Liderazgo
¿Cuáles son las características de un adulto infantil?
Algunas personas están retrasados en el desarrollo del manejo de sus emociones.
30 de abril de 2020 Revisado por Devon Frye
En mi práctica clínica, principalmente trato a gente luchando con depresión, ansiedad, ira excesiva y dificultades en su matrimonio. Con demasiada frecuencia, una causa subyacente es que, por alguna razón u otra, el cliente nunca maduró. Así que demasiadas personas llegan a la adultez cronológica sin haber dominado los elementos centrales del funcionamiento emocional adulto.
¿Cómo podemos evaluar si un adulto funciona emocionalmente como un niño? Como terapeuta que trabaja mucho con parejas, he aprendido que casi cualquier cliente puede aparentar de forma razonable ser un "adulto" cuando lo conozco individualmente.
En contraste, ver al mismo cliente en una sesión de terapia de parejas en la que ambos conviven me da mucha más información. Los comportamientos errados, inmaduros y patológicos se vuelven mucho más visibles. También veo hasta qué punto las acciones de cada uno son groseras, hirientes o incluso peligrosamente infantiles, o tranquilas, respetuosas y con la madurez de un adulto.
¿Qué es la edad emocional?
Un psicólogo de África con quien hablé alguna vez en una conferencia internacional de psicología me explicó que en su país era común evaluar a las personas en términos tanto de edad física como de edad emocional.
La edad física se puede contar por la cantidad de cumpleaños. La edad física, especialmente en los niños también tiende a estar relacionada con la estatura, la fuerza y el funcionamiento cognitivo. En contraste, la edad emocional o psicológica se vuelve evidente en los hábitos y reacciones emocionales. Por ejemplo, los adultos se mantienen en calma mientras que los niños tienden a irritarse con mayor facilidad. Los adultos ejercen juicios cuidadosos antes de hablar, mientras que los niños tienden a decir palabras hirientes y sin tacto de maneras impulsivas.
Si los niños pequeños quieren un juguete con el que otro niño está jugando, probablemente irán a quitárselo. La mayoría de los infantes se enojan o lloran muchas veces al día, incluso si son niños bien atendidos y felices en general. Las reglas de los juegos adultos, como tomar turnos y no arrebatarse las cosas todavía no son parte de su comportamiento. Los pequeños no actúan de una manera constantemente civilizada porque todavía no han interiorizado las reglas de los adultos "civilizados".
Sin embargo, estos comportamientos que son normales para los niños, se ven infantiles y groseros cuando son adultos quienes los llevan a cabo.
¿Cómo reconocer el comportamiento infantil?
Una manera de pensar sobre cómo los niños pequeños difieren de adultos emocionalmente maduros es pensar en los niños que conocemos, tal vez incluso nuestros propios hijos, nietos, sobrinos y vecinos. ¿Cómo difieren estos niños de los adultos que conocemos y respetamos?
Antes de leer la lista de características que yo busco, tal vez sea buena idea hacer una lista con las características que cada quién notó en su visualización. Por favor, compartan con otros lectores en los comentarios de este artículo si notaron alguna característica que yo no vi.
10 Señales de inmadurez emocional
¿Cuántas de las siguientes señales de inmadurez emocional incluye su lista?
- Escaladas emocionales: Los niños pequeños suelen llorar, enojarse o ponerse petulantes y hacer pucheros. Los adultos rara vez lo hacen.
- Culpar: Cuando las cosas salen mal, los niños pequeños buscan culpar a alguien. Los adultos buscan resolver el problema.
- Mentiras: Cuando hay una situación incómoda, los niños pequeños tienden a mentir para salvarse de los problemas. Los adultos lidian con la realidad, diciendo la verdad de manera confiable.
- Insultar: Los niños se insultan entre sí. Los adultos buscan entender los problemas. Los adultos no hacen ataques ad hominen, esto es, ataques a las características personales de la gente. En su lugar, atacan el problema. No le faltan al respeto a los demás con etiquetas groseras. Hay una excepción. A veces los adultos tienen que ser como bomberos enfrentándose a incendios forestales, tienen que atacar el fuego con fuego. Tal vez tengan que usar "fuego" para controlar a un niño enojado o a un adulto que se está sobrepasando para hacer que detenga su mal comportamiento.
- Impulsividad, o como dicen los terapeutas, "mal control de los impulsos": Los niños atacan impulsivamente cuando se sienten heridos o enojados. Hablan sin cuidado o llevan a cabo acciones impulsivas sin detenerse a pensar en las posibles consecuencias. De manera similar, en lugar de escuchar los puntos de vista de los demás, los interrumpen impulsivamente. Los adultos hacen una pausa, se resisten al impulso de disparar acciones o palabras hirientes. Se tranquilizan. Y luego piensan en todo el problema, buscando más información y analizando sus opciones. De nuevo, algunas instancias de actuar por impulso pueden ser marcas de comportamiento maduro. Por ejemplo, los soldados y policías están entrenados para discriminar rápidamente entre situaciones inofensivas y peligrosas para responder tan rápido como sea necesario y proteger a víctimas potenciales.
