Al igual que algunas ramas de la psicología y muchas tradiciones de sabiduría, los marcos filosóficos clave intentan dar sentido a la existencia y la experiencia humanas y conectar esas experiencias con el mundo en general. El estudio formal de la lógica ayuda en la toma de decisiones y en los argumentos interrogativos y (aparentemente) en el pensamiento racional. La epistemología examina las creencias, la opinión y el conocimiento objetivo; como tal, puede ayudar a las personas a entender si sus conocimientos derivan de información objetiva o subjetiva. La axiología es un término elegante para el estudio de la ética y la estética.
La psicología y la neurociencia nos muestran que muchos de nuestros sistemas de creencias son adaptativos; la estética de lo que encontramos agradable y la ética de la conducta social evolucionó con el tiempo para ayudar en la supervivencia humana y la reproducción. Como tal, toda filosofía tiene fundamentos psicológicos. Las preguntas filosóficas clave, incluida la relación entre la mente y el cuerpo, el significado del libre albedrío y la fe, la naturaleza de la conciencia y lo que constituye la felicidad, son simplemente componentes del sistema operativo de nuestro cerebro y, como tal, se pueden enmarcar filosófica o científicamente.
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Al igual que algunas ramas de la psicología y muchas tradiciones de sabiduría, los marcos filosóficos clave intentan dar sentido a la existencia y la experiencia humanas y conectar esas experiencias con el mundo en general. Estos incluyen lógica, ética, epistemología y metafísica.
El estudio formal de la lógica ayuda en la toma de decisiones y en el interrogatorio de argumentos y (aparentemente) el pensamiento racional. La axiología es un término elegante para el estudio de la ética y la estética; este tipo de filosofía busca comprender qué hace que los individuos y las acciones sean "buenos" o "correctos". La epistemología examina creencias, opiniones y conocimientos objetivos; como tal, puede ayudar a las personas a comprender si sus creencias más cercanas se derivan de información objetiva o subjetiva. La metafísica cuestiona la naturaleza de la realidad y si existen conceptos abstractos como "verdad" o un poder superior; trata de comprender por qué el universo está ordenado de la forma en la que lo está.
Las personas interactúan con el mundo a través de información sensorial, y sus reacciones a su entorno pueden explicarse por procesos físicos y biológicos reconocibles. El filósofo David Chalmers llamó "fáciles" a estos problemas de la conciencia porque podrían explicarse, al menos parcialmente, por medios cognitivos o físicos.
Además de las formas sensoriales de experimentar el mundo que les rodea, las personas tienen esta perspectiva en primera persona de sus vidas que no puede ser racionalizada tan fácilmente. Algunos lo llaman conciencia o el "alma" humana, pero nadie ha encontrado una explicación basada en la evidencia para ello. Chalmers acuñó la frase "problema difícil de la consciencia" en 1995 para explicar el fenómeno.
El llamado "Problema del tranvía" pone a prueba la toma de decisiones morales de las personas al obligarlas a elegir rápidamente entre: 1) no hacer nada y dejar morir a cinco personas, y 2) matar a un transeúnte para salvar cinco vidas. No existe una solución "correcta", ya que de cualquier manera, morirán personas inocentes. Por lo tanto, la gente tiende a adoptar uno de estos dos enfoques filosóficos: el deontologismo insiste en que matar está mal, por lo que es preferible la no interferencia, incluso cuando mueran más personas; el utilitarismo, en cambio, favorece la opción con el mejor resultado posible (en este caso, matar al espectador para salvar más vidas). En la vida real, sin embargo, arrojar a alguien debajo de un autobús, incluso si es por un bien mayor, tiende a tener graves consecuencias.
Platón dijo que el pensamiento es "la mente en conversación consigo misma" y los métodos centrales de autointerrogación en psicoterapia y psicología se construyen, de hecho, sobre preceptos filosóficos. Tanto el diálogo socrático como el estoicismo son evidentes en los principios de la Terapia Cognitiva Conductual (TCC) y la Terapia Conductual Emotiva Racional (TCER). La TCC y especialmente la TCER asesoran a las personas en la evaluación y el dasafío a sus creencias y en la tolerancia de sentimientos desagradables —provenientes de Epictetus. La conexión es por supuesto bidireccional: hay evidencia de que las posiciones de la gente sobre cuestiones filosóficas tan relevantes como la cuestión del libre albedrío están influenciadas por su propio temperamento y personalidad.
Depende de cómo se defina "ilusión". El psicólogo y neurocientífico Michael Graziano desarrolló su teoría del esquema de atención de la conciencia para explorar esta cuestión. Esencialmente, sostiene que el cerebro humano desarrolló un modelo demasiado simplificado de cómo procesa la información sensorial y dirige la atención (llamado esquema) para no sentirse abrumado por los detalles físicos de lo que está sucediendo. Graziano sugiere que nuestra experiencia interna subjetiva (o conciencia) solo se siente no física, porque a lo largo de los años, nuestros cerebros han adoptado esquemas como un tipo de atajo mental, por lo que no somos conscientes de todos los procesos físicos que realmente están ocurriendo como lo hemos hecho. experiencias de primera mano en el mundo.
Algunos expertos creen que ciertos procesos cognitivos e incluso estados mentales se extienden fuera de la mente individual, a menudo en el mundo físico. Por ejemplo, un paciente de Alzheimer podría escribir información importante en un cuaderno al que luego podría consultar, o alguien podría confiar en su cónyuge o en un grupo de amigos para ayudarlo a recordar detalles importantes o resolver problemas de manera creativa. Además, la mayoría de las personas recurren a Internet como una fuente de conocimiento que no tienen disponible en sus propias cabezas.
Los cerebros humanos evolucionaron para reconocer patrones, identificar causas y efectos y, en general, buscar significado en la vida. Cuando ocurren eventos, afortunados o no, por casualidad, psicológicamente puede ser difícil aceptar el resultado. Las personas tienden a culparse a sí mismas por problemas que están fuera de su control o son el resultado de la mala suerte; esto puede conducir a una gran angustia, como la culpa del sobreviviente. La ciencia sugiere que aceptar la aleatoriedad en la vida a menudo conduce a una reducción del sufrimiento emocional.