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Verificado por Psychology Today

Relaciones

8 Razones por las que los padres no logran amar a sus hijos

Problemas del pasado, presente e incluso el futuro pueden limitar el amor de los padres.

lightwavemedia/Shutterstock
Fuente: lightwavemedia/Shutterstock

El amor parental impulsa el bienestar y desarrollo de los niños. Como tal, el "amor" en este caso sería todo lo que apoye y nutra la evolución de la personalidad única de un niño. Por el contrario, sería una distorsión definir como "amorosas" a las respuestas que resultan dañinas de cualquier manera el crecimiento psicológico de los niños, les causan heridas dolorosas a su psique o los predisponen para una vida de dolor y mala adaptación.

El amor parental incluye expresiones genuinas de calidez: una sonrisa o mirada amigable que comunica empatía y buen humor; afecto físico, trato respetuoso y considerado; ternura; la voluntad de ser una verdadera persona con los niños, en lugar de actuar el papel de "madre" o "padre"; y sintonía y sensibilidad hacia los hijos. Los padres en sintonía tienen la capacidad de ajustar la intensidad y el tono emocional de sus respuestas de acuerdo con las necesidades y estado emocional de sus hijos. Durante la infancia, las interacciones en sintonía entre un bebé y su madre (o cuidador principal) son especialmente importantes porque le dan al bebé el ambiente que necesita para aprender cómo regular sus emociones y para desarrollar empatía.

Durante mis observaciones de familias, he notado incontables ejemplos de padres con buenas intenciones que participan en comportamientos insensibles, fuera de sintonía o hirientes para sus hijos, mientras creen honestamente que los aman y que están haciéndolo por su bien. Estos padres dicen la verdad, aunque lo hacen a nivel defensivo, cuando le dicen a sus hijos adultos emocionalmente heridos, que los amaban y que hicieron lo mejor que pudieron para ellos. Es cierto: hicieron lo mejor de lo que eran capaces, pero la mayoría de las veces, simplemente no fueron capaces de ver a sus hijos como personas independientes con sus propias necesidades. Sin importar lo bien intencionados, desafortunadamente muchas personas no están preparadas para la tarea de educar niños.

Hay ocho razones por las que suele ser difícil para los padres amar a sus hijos.

1. Muchos padres tienen una imagen propia negativa que, sin saberlo extienden hacia sus hijos.

Si no pueden amarse a sí mismos o han desarrollado una concepción negativa de sí mismos y sus cuerpos, y extienden esta vergüenza y negatividad a todo lo que hacen, así, son incapaces de transmitirle amor y sensibilidad a esta notable creación. En general, la gente que no se acepta a sí misma es incapaz de amar genuinamente a otras personas, especialmente a sus hijos. De hecho, tienen más probabilidades de proyectar sus sentimientos negativos hacia otros, y no hay mejor tiradero para nuestras propias percepciones negativas que nuestros hijos.

2. Padres inmaduros perciben a sus hijos como una carga de dependencia intimidante y no deseada.

Les parece amenazador soportar la responsabilidad y extensos cuidados que requieren los bebés y niños en desarrollo, y podrían incluso llegar a guardarles resentimiento.

3. Muchas personas encuentran difícil o intolerable aceptar amor, en particular las expresiones simples y directas de afecto de los niños.

Si los padres fueron heridos durante sus años de desarrollo, tendrán problemas para aceptar el amor y la intimidad de sus hijos. Enfrentados con el dolor emocional que les provoca, los padres se distancian inconscientemente de sus hijos.

4. Los padres tienen traumas no resueltos en sus propias vidas.

Si es así, tienden a estar fuera de sintonía con sus hijos, especialmente cuando sus hijos se acercan a periodos en sus vidas que fueron traumáticos para el padre o madre. Tal vez reaccionen volviéndose distantes y rechazando, o tal vez sobrecompensen. Ninguna de las reacciones es apropiada o constructiva para el niño. Por ejemplo, un padre que no puede soportar que le recuerden su propia infancia puede volverse vengativo o castigar a sus hijos cuando lloran. Otros padres pueden llegar a suprimir el dolor de sus hijos de la manera opuesta, siendo demasiado reconfortantes y sobreprotectores. En cualquier caso, el niño siempre es más prescindible que el sistema de defensas del padre. Cuanto más autoprotectora sea la persona, más transmitirá sus defensas sobre los niños y progresivamente fracasará en percibir al niño de manera correcta y lo alentará a un desarrollo saludable.

5. Tener hijos le recuerda a los padres que el tiempo está pasando y tiende a incrementar su ansiedad por la muerte.

Esto puede causar tensión e incluso resentimiento en el padre e inducir un retraimiento autodefensivo en sí mismo evadiendo sus sentimientos lo que de forma directa o indirecta hiere a sus hijos.

6. Los padres tienden a usar a sus hijos como proyectos de inmortalidad, lo que tiene un efecto destructivo en sus crías.

