Matrimonio
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El matrimonio le brinda grandes alegrías a muchos, pero también viene con retos, con frecuencia, muy profundos. La manera en la que una pareja los maneja suele determinar si su relación colapsa o se mantiene firme. Preservar una conexión a largo plazo podría requerir que uno o ambos desechen creencias mal informadas y hábitos disfuncionales que mantienen, mientras que tienen en mente que intentar cambiar a una esposa tiende a fracasar a menos de que el individuo también quiera cambiar.
El matrimonio hace más que cambiar la situación de vivienda de una persona y sus rutinas diarias; casarse parece cambiar la personalidad de las personas también, especialmente en las etapas tempranas del matrimonio. Por ejemplo, los hombres tienden a volverse más conscientes e introvertidos que cuando estaban solteros, y las mujeres se vuelven más emocionalmente estables. Pero ambos tienden a volverse menos amables.
Los investigadores en relaciones John Gottman y Julie Schwartz Gottman mantienen que las parejas revelan el estado de su lazo en la manera en la que hablan el uno del otro. Específicamente, se refieren a cada uno de manera afectuosa, usan la expresión "nosotros" más que "yo" cuando hablan de su relación, hablan mucho y con detalles sobre su pasado juntos, expresan orgullo por haber superado los retos en lugar de engancharse con sus problemas.
La idea del "periodo de luna de miel" es real: la mayoría de las parejas experimentan un declive general en la satisfacción después del primer año de matrimonio. Las investigaciones muestran que las que se mantienen unidas tienden a compartir ciertos hábitos. Actúan como si siguieran saliendo; permanecen enfocados en las características de la otra persona; expresan gratitud; y reconocen que las presiones externas podrían estarles causando estrés, en lugar de culparse mutuamente.
Los hábitos y características de la personalidad de las personas permanecen considerablemente consistentes, y entonces, cuando las parejas expresan frustración el uno con el otro después de años de matrimonio, suele ser por cosas que estaban presentes desde que se conocieron. Esas preocupaciones suelen ignorarse o ponerse de lado en las etapas tempranas del amor. Por esta razón, los expertos en relaciones sugieren que las parejas no ignoren cosas que les molestan acerca de sus parejas potenciales y encuentren maneras de atenderlas tan pronto como sea posible.
Vivir con otra persona y sus hábitos y manías siempre llevará a conflictos. La manera en la que la parejas lidian con ello es un indicador crucial de su serán capaces de permanecer juntos. Las parejas que asumen que la otra persona está haciendo lo mejor que puede; permanecen empáticos hacia la otra persona; hablan con honestidad y compasión acerca de lo que les molesta; y buscan soluciones juntos en lugar de exigir un cambio tienden a ser más exitosas.
Aproximadamente el 40 por ciento de los matrimonios acaban en divorcio; el riesgo es menor para aquellos que se casan con primera vez pero mayor para aquellos que se casan muy jóvenes o cuyos padres están divorciados. Las investigaciones sugieren que para blindar un matrimonio a prueba de divorcios, las parejas no deben apresurarse a hacerlo; deben asegurarse de que comparten los mismos valores y nivel de compromiso; y evitar idealizarse mutuamente de maneras que lleven a una eventual decepción.
Las críticas en un matrimonio pueden llevar a una reactividad emocional más elevada, en donde una persona es detonada por la manera en la que el otro le molesta, y la otra es detonada por las sugerencias o críticas dirigidas hacia ella. Esta dinámica puede hacer que ambos individuos sientan que no pueden ser ellos mismos: uno necesita que el otro valide sus preocupaciones mientras que el otro necesita dejar de sentirse como si lo estuvieran controlando.
Un aspecto esencial del matrimonio es el compromiso de tener relaciones sexuales solamente con una pareja por el resto de la vida. El sexo tiende a ser un aspecto altamente positivo en los días iniciales de una pareja, pero como cualquier otro aspecto de una relación, inevitablemente empiezan a surgir problemas. Los problemas físicos y emocionales pueden cambiar cómo se siente una o ambas personas respecto a la frecuencia o el estilo de la intimidad física en una relación, o alimentar inseguridades que se manifiestan como enojo o evitación. Los expertos están de acuerdo con que aprender cómo atender las preocupaciones sexuales juntos con honestidad y apertura es la clave para mantener intimidad a largo plazo, pero usualmente es más fácil decirlo que hacerlo.
Las parejas que tienen discusiones abiertas sobre sus preocupaciones sexuales son las más satisfechas con sus relaciones, pero muchas parejas soportan sexo no satisfactorio por años solo para evitar ese tipo de conversaciones. Los individuos tal vez tengan preocupaciones sexuales que podrían amenazar a la relación, herir los sentimientos de un integrante de la pareja o lastimar su propia imagen de sí mismos. Pero, encontrar el valor de hablar abiertamente acerca del sexo no hace más que fortalecer un lazo.