- Necesidad de ser el centro de atención: ¿Alguien ha podido tener conversaciones adultas durante la comida con un niño de dos años en la mesa? Los intentos de tener una conversación con la gente en la mesa siempre dan como resultado en que el niño se agite para reclamar la atención.
- Atormentar: Un niño que es físicamente más grande que los demás niños de su edad puede llegar con otro niño que está jugando con un juguete que le gusta y simplemente arrebatárselo. El otro niño probablemente no diga nada para evitar que el bully los trate con mayor hostilidad. En muchos casos, es más seguro solo dejar que se lleve lo que quiere. Por otro lado, los adultos respetan los límites: lo tuyo es tuyo y lo mío es mío.
- Brotes de narcisismo: Si los niños, o adultos, pueden obtener lo que quieren porque son más grandes, fuertes o ricos, están en riesgo de aprender que las reglas no aplican para ellos. Lo que quieren, lo toman. Esta tendencia narcisista al inicio puede verse como fortaleza. Pero en realidad refleja una seria debilidad: ser incapaz de ver más allá del ser. La gente psicológicamente fuerte escucha a los demás, esperando entender sus sentimientos, preocupaciones y preferencias. Los narcisistas solamente se escuchan a sí mismos y como resultado son emocionalmente frágiles. Operan como niños que quieren quedarse afuera jugando, incluso cuando ya es hora de comer y hacen un berrinche en lugar de hacerle caso a la explicación de sus padres de que toda la familia comerá ahora. En resumen, su mentalidad es "todo gira alrededor de mí mí". A ojos de un narcisista, nadie más cuenta: si no salen las cosas a su manera, resultará en pucheros y agresiones para lograr tener lo que quieren.
- Defensas inmaduras: Freud creó el término mecanismos de defensa para las maneras en las que los individuos se protegen a sí mismos y/o obtienen lo que quieren. Los adultos usan mecanismos de defensa como escuchar las preocupaciones de los demás así como las propias. Luego participan en una resolución colaborativa de los problemas. Estas respuestas a las dificultades indican madurez psicológica. Los niños tienden a considerar que la mejor defensa es un buen ataque. Mientras que esa estrategia de defensa funciona en cosas como el fútbol, atacar a cualquiera que exprese un punto de vista distinto al que quieren, en la vida real es un mecanismo primitivo de defensa. Otra defensa primitiva es la negación: "¡No dije eso!" o "¡Nunca haría algo así!" cuando en realidad sí dijeron o hicieron la cosa que dicen que no hicieron. ¿No suena infantil?
- No tener ego observador, es decir, no tener la habilidad de ver, reconocer y aprender de sus errores: Cuando los adultos emocionalmente maduros "pierden la compostura" y expresan enojo de manera inapropiada, pronto, gracias a su "ego observador" se dan cuenta de que su explosión fue inapropiada. Es decir, pueden ver en retrospectiva que su comportamiento estuvo fuera de lugar con su sistema de valores. Los niños que no han interiorizado los lineamientos maduros de comportamiento respetuoso hacia los demás o que no han desarrollado la habilidad de observar su comportamientos para juzgar qué está bien y qué está fuera de lugar, perciben su ira como normal. Consideran que sus explosiones emocionales estuvieron bien y las justifican culpando a la otra persona. En otras palabras, "lo hice porque tú me provocaste."
¿Qué opciones hay para quienes se comportan más como niños que como adultos?
Es fácil amar a los niños que actúan como niños. Es más difícil amar a alguien que actúa como niño en el cuerpo de un adulto. Aún así, la mayoría de los adultos infantiles solo actúan así cuando se sienten amenazados.
Por lo tanto, si amamos a alguien que tiene aspectos infantiles, una estrategia es enfocarse principalmente en los aspectos más adultos y atractivos de la persona. Si somos los infantiles, amemos nuestras fortalezas y pongamos atención a madurar en nuestros hábitos más infantiles.
Otra estrategia es dejar de sorprendernos cuando surgen los patrones infantiles. Pensar, "no puedo creer que hiciera eso" significa que no hemos aceptado la realidad de los comportamientos infantiles. Aceptar que ocurren los comportamientos es el primer paso y el más vital hacia el cambio.
Tercero, si somos receptores de comportamientos infantiles, tengamos cuidado de no querer cambiar a la otra persona. En su lugar, pensemos en lo que nosotros podríamos hacer distinto para que esos patrones ya no sean problemáticos para nosotros. Nuestro trabajo es seguir creciendo por nuestra cuenta, no cambiar a los demás.
Finalmente, aprendamos las habilidades del funcionamiento adulto. Mucho de lo que hacen los "niños" adultos puede considerarse como falta de habilidades. Si tendemos a ser infantiles, aprender habilidades adultas puede ayudarnos a mudarnos hacia el mundo de los adultos.
Y si generalmente funcionamos como un adulto, cuanto más claro tengamos lo que constituye el comportamiento adulto, más probable será que permanezcamos como adultos, incluso al interactuar con alguien que actúa como niño.
(c) Susan Heitler, Ph.D.
A version of this article originally appeared in English.