Con el fin de servir este propósito, los niños deben replicar las actitudes y elecciones de sus padres. Si difieren, sus acciones independientes se malinterpretan como desafiantes o rebeldes. Los padres intentan imponer igualdad entre sus hijos porque no pueden seguir viviendo a través de sus hijos si sus hijos son diferentes a ellos. Por ejemplo, si el padre es religioso y el hijo no es creyente, o si el padre es seguidor de un partido político y el hijo de otro, entonces el hijo ya no sirve para esa función necesaria. Obviamente, obligar a los niños a ser iguales a sus padres les ocasiona muchos daños. Cada niño es genéticamente distinto y tiene planes únicos y un destino personal.

7. La necesidad de cuidados y amor sin satisfacer de la infancia de los padres los hace enfocar estos deseos tan fuertes en sus hijos.

Confunden los poderosos sentimientos de añoranza y posesión que tienen hacia sus hijos con sentimientos genuinos de afecto. Los niños acariciados por un padre o madre hambriento o necesitado de afecto no se sentirán "vistos", entendidos o seguros, al contrario, se vuelven reacios al contacto físico. Los dedos "amorosos" de un padre inmaduro se siente como tentáculos absorbentes posesivos que drenan a los niños en lugar de alimentarlos. Este tipo de padre causará que los niños se sientan atrapados o sofocados por sus relaciones cercanas más tarde en sus vidas. Como adultos, tienden a experimentar el afecto como dolor físico o psicológico.

8. Debido a estilos inadecuados o problemáticos, muchos niños desarrollan características desagradables o intolerables.

Tal vez se vuelvan revoltosos, desafiantes, desobedientes, demandantes, hostiles o desagradables en general. A pesar de que han sido una causa primaria de estos comportamientos, lo padres encuentran dificultades para amar o incluso sentir agrado por un niño que exhibe estos atributos.

Resumiendo: Casi todos los padres sienten que aman a sus hijos. Pero lo que los padres sienten internamente debe tener un componente externo en acciones que son amorosas con el fin de lograr un efecto positivo en sus hijos. Las buenas intenciones de los padres no son reemplazo para un amor nutritivo, que solo puede ser proporcionado por un adulto independiente y psicológicamente saludable. Tanto la intención como la capacidad de amar son necesarias para sostener a los niños pequeños y su crecimiento hacia la madurez.

La suposición de que los padres, especialmente las madres tienen un amor "natural" para sus hijos es una parte fundamental de nuestro sistema de creencias y el núcleo de la vida familiar y de la sociedad. Pero, con mucha frecuencia, este mito tiene un efecto adverso, que lleva al fracaso aldesafiar los comportamientos negativos dentro de la vida familiar. También intensifica la culpa de los padres. Estos sentimientos de culpa contaminan adicionalmente la situación para aquellos individuos que podrían ser incapaces, debido a su propia crianza, de darle a sus hijos el amor y cuidado que necesitan.

Los niños sí necesitan y merecen amor, y nosotros debemos dárselo o sufrirán dolor emocional. Investigaciones recientes en las neurociencias han demostrado que la manera en la que interactúan los padres (o fallan en interactuar) con los niños se graba en los cerebros de los niños, con frecuencia antes de que sean capaces de formular palabras para describir lo que están experimentando. Conforme envejecen, los niños encuentran numerosas maneras de defenderse a sí mismos con el fin de aliviar o adormecer su dolor. En el proceso de adormecer su dolor, anulan muchos aspectos de sí mismos y, en diferentes grados, se vuelven emocionalmente adormecidos.

Efectivamente, sería mejor para todas las partes involucradas si la ilusión del amor parental incondicional se eliminara de los escenarios de crianza. No sirve a ningún propósito constructivo que los padres oculten sus deficiencias de un niño. Una aceptación honesta de sus deficiencias le permitiría tanto a los padres como a los hijos lidiar con la realidad libres de presiones adicionales defensivas. Al reducir esta presión y la relajación subsecuente tanto para padres como hijos, podrían incluso ayudar a recuperar sentimientos de amor y consideración los unos por los otros.

Finalmente, los niños cuyos padres han resuelto mayoritariamente sus traumas y pérdidas del pasado tienen una mejor oportunidad. En Crianza compasiva, describí a muchos padres que llegaron a entender y lamentar lo que les había pasado de niños. Como resultado, fueron capaces de desarrollar más compasión para con su pasado y consus limitantes en el presente. Recuperar el contacto con sus sentimientos parecía ser el elemento clave que les permitió disfrutar de interacciones más cercanas y en sintonía, con sus hijos y alteraron sus prácticas de crianza hacia una dirección más amorosa y positiva.

A version of this article originally appeared in English.

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Acerca de
Robert W. Firestone Ph.D.

El Doctor Robert W. Firestone, es el autor deThe Fantasy Bond, Voice Therapy, Compassionate Child Rearing y muchos otros libros y artículos.

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