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Verificado por Psychology Today

Crianza

¿Qué hago si mi hijo adulto es adicto?

Cómo ser padres de hijos adultos que abusan de sustancias o rompen la ley.

Antes del nacimiento de un hijo, la mayoría de los padres ya están lidiando con una pesada carga. Reconocen que hay una gran responsabilidad en traer a un niño a este mundo y usualmente creen que cada elección que toman de la concepción en adelante tendrá un papel activo en el desarrollo de sus hijos.

En su gran mayoría, puede que tengan razón. Algunas elecciones que se toman durante el embarazo definitivamente pueden influir la fisiología y salud que tendrá una persona en el futuro. Consumir alcohol, usar drogas, tomar algunos medicamentos y comer cosas nutritivas, entre otras cosas, pueden influir la salud de un niño antes de nacer. Sin embargo, a partir del momento de concepción, ya están predeterminadas algunas características específicas de personalidad y potenciales fisiológicos sin importar las elecciones que hagan los padres después del nacimiento.

Ser la madre o padre de un hijo adulto que no está tomando las decisiones necesarias para tener un futuro sólido, puede convertirse en una carga más pesada que cualquiera de las que hubo que soportar anteriormente. Cuando los hijos son pequeños y se portan mal, probablemente es fácil saber cómo disciplinarlos. Ya sea que el efecto dure o no, al menos se siente como si se estuviera "haciendo algo."

Como adultos, los hijos ya no son nuestra responsabilidad, pero aún así es posible que sintamos una carga todavía más pesada de responsabilidad social por ellos. El nivel personal de enojo y vergüenza varía dependiendo de qué tan lejos se encuentren nuestros hijos de nuestra medida de "bien". Algunos padres recurren a una ira ardiente y recriminaciones: "¡Así no te eduqué!" Otros caen en la trampa de aceptar la culpa que algunos hijos adultos buscan imponerles. Hay otros que acaban perdiendo todo su dinero intentando cumplir con las necesidades o demandas de hijos que están continuamente en problemas legales o financieros (con la esperanza de que esa sea la última vez y su hijo mejore en lugar de ver que solamente le están comprando más tiempo). Algunos padres cargan con mucha vergüenza a causa de los errores de sus hijos, creyendo que si hubieran podido hacer un mejor trabajo o evitado errores que cometieron en algún punto, los problemas/incidencia/patrones/comportamientos actuales no hubieran existido en las vidas de sus hijos.

Dos verdades esenciales

La primera verdad es que todos cometemos errores como padres. Sí, es cierto: Los buenos padres no son padres perfectos. Claro que hay formas en las que podríamos hacer un mejor trabajo del que estamos haciendo. Pero una vez que un niño crece, no hay nada que se pueda repetir o borrar.

La segunda verdad es que una vez que un niño se convierte en adulto, tiene todo el poder que necesita en su vida para tomar decisiones inteligentes. Por lo tanto, los hijos adultos no tienen ningún derecho de culpar a sus padres por las decisiones que toman. Un maravilloso beneficio de llegar a la edad adulta es que las personas tienen la oportunidad de responsabilizarse por sí mismo y tomar sus propias decisiones. Y la mayoría de los comportamientos son elecciones: ¿Adicción o desintoxicación? ¿Pelear o amar? ¿Honestidad o engaño? ¿Trabajar o holgazanear? ¿Construir o destruir?

7 Sugerencias para lidiar con la situación

  1. Recordarle a nuestros hijos que fueron sus elecciones las que los pusieron en las circunstancias en las que están sumergidos. Enfatizar que son sus decisiones conscientes, no solamente las "circunstancias" o "mala suerte" lo que los puso en esa posición. Intervenir puede ser efectivo si le hacemos saber a nuestros hijos que su mal comportamiento afecta a todos en la familia así como a sus constelaciones sociales y profesionales. Uno de los aspectos más importantes de intervenir es que puede ser un paso que tome la familia completa hacia la salud, es una señal de que la familia está moviéndose hacia el proceso de recuperación.
  2. Ofrecer solo la asistencia y apoyo financiero que seamos capaces de sustentar y estar seguros de que esta ayuda los impulsará hacia una vida mejor. No tiene caso darles dinero cuando sabemos que solo les servirá para continuar con su mal comportamiento. Algunas personas sugieren que los fondos de los padres deben estar atados a los esfuerzos en buena fe de los hijos para mejorar su situación. Sin embargo, si nos sentimos culpables por no darle dinero para comida a nuestros hijos, porque tememos que lo usarán en drogas ilegales, les podemos comprar una bolsa de víveres en lugar de darles dinero.
  3. Ofrecer ayuda para encontrar servicios que les ayuden, pero no culparse si se niegan a acudir. No podemos ayudar a alguien que no quiere ayudarse. Honestamente, no es posible, sin importar cuanto queramos hacerlo. Sencillamente no funciona de esa manera.
  4. Amar a nuestros hijos, sin olvidar que amarlos no significa permitir o instigar comportamientos. Significa hacerlos responsables por sus comportamientos y negarse a darles el poder de desmantelar a la familia.
  5. No asumir que un hijo adulto puede ser "rescatado"... eso sencillamente no es posible y los intentos por hacerlo definitivamente no son la manera de incitar la autonomía y responsabilidad de un adulto, quien quiera que sea.
  6. Protegerse a uno mismo y al resto de la familia. No todos nuestros hijos adultos tienen que "tocar fondo" para transformar sus vidas, así que no tenemos por qué dejar que nos lleven a nosotros o a nuestra familia a "tocar fondo". Aunque antes pasaba así, ahora ya no se considera que "tocar fondo" sea el punto de quiebre necesario para cambiar la vida de un adicto. De la misma forma, una familia no necesita "tocar fondo" para empezar a trabajar en fortalecerse.
  7. Amarse a uno mismo. Los padres realmente hacen lo mejor que pueden, pero no tiene por qué responsabilizarse por las malas elecciones de sus hijos adultos. En el momento en el que nos convertimos en padres adoptamos un papel que nunca termina. Sin embargo, las responsabilidades de ese papel definitivamente cambian con el tiempo conforme un hijo alcanza la madurez. Se hacen más pequeñas y no más grandes. Amarse a uno mismo y aceptar nuestros límites evitará que caigamos en una espiral de desdicha como resultado de las elecciones de nuestros hijos.

Hablar con un terapeuta también puede ayudar, en el directorio de Psychology Today se puede encontrar a los más cercanos (España, México, Chile)

A version of this article originally appeared in English.

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Acerca de
Suzanne Degges-White Ph.D.

La Dra. Suzanne Degges-White, es consejera acreditada y profesora en Northern Illinois University.

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