Teoría de la comparación social
Las personas se evalúan constantemente a sí mismas y a los demás, en dominios como atractividad, riqueza, inteligencia y éxito. De acuerdo con algunos estudios, hasta el 20 por ciento de nuestros pensamientos involucran comparaciones de algún tipo. La teoría de la comparación social es la idea de que los individuos determinan su propio valor social y personal con base en la manera en que se comparan con los demás. La teoría fue desarrollada en 1954 por el psicólogo Leon Festinger. Investigaciones posteriores han demostrado que las personas que se comparan regularmente con otros pueden encontrar así la motivación para mejorar, pero también pueden experimentar sentimientos de remordimiento, culpa e insatisfacción profunda y realizar comportamientos destructivos como mentir o padecer trastornos alimenticios.
Cuando los individuos se comparan a sí mismos con otros como manera de medir su desarrollo personal o para motivarse a mejorar y, en el proceso, desarrollar una imagen propia más positiva, las comparaciones pueden ser beneficiosas. Sin embargo, hace falta disciplina para evitar los baches de la comparación negativa. En gran medida, la manera en la que reaccionamos a las comparaciones depende de con quién nos comparamos: cuando solo queremos sentirnos mejor con nosotros mismos, tendemos a llevar a cabo comparaciones con personas que están peor que nosotros, aunque esto puede volverse un hábito poco saludable. Pero, cuando queremos mejorar, podemos compararnos con personas relativamente similares a nosotros, pero más exitosos en un rasgo u otro.
La comparación social puede ser altamente benéfica cuando las personas usan redes sociales para impulsarse a sí mismas. En un estudio, la competencia amigable fue altamente efectiva paraimpulsar a las personas a ejercitarse más, ya que los pares se impulsaban mutuamente a no dejar de hacerlo y a hacer más. En ese “efecto de trinquete social” la actividad de cada persona genera más actividad en los demás. Las redes sociales en las que las personas simplemente ofrecían aliento positivo mutuo eran mucho menos útiles.
Las personas suelen realizar comparaciones hacia arriba o hacia abajo. En las comparaciones hacia arriba, nos comparamos con aquellos que creemos que son mejores que nosotros de alguna manera; en las comparaciones hacia abajo, hacemos lo contrario. Entonces, no resulta sorprendente que las investigaciones encuentren que las comparaciones hacia abajo nos hagan sentir mejor con nosotros mismos pero que hay peligros en cada enfoque, inseguridad y celos, o exceso de confianza y arrogancia.
La envidia suele ser un sentimiento desagradable que puede llevar a melancolía, resentimiento o incluso violencia. Sin embargo, algunos psicólogos han sugerido que las personas pueden experimentar envidia “benigna” En donde usan sus sentimientos envidiosos como motivación para mejorarse a sí mismos. Por ejemplo, la envidia benigna podría llevar a algunas personas a intentar emular las mejores cualidades de una persona que tiene lo que quieren.
Theodore Roosevelt llamaba a la comparación “la ladrona de la alegría” y puede haber tenido razón. La comparación social puede motivar a las personas a mejorar, pero también puede promover actitudes críticas, sesgadas, excesivamente competitivas o de superioridad. La mayoría de las personas tienen habilidades sociales y control de impulsos suficientes para mantener la comparación social dentro de sí y no actuar por envidia o resentimientos provocados por hacer comparaciones. Pero sus verdaderos sentimientos podrían manifestarse de otras maneras.
Las comparaciones tienen más probabilidades de hacernos sentir mal cuando cometemos el error de solo compararnos como paragones de ciertos rasgos. Por ejemplo, muchas personas creen que tienen una vida social mucho menos activa que otros. Pero cuando hacen esas comparaciones, las personas tienden a compararse solo con las personas más sociables que conocen. Comprender este sesgo puede ayudarnos a hacer comparaciones más realistas y motivadoras.
Revisar constantemente las redes sociales llenas de imágenes de fiestas, conciertos y otros eventos aspiracionales puede reducir el autoestima y contribuir a la depresión. Pero algunos estudios han encontrado que esos riesgos afectan principalmente a aquellos con un alto rasgo de neuroticismo, y otros sugieren que el uso de redes sociales puede reforzar el autoestima; por ejemplo, cuando las personas revisan sus propias imágenes de buenos momentos con amigos.
Para ser menos vulnerables a comparaciones dolorosas, es importante notar a las personas o eventos que provocan ese comportamiento. Comprometerse a estar profundamente agradecidos por lo que es bueno en la vida de uno. Y recordar que la propensión humana a querer lo que otros tienen es una terrible pérdida de tiempo, a menos de que lo que veamos y “codiciemos” de otra persona sea algo de profundo valor, como su generosidad o amabilidad.
Muchas personas caen en la trampa del sesgo de posicionamiento, comparándose “hacia arriba” con más frecuencia que “hacia abajo” con relación a su propia posición. Una fascinación con la cultura de las celebridades y la prevalencia de redes sociales cuidadosamente maquilladas solamente alimenta el efecto al exponer a las personas a un interminable flujo de las imágenes aparentemente perfectas de los hogares, trabajos, habilidades y familias de los demás.
Se ha demostrado ampliamente que las personas tienden a creer que están por encima del promedio cuando se trata de características deseables como la inteligencia. Pero esa creencia podría no ser tan estable. Por ejemplo, las personas usualmente reportan fácilmente que son más inteligentes que el promedio pero son un poco más humildes cuando se les pide que se coloquen en un percentil específico o se califiquen en ciertas habilidades específicas.
Dos tercios de los estadounidenses creen que su inteligencia está por encima del promedio, pero los hombres tienen más probabilidades de autoinflarse que las mujeres; en encuestas realizadas, más del 70 por ciento de los hombres dicen ser más inteligentes que el promedio, en comparación con el 60 por ciento de las mujeres, y tiene muchas más probabilidades de estar “muy de acuerdo” con que son más inteligentes que el promedio.
La grandiosidad es el rasgo central de muchos individuos con narcisismo. Pero percibirse a sí mismos como superiores también requiere considerar que todos los demás están por debajo de ellos. Las investigaciones encuentran que mientras que la mayoría de las personas están impulsadas por la inclusión social y aprobación, aquellas con una alta puntuación de narcisismo están motivadas por una necesidad de estatus, de estar por encima de un grupo, en lugar de ser recibidos por él.