantearon la intrigante cuestión de la motivación para un beso temprano o retrasado, su estudio no nos dio una idea de la medida en que la presión de los compañeros afectó cuando los participantes tuvieron ese primer beso. Sería interesante saber si las personas que besan por afecto real hacia su pareja difieren de aquellas que están tratando de seguir la corriente. Si el beso es parte de la búsqueda de autodefinición que se produce en la adolescencia, como proponen los autores, ese primer beso podría ayudar a ganar algo de claridad en tus propios objetivos y valores.

Sin embargo, aparte de estos factores motivacionales, el estudio de Lefkowitz et al. puede ayudarte a comprender por qué retrasaste o no tu primer beso. Tal vez algunas de tus dificultades en las relaciones ahora podrían ser rastreadas a ese patrón de inhibición como lo indica un primer beso retrasado. ¿Sigues sintiendo que te retienes cuando estás con una persona que te importa? ¿Tienes miedo de arriesgarte a ser rechazado? La edad de tu primer beso podría ser un diagnóstico de algunos de estos factores que te retienen incluso ahora. Sin embargo, todavía puedes aprovechar besar para mejorar tus relaciones actuales.

En resumen, a medida que pasan los años, es probable que los recuerdos de ese primer beso se desvanezcan, pero los recuerdos del más reciente pueden ayudar a fomentar la satisfacción en tu relación actual.

A version of this article originally appeared in English.

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Acerca de
Susan Krauss Whitbourne Ph.D.

La Dra. Susan Krauss Whitbourne, es profesora emérita de ciencias psicológicas y del cerebro en la Universidad de Amherts, Massachusetts . Su último libro es The Search for Fulfillment.

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