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Verificado por Psychology Today

Jack Schafer Ph.D.
Jack Schafer Ph.D.
Relaciones

El dolor de la separación es la verdadera medida de las relaciones

Si no te duele decir adiós, entonces no valía la pena decir hola.

Los puntos clave

  • Decir adiós significa separarse de las personas que constituyen una parte importante de tu identidad emocional.
  • Las despedidas temporales son menos dolorosas que las despedidas más largas o las despedidas emocionalmente devastadoras al final de la vida.
  • Cuanto más intensas se vuelven las relaciones, más devastadora es la pérdida emocional que se siente al separarse.
  • El dolor que sientes al final de la relación es la verdadera medida de la relación.
Rodnae Productions/Pexels
Fuente: Rodnae Productions/Pexels

Decir adiós a alguien que amas, incluso por una noche, puede ser difícil, y mucho menos decir adiós para toda la vida o para siempre en la muerte. Julieta se despidió de Romeo por la noche con el estribillo, "La despedida es una dulce tristeza". El dulce dolor es un oxímoron. El diccionario define el dolor como "un sentimiento de angustia profunda causado por la pérdida, la decepción u otra desgracia sufrida por uno mismo u otros". Lo dulce se define como "algo agradable en general o delicioso". Esta aparente contradicción no tiene sentido sin el contexto de una relación específica.

Las relaciones se basan en sentimientos, emociones y pasión. Las amistades profundas y las relaciones amorosas se miden por el nivel de apego emocional. Las emociones se intensifican con el tiempo.

Las personas pasan tiempo con las personas que les gustan. Cuanto más le gusta a una persona otra, más estrecha se vuelve la relación. Cada persona en la relación recibe un beneficio emocional al conocer a la otra persona.

El dulce dolor de las despedidas

Decir adiós significa separarse de las personas que constituyen una parte importante de tu identidad emocional. La separación, incluso una ausencia temporal, de las personas con las que tienes una conexión emocional profunda puede causar dolor porque ya no podrás disfrutar de su compañía. Las despedidas temporales son menos dolorosas que las despedidas más largas o las despedidas emocionalmente devastadoras del final de la vida. Por lo tanto, la separación constituye la parte dolorosa de decir adiós.

El lado dulce de decir adiós es la satisfacción emocional de estar en una relación cercana. El tiempo que pasan juntos es emocionalmente gratificante, especialmente si esa persona es vista como un alma gemela. Los seres humanos son seres comunales. Buscamos el amor y el consuelo de otras personas. La soledad devasta la condición humana y conduce a la tristeza. Las personas tristes harán todo lo que puedan para encontrar relaciones satisfactorias. Del mismo modo, las personas en buenas relaciones suelen ser personas felices. Las personas felices harán todo lo que puedan para mantener o mejorar las relaciones. Aquí yace el quid del enigma emocional.

Las relaciones son dinámicas

Fluyen y refluyen dentro del contexto de las circunstancias de la vida y finalmente terminan con la separación por elección o por muerte. Cuanto más intensas se vuelven las relaciones, más devastadora es la pérdida emocional que se siente al separarse. La euforia de las relaciones no se puede medir verdaderamente sin experimentar la abrumadora pérdida de una conexión emocional profunda. La felicidad intensa no se puede medir sin conocer la tristeza intensa. La felicidad no tiene sentido sin algo con lo que compararla.

Shakespeare tenía razón. La despedida es una tristeza tan dulce. Pero al final, el dulce dolor no es un oxímoron. Las separaciones son una parte normal de todas las relaciones. Cuanto más ricas e intensas son las relaciones, mayor es el grado de pérdida que las personas sienten cuando las relaciones terminan.

Las relaciones deben vivirse en el presente. Disfruta de la compañía de la persona con la que estás tanto como puedas; conocer el dolor que sentirás al final de la relación es la verdadera medida de la relación. Si no duele decir adiós, tal vez no valía la pena decir hola.

A version of this article originally appeared in English.

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