Infidelidad
El honor entre ladrones sí existe
Los seres humanos son amables y dignos de confianza. Eso los convierte en excelentes ladrones.
29 de noviembre de 2021 Revisado por Vanessa Lancaster
Los puntos clave
- Tradicionalmente, los investigadores han asumido que las personas engañan y roban por razones egoístas.
- Las personas a menudo hacen trampa y rompen las reglas por razones de cooperación, para ayudar a amigos y compañeros de trabajo.
- La cooperación y la confianza ayudan a los grupos a participar en el fraude y la corrupción a gran escala.
Durante la semana pasada, ha habido una serie de robos a gran escala en los minoristas de alto nivel de California. Por ejemplo, en Walnut Creek, un grupo de hasta 80 ladrones enmascarados robó hasta $200,000 USD en mercadería de una tienda de Nordstrom. Durante un período de varios días, se produjeron incidentes similares en San Francisco y Beverly Hills.
Estos incidentes ilustran algo extremadamente importante sobre la naturaleza humana. Revelan que las personas, incluso los ladrones y saqueadores, cooperan y son dignas de confianza.
Como el de Walnut Creek, los robos a gran escala nunca podrían tener éxito sin altos niveles de cooperación y confianza entre los miembros del grupo. Los participantes individuales deben confiar en que los otros miembros del grupo se presentarán simultáneamente, que compartirán de manera justa la mercancía robada y que los capturados por las autoridades no traicionarán al resto del equipo. Sin confianza y cooperación, sería imposible organizar robos coordinados a gran escala.
De manera más general, estos ejemplos recientes de robos a gran escala apuntan a la idea de que las virtudes humanas (como la cooperación y la confianza) a menudo ayudan a las personas a participar en comportamientos deshonestos y poco éticos. Las organizaciones y los gobiernos no deberían estar tan preocupados por los lobos solitarios egoístas que engañan al sistema. En cambio, deberían estar más preocupados por el problema de la corrupción colaborativa. Los ladrones y los tramposos no son solitarios antisociales, solo se cuidan a sí mismos. A menudo son personas cooperativas y confiadas, que trabajan juntas para lograr objetivos comunes (poco éticos).
Corrupción colaborativa
A principios de la década de 2000, muchos investigadores en psicología y economía se interesaron en estudiar cuándo (y por qué) las personas engañan y rompen las reglas. La mayor parte de esta investigación adoptó un enfoque a nivel individual para comprender por qué las personas son deshonestas. Los estudios generalmente se enfocaban en comprender los tipos de rasgos de personalidad y estados psicológicos que harían que una persona fuera más (o menos) propensa a mentir o hacer trampa en sus impuestos. En estos estudios, los beneficios de hacer trampas eran generalmente personales. Durante un estudio típico sobre trampas, los que dicen mentiras ganaban más dinero (para sí mismos) que los que dicen la verdad.
Pero esta investigación tendió a pasar por alto los importantes aspectos sociales de las trampas. La gente engaña y comete delitos para ayudarse a sí mismos y ayudar a otras personas. La gente comete delitos para ayudar a sus familias (como Walter White de Breaking Bad) o sus compañeros de trabajo (como los involucrados en el escándalo de emisiones de Volkswagen). Cuando un atleta infringe las reglas, por ejemplo, el uso de esteroides ilegales, esto puede tener beneficios que se transfieren a todo el equipo. El deseo de hacer trampa para ayudar a otros es mucho más fuerte que el deseo de hacer trampa por razones egoístas.
Para ilustrar este punto, Weisel y Shalvi (2015) llevaron a cabo una serie de estudios en los que los participantes podían incurrir en corrupción individual (haciendo trampa para su beneficio) o corrupción colaborativa (haciendo trampa para ayudarse a sí mismo y a otra persona). Encontraron evidencia consistente de que las personas están más dispuestas a hacer trampa cuando los beneficios son colaborativos (en lugar de individuales). Y, lo que es más importante, la corrupción es mayor cuando los incentivos de las personas están alineados entre sí.
Repensar la corrupción
La investigación sobre la corrupción colaborativa sugiere que los gobiernos y las organizaciones deben repensar por qué las personas se involucran en comportamientos poco éticos. Pasamos demasiado tiempo pensando en las manzanas podridas individuales que se dedican exclusivamente a ellos mismos.
En cambio, debemos darnos cuenta de que la corrupción (ya sea que provenga de saqueadores masivos o corporaciones deshonestas) tiene sus raíces en virtudes humanas como la cooperación y la confianza. Los rasgos prosociales que ayudan a las sociedades a lograr grandes cosas también hacen que las personas sean excelentes ladrones.
A version of this article originally appeared in English.