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Verificado por Psychology Today

Identidad

¿La campaña de Trump está buscando radicalizar a la derecha?

Los símbolos son poderosas herramientas de manipulación en masa.

Hace poco, Facebook eliminó anuncios que la campaña de reelección de Trump había subido el día anterior, citando la política de la campaña en contra del odio organizado. En el centro de los anuncios y la controversia estaba un triángulo rojo invertido. El mismo símbolo que habían usado los nazis para marcar a prisioneros políticos: comunistas, masones, personas que ayudaban a los judíos, en campos de concentración.

Si tu reacción es: “a veces un puro es solo un puro”, considera también que en su primer renglón, los artículos contenían 14 palabras y se compraron 88 anuncios por parte de la campaña para correr en Facebook.

Catorce palabras, el 14 simboliza un popular eslogan de la ultraderecha: “debemos asegurar la existencia de nuestra gente y un futuro para los niños blancos”. El número ochenta y ocho, 88, representa a Heil Hitler: la H es la octava letra del alfabeto. Juntos, el 14-88 suelen usarse para señalar alianza a un grupo de ultra derecha y las ideas de la supremacía blanca.

Uno de mis mentores solía decir, “una vez es coincidencia; dos veces es tendencia; tres veces es regla”. Así que, parecería que en este caso, el triángulo rojo podría no solo ser un triángulo rojo, podría representar algo más.

¿Para qué transmitiría la campaña de reelección del presidente de Estados Unidos estos símbolos?

Las identidades de masa, nacionales, religiosas, étnicas o políticas, son tan diversas que se definen menos por el grupo interno que por el externo. Ser negro puede significar no ser blanco o hispano; ser judío puede significar no ser musulmán o cristiano; ser demócrata puede significar no ser un republicano. “Nosotros contra ellos” es la manera más sencilla de marcar una identidad en masa. Los símbolos, en su simplicidad abstracta, se adaptan perfectamente para esto. Destacar la división entre el grupo interno y el externo, el nosotros contra ellos, los símbolos preparan el escenario para la radicalización en masa.

Varios experimentos han sugerido que resaltar los límites del grupo hace que las personas favorezcan al grupo interno y discriminen el grupo externo. Esto es cierto incluso para los grupos que se forman arbitrariamente, lanzando una moneda al aire.

Una bandera es un recordatorio de la identidad nacional, definida por su distinción de otras identidades nacionales. Como resultado, podríamos favorecer al grupo interno (nuestra nación) y denigrar al grupo externo (extranjeros). Según las investigaciones, ver una bandera estadounidense puede hacer que los estudiantes estadounidenses se sientan más nacionalistas (negativos hacia el grupo externo) y hacerlos sentir superiores a los no estadounidenses. De manera similar, exponerse a la bandera alemana incrementó el prejuicio hacia los grupos externos entre los alemanes.

Observar la bandera puede no solo incrementar la discriminación hacia los grupos externos, sino también incrementar la unidad dentro del grupo interno. Un estudio en Israel evaluó las posturas políticas de los participantes antes de exponer de manera subliminal a algunos participantes a la bandera israelí. Aquellos expuestos a la bandera votaron de maneras más parecidas que aquellos que no habían visto la bandera. Un estudio en Nueva Zelanda encontró que los neozelandeses expuestos de manera subliminal a la bandera nacional estuvieron más conscientes de los valores y normas nacionales mientras que no se observaron ninguno de esos efectos en extranjeros.

Surgieron resultados similares a partir de estudios de símbolos religiosos. En Francia, las personas estaban más dispuestas a inscribirse como donadores de órganos (algo consistente con las normas del cristianismo) cuando el individuo que solicitaba la donación vestía una cruz cristiana. De manera similar, un estudio en Chile mostró que jugar un juego económico en una capilla produjo más cooperación que jugarlo en un salón de clases.

Y, al igual que la mayoría de los símbolos nacionales, los símbolos religiosos pueden llevar a una mayor discriminación hacia los grupos externos. Los estudiantes musulmanes en Israel a los que se les presentaron símbolos tanto del judaísmo como del islam mostraron mayor rechazo y estereotipos hacia los judíos isreaelíes.

Por lo tanto, los símbolos pueden contribuir a la radicalización resaltando la identidad en masa e incrementando los estereotipos y el rechazo hacia el grupo externo.

Los símbolos también pueden radicalizar a las personas al fomentar la ignorancia pluralista, una concepción errónea sobre las opiniones de otros miembros del grupo.

La exhibición de los símbolos del grupo afirma la legitimidad del grupo, haciéndolo parecer más unificado ante los demás. En tiempos de crisis, la exhibición de un símbolo puede ayudar a restaurar la identidad en masa. Así, los estadounidenses exhibieron la bandera estadounidense con mucha más frecuencia en sus coches, casas y ropa después de los ataques del 11 de septiembre. El símbolo ayudó a lidiar con amenazas externas.

La ignorancia pluralista impulsada por símbolos puede legitimar la identidad de masas marginalizadas.

Las esvásticas pintadas con aerosol comunican las intenciones hostiles de aquellos que las pintaron, pero también sugieren apoyo por parte de aquellos que no detuvieron el acto de pintar. Tal vez no hubo apoyo; tal vez las esvásticas se pintaron en la oscuridad y todos los transeúntes que las han visto desde entonces han maldecido silenciosamente a los vándalos. Pero al ver los símbolos, todo lo quelos observadores ven es una afirmación sin limitantes del poder de uno de los grupos. Por lo tanto, quienes apoyan al grupo se sentirán alentados y sus opositores amenazados por la presencia del símbolo. Mientras más esvásticas se pinten, más grande y alentado se sentirá el grupo detrás de ellas.

Un símbolo racista publicado por la campaña de reelección del presidente de los Estados Unidos, ayuda a legitimar el movimiento de ultraderecha. Cuando el presidente y vicepresidente del país son quienes comparten el símbolo, los observadores podrían preguntarse cuántas personas realmente están compartiendo las metas y valores del movimiento de ultraderecha.

Las identidades en masa son constructos fluidos. Las naciones, las religiones y los partidos políticos persisten solamente si suficientes personas creen en ellos. Los símbolos expresan no solamente la creencia en una identidad en masa, sino también un compromiso público a ella. Los símbolos impulsan las identidades en masa, alentando a quienes los apoyan, amenazando a los opositores y poniendo la base para una radicalización en masa.

A version of this article originally appeared in English.

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Acerca de
Sophia Moskalenko Ph.D.

Sophia Moskalenko enseña psicología en la Universidad de Pensilvania. Su investigación se enfoca en la radicalización, terrorismo, el autosacrificio y el martirio.

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