Por qué la ciencia no explicará jamás la conciencia

Este post fue escrito en coautoría con Ralph Weir, Profesor Titular de Filosofía en la Universidad de Lincoln. Es autor de The Mind-Body Problem and Metaphysics: An Argument from Consciousness to Mental Substance así como artículos académicos sobre filosofía de la mente, IA y mejora humana, metafísica y religión.

Según el modelo estándar de física, 61 partículas elementales componen todo lo que existe: estrellas y planetas, rocas y relojes, e incluso seres humanos. Todos estos objetos son simplemente disposiciones diferentes de las mismas partículas básicas.

En el caso de los seres humanos, sin embargo, sucede algo extraño. Organiza las partículas para formar una roca o un reloj, y todo lo que obtienes es una roca o un reloj, un objeto con propiedades físicas como forma, peso y movimiento. Pero organiza las partículas para formar un ser humano, y no solo obtienes un organismo con cerebro. Obtienes uno con una mente: una perspectiva en primera persona del mundo, un espacio interno lleno de colores, sonidos, sensaciones y emociones.

Los filósofos llaman a este mundo interno "conciencia fenoménica", las cualidades internas que experimentamos cuando disfrutamos del sabor del café, vemos brillar la luz del sol en un lago o pensamos en el Imperio Romano. Los científicos y filósofos han dedicado mucho tiempo y esfuerzo a tratar de descubrir cómo una disposición de partículas inconscientes podría producir una mente consciente.

Conciencia fenoménica versus conciencia funcional

Para ver por qué esto es un enigma, es importante darse cuenta de que la conciencia fenoménica es diferente de la conciencia funcional. El término "conciencia funcional" se refiere a la capacidad de un organismo para comportarse (es decir, funcionar) de ciertas maneras, en particular, para responder adecuadamente a su entorno o sus propios estados internos.

Es relativamente fácil explicar cómo una disposición de partículas podría ser funcionalmente consciente. Eso es porque una "función" se puede definir en términos totalmente físicos. Se trata solo de partículas que se mueven de maneras particulares en respuesta a estímulos. No implica nada más experiencial que, digamos, una puerta automática. Por esta razón, el término "conciencia funcional" es un nombre un poco inapropiado.

Pero, si una explicación física de conciencia funcional parece completamente posible, una explicación física de conciencia fenomenal será mucho más difícil. Hay buenas razones para pensar que es imposible.

¿Por qué sería eso? Porque parece que cualquier sistema físico, cualquier juego de partículas elementales, podría funcionar perfectamente bien "en la oscuridad", sin que haya ninguna experiencia consciente asociada con él. Después de todo, si una puerta automática, una planta o una computadora pueden responder a su entorno sin experimentar nada, ¿por qué no un cerebro?

Teorías sobre los correlatos físicos de la conciencia

Los no filósofos a menudo asumen que la tarea de explicar la conciencia es solo un rompecabezas realmente difícil y que, después de trabajar en el problema el tiempo suficiente, finalmente quedará claro por qué ciertas disposiciones de partículas son conscientes.

Los especialistas, sin embargo, saben que el asunto es más complicado. Sin duda, existen teorías influyentes sobre las propiedades físicas que se correlacionan con la conciencia. Una teoría identifica los procesos conscientes como los que ocurren en un "espacio de trabajo global" intercambiando señales con regiones de todo el cerebro. Otro dice que la conciencia ocurre en sistemas que cumplen con una medida matemática de "información integrada". Robert Lawrence Kuhn, el erudito creador del programa de PBS Closer to Truth, ha publicado una impresionante encuesta de tales teorías (Kuhn, 2024).

Sin embargo, las teorías sobre los correlatos físicos de la conciencia no hacen nada para explicar por qué estos sistemas no solo operan "en la oscuridad". Las teorías se detienen en la observación empírica de que por alguna razón desconocida ciertos sistemas físicos y conciencia fenoménica van de la mano.

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Por qué es imposible una explicación física de la conciencia

Si estamos buscando que la ciencia física explique la conciencia fenoménica en lugar de simplemente observar las propiedades físicas con las que se correlaciona, necesariamente nos decepcionaremos. Y he aquí por qué.

Si queremos explicar por qué el agua es líquida a temperatura ambiente, podemos decir que se debe a la fuerza de los enlaces de hidrógeno entre las moléculas H₂O. Los enlaces son demasiado débiles para fijar las moléculas en su lugar como en un sólido, pero lo suficientemente fuertes como para evitar que las moléculas se extiendan como en un gas. Esta explicación funciona porque hay una conexión conceptual entre la debilidad de los enlaces de hidrógeno y las propiedades macroscópicas de la liquidez, como la forma en que un líquido toma la forma de su recipiente.

Una explicación física de la conciencia fenoménica requeriría el mismo tipo de conexión conceptual entre la conciencia fenoménica y alguna actividad física. Tendría que haber algún tipo de movimiento de partículas que claramente no podría suceder sin la experiencia consciente. Pero no existe tal conexión conceptual.

Es por eso que, por ejemplo, una persona daltónica no puede aprender cómo es ver el color simplemente estudiando un libro de texto sobre los mecanismos de la percepción visual. Y es por eso que no puedes estar seguro, a partir de la fisiología y el comportamiento de otras personas, de si los colores les parecen iguales a ellos que a ti.

Falta un vínculo lógico esencial entre los tipos de procesos investigados por la ciencia física y la experiencia consciente que a veces los acompaña. Y esto hace imposible una explicación física de la conciencia.

Implicaciones prácticas

Este impase conceptual entre los procesos físicos y la conciencia fenoménica tiene serias consecuencias. Los investigadores se ven obligados a explorar nuevas vías sorprendentes. Estos van desde la teoría de que la conciencia fenoménica es una especie de ilusión hasta la teoría de que es una parte fundamental de la realidad por derecho propio, una que la física omite.

Nuestras conclusiones sobre la conciencia se refieren a profundas preguntas existenciales sobre la autocomprensión humana. ¿Deberíamos pensar en nosotros mismos como robots húmedos? ¿Almas encarnadas? ¿Piezas de un universo fundamentalmente consciente, como defiende la filosofía cada vez más popular del panpsiquismo (Goff, 2019)?

A medida que avance la tecnología, crecerá la importancia de comprender la conciencia. ¿Podría una IA volverse consciente, como el ex empleado de Google Blake Lemoine sugirió? ¿Podría ser posible extender radicalmente la vida humana cargando nuestras mentes en las computadoras?

Reconocer la imposibilidad de explicar la conciencia fenoménica en términos físicos es el primer paso para responder a estas preguntas.