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Verificado por Psychology Today

Vyvyan Evans Ph.D.
Vyvyan Evans Ph.D.
Cognición

Los implantes neurales y el futuro del lenguaje

Se prevé que los implantes cerebrales revolucionarán el futuro del aprendizaje de idiomas.

Los puntos clave

  • La investigación actual sobre implantes neurales tiene como objetivo reemplazar todos los idiomas con un solo idioma universal.
  • El aprendizaje de idiomas no es solo un problema tecnológico, también implica la experiencia corporal, que le da a las palabras su significado.
  • Si el aprendizaje de idiomas pudiera descargarse en implantes cerebrales, podría alterar irrevocablemente lo que significa ser humano.

Imagina un futuro cercano en el que las personas ya no aprendan idiomas. En cambio, los descargamos por streaming, al igual que muchos de nosotros descargamos música o películas a nuestras computadoras actualmente. La diferencia es que, en el futuro, los transmitiremos desde Internet directamente a un implante neuronal en nuestras cabezas. Esto implicaría tecnología de interfaz cerebro-computadora, un chip de lenguaje, cosido en la corteza del cerebro, así como un chip de módem, quizás ubicado detrás de la oreja, capaz de recibir señales de transmisión de lenguaje.

Este es exactamente el futuro cercano imaginado en mi nuevo libro de ciencia ficción The End of Sleep. Pero, de hecho, esta posibilidad de un futuro cercano no se limita al ámbito de la ciencia ficción. Se basa en gran medida en la tecnología actual y en las investigaciones en curso que conectan los cerebros humanos con las computadoras.

Pero dicha tecnología plantea cuestiones éticas muy reales, como el potencial de uso y abuso de chips cerebrales por parte del gobierno o las grandes compañías de tecnología, como se prevé en The End of Sleep, hasta el potencial de que los cerebros individuales sean pirateados. En última instancia, los implantes cerebrales, que afectan un ingrediente tan vital para lo que significa ser humano, a saber, el lenguaje, tienen consecuencias de gran alcance para la experiencia humana, incluida la forma en que pensamos, sentimos, aprendemos e interactuamos entre nosotros y el mundo que nos rodea.

Los beneficios psicológicos de aprender idiomas

En el mundo angloparlante, donde el alcance global del inglés se da por sentado, se asume ampliamente que todos hablan un solo idioma, su lengua materna. Pero fuera de la anglosfera, la realidad suele ser marcadamente diferente, donde hablar dos o más idiomas (el bilingüismo o incluso el multilingüismo) suele ser la norma.

De hecho, más de la mitad de la población mundial habla al menos dos idiomas, a menudo más. En Johannesburgo, Sudáfrica, por ejemplo, es común que muchas personas hablen cinco idiomas.
De hecho, desde una perspectiva psicológica, está bien establecido que hablar y aprender otro idioma aporta beneficios considerables a la capacidad de nuestro cerebro, más allá de los beneficios prácticos obvios que implica poder comunicarse más ampliamente.

Hablar dos o más idiomas te hace más inteligente, desde ser más capaz de comprender nuevas habilidades hasta mejorar la capacidad de enfocarte y concentrarte. También mejora la memoria. Y durante los años crepusculares, brinda una mejor protección contra la demencia. Los bilingües tienen menos probabilidades de sufrir deficiencias cognitivas en la vejez que sus pares monolingües.

¿El aprendizaje del lenguaje puede ser reemplazado por la tecnología?

La respuesta corta, al menos según Elon Musk, es sí. En 2016, Musk, junto con otros, fundó Neuralink, una empresa de neurotecnología que está trabajando en el desarrollo de chips de interfaz cerebro-computadora implantables. En primera instancia, Neuralink está trabajando en una tecnología que permitiría a los parapléjicos comunicarse con una computadora haciendo clic con el mouse u operando un teléfono inteligente, sin la necesidad de un movimiento motor real. Aquí se puede encontrar un útil manual de podcast sobre la tecnología de Neuralink. Si bien las pruebas en humanos aún no han comenzado, la tecnología consiste en implantar chips de computadora en el cerebro, lo que permite, al menos en principio, la comunicación inalámbrica con computadoras externas.