Alrededor de un 80 por ciento de las parejas experimentan discrepancias en su deseo sexual en algún punto. Las parejas con una alta fortaleza comunal, o con mucha motivación para satisfacer las necesidades sexuales de la otra persona, tienden a navegar por estos retos de maneras más exitosas. Están menos enfocados en lo negativo del sexo y más en los beneficios que representa hacer sentir a su pareja amada y deseada y los beneficios para ellos mismos de estar en relaciones felices. Si hay diferencias más persistentes en el deseo, lo mejor es atenderlas con un terapeuta.
En una relación que puede durar décadas, las personalidades cambian, los cuerpos envejecen y el deseo sube y baja. Las parejas que manejan esos cambios de la mejor manera posible no solo son capaces de expresar sus necesidades sexuales sino que en general son afectuosos y románticos fuera de la recámara: se dicen te amo todos los días, se besan sin razón, intercambian cumplidos, tienen citas, se acurrucan y expresan afecto en público.
La elección de una pareja está entre las decisiones más importantes que toman las personas, pero es una elección que no trae ninguna garantía de felicidad a largo plazo. La ciencia de las relaciones ofrece algunos puntos sobre cómo se encuentran y atienden las parejas exitosas, pero si un matrimonio durará o no finalmente depende de características específicas de los individuos que deciden unirse.
El amor y la química sexual no siempre son suficientes para sustentar un matrimonio. Los expertos urgen a las parejas que aprendan tanto como les sea posible sobre los valores y prioridades del otro antes de comprometerse, cosas como la manera en que lidian con las tareas del hogar, el dinero o el trabajo, cuáles son sus detonantes y traumas pasados y si tienen nociones tradicionales sobre los roles de género en el matrimonio.
En las encuestas, los hombres y mujeres heterosexuales expresan preferencias hacia relaciones en las que el hombre es de dos a tres años mayor que la mujer, pero, contrario a los estereotipos, muchas parejas con diferencias de edad más significativas tienen éxito. Los individuos dentro de la relación pueden percibir la diferencia del otro de maneras distintas a los externos, y algunas personas pueden elegir a parejas basándose en otros factores además de la edad.
Muchas investigaciones han explorado si las personas tienen "tipos" específicos que buscan en una relación. Por ejemplo, muchas personas parecen estar atraídas inconscientemente a cierto color de ojos o cabello. Pero se ha demostrado que la antigua creencia de que los opuestos se atraen es falsa, de hecho, los opuestos no suelen tener tanto éxito en relaciones a largo plazo como las parejas que son generalmente similares entre sí.
Cohabitar antes de casarse ha mostrado ser un riesgo para el divorcio, con una excepción clave: parejas que no se mudan juntas hasta el compromiso parecen no sufrir ese riesgo. Una teoría es que las parejas que viven juntas tienden a valorar el compromiso del matrimonio menos. Otro es que las parejas en una relación menos que ideal pueden encontrar más difícil terminar cuando viven juntas, y esa inercia puede llevarlas a matrimonios infelices.
La mayoría de los matrimonios son monógamos, basados en un compromiso romántico con solo una pareja. La poligamia es la práctica de estar casado con más de una persona al mismo tiempo; los hombres con múltiples esposas llevan a cabo la poliginia, y las mujeres con muchos esposos participan en poliandria. En las relaciones polígamas, el esposo o esposa primario o primero tiende a tener más poder que las demás parejas más jóvenes. En algunas uniones polígamas, todas las parejas viven bajo un mismo techo, mientras que en otras se mantienen hogares separados.
Las culturas humanas en general no abrazaron la monogamia sino hasta el surgimiento de las religiones monoteístas y la aparición de comunidades urbanas. Antes de eso, la humanidad era mayoritariamente polígama. Los biólogos evolutivos creen que el que los hombres sean más grandes que las mujeres, que vivan menos que las mujeres y estén más interesados en aparearse con múltiples parejas son vestigios de milenios de poligamia.
La poligamia sigue siendo una práctica tolerada y aceptada en algunas partes del mundo, principalmente en Asia, Medio Oriente y África. Es ilegal en Estados Unidos y Europa, en parte debido a preocupaciones sobre coerción y matrimonios infantiles, a pesar de que a veces se representa en la cultura popular y en series de televisión. Pero el poliamor o la no monogamia consensuada es mucho más común en esas regiones que en cualquier otro lugar.
Las investigaciones sugieren que las personas en relaciones abiertas están tan satisfechas personalmente y en sus relaciones como sus pares monógamos, pero están más satisfechos sexualmente. Las relaciones poliamorosas pueden progresar si las parejas establecen límites que satisfacen las necesidades de todos, se comunican efectivamente, y practican a conciencia las mismas técnicas de mantenimiento de las relaciones que el resto de las parejas.