Si bien los implantes cerebrales no son nuevos (la investigación sobre implantes neurales humanos se remonta a la década de 1970), hoy en día los implantes neurales son cada vez más comunes para eludir áreas del cerebro que se han vuelto disfuncionales. Dichos implantes funcionan como prótesis biomédicas en casos de accidentes cerebrovasculares o lesiones en la cabeza. Otros usos incluyen implantes que brindan funciones de estimulación cerebral profunda en casos de enfermedad de Parkinson o incluso para tratar la depresión.

Pero lo que es completamente nuevo sobre Neuralink es que la visión de Elon Musk es que los implantes cerebrales vayan más allá del remedio médico, sino que apunten a mejorar la experiencia humana. Un ejemplo de ello es el lenguaje. Elon Musk ha afirmado recientemente que los implantes cerebrales pronto podrían significar el fin del aprendizaje de idiomas a la antigua. Ha ido tan lejos como para afirmar que quizás dentro de 5 a 10 años, los lenguajes humanos podrían ser reemplazados por un solo lenguaje universal, usando implantes cerebrales, haciendo que la comunicación sea más efectiva y conveniente.

Si bien las afirmaciones y predicciones de Musk tienen un historial de no materializarse, al menos no dentro del plazo previsto, ¿cuál sería la implicación psicológica de esto? Es decir, si, en el futuro, existe la tecnología para descargar el problema del aprendizaje de idiomas, como se prevé en The End of Sleep, para usar la tecnología para transmitir el lenguaje directamente a nuestras cabezas, ¿qué significa esto para la forma en que nos comunicamos? ¿Y qué significa para la forma en que pensamos, sentimos y experimentamos el mundo que nos rodea?

La naturaleza del significado

La función esencial del lenguaje es facilitar la comunicación. El lenguaje hace esto, notablemente bien, codificando y externalizando conceptos, pensamientos e ideas, convirtiendo pensamientos amorfos, encerrados dentro de nuestras cabezas, en algo que podemos verbalizar o señalar (usando texto escrito o mecanografiado, gestos por señas, etc.), para transmitir “nuestras ideas” a alguien en el mundo real. Los psicolingüistas se refieren a esta función primaria del lenguaje como señal de una intención comunicativa. Pero de manera más prosaica, podemos referirnos a este proceso como el de transmitir significado. Usamos el lenguaje para transmitir ideas.

Pero la investigación en las ciencias psicológicas ha demostrado de manera concluyente, durante las últimas dos décadas, que los significados transmitidos por el lenguaje se basan en nuestro mundo de experiencia vivida y cotidiana. Por ejemplo, cuando digo: "martilla ese clavo en la madera", entiendes esas palabras, en parte, al activar las áreas motoras de tu cerebro que saben cómo se siente sostener un martillo y golpearlo contra un clavo.

En otras palabras, comprender el lenguaje implica activar la experiencia encarnada de la misma situación que las palabras pretenden transmitir. En resumen, el significado asociado con las palabras no es algo abstracto. Depende de lo que técnicamente se conoce como una simulación encarnada de la misma acción o experiencia que transmiten las palabras.

Psicológicamente hablando, dado que los significados transmitidos por el lenguaje dependen de las experiencias reales, los mismos estados cerebrales que codifican la experiencia vivida, la pregunta sigue siendo: ¿cómo facilitaría el lenguaje nuestro valiente nuevo mundo de implantes cerebrales, si las palabras no están atadas a esos mismos estados cerebrales en el cerebro vivo que los forma? Si el lenguaje nos llega a través de una computadora, tal vez desde Internet en el espacio, ¿de dónde derivan las palabras sus significados?

El problema con el significado

En las ciencias psicológicas, esto se conoce como el problema del significado de la fundamentación del símbolo. Las palabras no son entidades abstractas. Se pueden usar para hacer cosas en el mundo: hacer que nos enamoremos, comprar un nuevo producto, hacer reír a alguien, debido a los significados que se les atribuyen. Pero si descargamos el lenguaje a una computadora, el problema es ¿cómo lo conectamos con el significado que permanece resueltamente dentro de nuestras cabezas?

Psicológicamente hablando, los implantes cerebrales para simplificar el uso y el aprendizaje del lenguaje cambiarían inevitablemente la naturaleza del lenguaje y la comunicación. También cambiarían la naturaleza del significado y, en el proceso, lo que significa ser humano. Incluso si tal tecnología fuera posible, ¿sería, por lo tanto, incluso deseable?

A version of this article originally appeared in English.

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