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Verificado por Psychology Today

Jason Whiting Ph.D.
Jason Whiting Ph.D.
Violencia doméstica

Atrapadas en casa: la violencia doméstica durante la pandemia

El virus está limitando las opciones y aumentando el estrés para las víctimas de violencia.

Pixabay
Fuente: Pixabay

Durante una reciente sesión de terapia en línea, Carla me dijo que su esposo, Gus, quien recientemente perdió su trabajo durante el encierro, había estado durmiendo durante el día y viendo videos que lo hacían enojar durante la noches. Cuando estaba despierto, era demandante, le insistía en que lo alimentara o fuera a traerle algo de la licorería. Después de muchos días de esto, finalmente se negó. Entonces le quitó las llaves de su coche, le gritó y la acusó de fastidiarlo y provocarlo.

"Estoy agotada y preocupada" me dijo. "Ahora soy la única fuente de ingresos y parte de mi dinero se gasta en hacer pagos a sus hijos y su ex esposa. Estoy intentando trabajar desde casa, lo que no va bien con él aquí, y al mismo tiempo, estoy intentando convencerlo de que se cuide por su diabetes, pero simplemente se niega y me dice que no soy su mamá."

El bienestar de Carla se iba deteriorando junto con el comportamiento de Gus. Él le estaba haciendo amenazas suicidas y las cosas se empezaron a volver físicas, empujaba a Carla cuando quería hablar, y la retenía cuando intentaba irse. Preocupada por este comportamiento en espiral decadente, le pregunté a Carla por su seguridad.

"Realmente no creo que me lastimaría," me contestó, "pero nunca lo había visto tan fuera de sí."

Le pregunté si había armas en la casa ya que su presencia hace que los pensamientos suicidas y homicidas sean más plausibles y me dijo que Gus tenía una debajo de la cama y que acababa de conseguir otra. Este matrimonio ya de por sí difícil se estaba volviendo peligroso y abusivo bajo el estrés del COVID-19.

El reto actual

El mundo está crujiendo debajo del estrés de la pandemia que aún se está esparciendo, y esto está poniendo a las familias y relaciones bajo mucha tensión. Aquellos que están lidiando con abusos son de especial preocupación. Más de un tercio de las mujeres y hombres han experimentado abuso emocional por parte de sus parejas, incluyendo coerción, crueldad o humillación, y alrededor de una entre cuatro mujeres y uno entre siete hombres ha experimentado violencia física por parte de una pareja cercana. Estas experiencias son crudas y dañinas y la pandemia las está empeorando.

La situación actual ha incrementado los factores estresantes que tienden a incitar los abusos. La marcha implacable del virus, el diluvio de noticias mayoritariamente negativas en redes sociales, el riesgo de perder un trabajo, estar amontonados en casa y un aumento en las ventas de alcohol, causa fricciones que pueden convertirse en violencia. Los perpetradores usualmente justifican sus comportamientos abusivos culpando a estresantes externos, incluyendo a su pareja, y a aquellos con menos poder y mayor aislamiento están ante un mayor riesgo de resultar heridos.

La triste realidad es que mientras que la violencia y los factores están aumentando, los recursos para las víctimas están decreciendo. Además, las víctimas que necesitan hacer una llamada para obtener ayuda, tal vez ya no tienen la privacidad necesaria para hacerlo, y los recursos públicos, como la policía y los profesionales médicos están al límite. En algunos países incluso se le ha pedido a las autoridades que no respondan a llamadas de violencia doméstica para evitar que el virus se esparza, y los refugios para mujeres víctimas de violencia doméstica no pueden recibir a más gente o tienen poco personal. Algunas víctimas no están dispuestas a dejar a su abusador porque irse a un refugio o a casa de un amigo podría poner a sus hijos y a otros en riesgo de contagio.

Carla me describió algunas de estas dificultades. El incremento en la tensión y enojo de Gus llevó a que tomara más, lo que aflojó su autocontrol y su voluntad para responsabilizarse por sus comportamientos. Conforme aumentaba la presión, el mundo de Carla se reducía.

¿Qué se puede hacer?

La violencia doméstica es un reto complejo con muy pocas soluciones sencillas, pero hay cosas que podemos considerar que podrían ayudar a esposas lidiando con abuso físico y emocional. Algunas de estas sugerencias probablemente ayuden con abusos emocionales, mientras que serán necesarias otras para niveles más altos de control o de violencia física, lo que requiere de una intervención más intensiva.

  • Enfocarse en la seguridad. Escuchemos a nuestra intuición y actuemos si las cosas escalan o se vuelven amenazadoras. Nunca hay que minimizar los focos rojos.
  • Poner límites. Solicitando respeto de una manera tranquila pero firme que honre el valor individual. Si un abusador no respeta los límites o se siente provocado por ellos, es señal de que debemos tomar pasos adicionales.
  • Crear un plan. Hay guías en línea que ayudan a las mujeres a crear un plan de seguridad. Estos incluyen tener guardados en un lugar seguro y de fácil acceso los documentos importantes, algo de dinero y copias de llaves para tomarlos rápidamente y salir hacia un lugar seguro elegido con antelación. Además, se puede usar una palabra de seguridad que decirle a los niños (y enviarla por mensaje a otros) para que reconozcan que la situación se ha puesto peligrosa.
  • Obtener apoyo. También hay muchos grupos en línea y números telefónicos en donde se puede obtener ayuda para que las víctimas puedan enfrentarse a la confusión y el temor de un abuso. Muchos refugios y profesionistas siguen ofreciendo consultas telefónicas y terapias en línea, tal vez no sea tan largo o profundo como una terapia en persona, pero de igual forma brindan validación y consejos útiles.
  • Actuar de manera decisiva. Si el peligro se vuelve demasiado, lo mejor es salir a como de lugar. Tener un contacto de emergencia si las autoridades no pueden ayudar y actuar cuando aparezcan las primeras señales de peligro.

Carla y yo discutimos su seguridad y planeamos algunas opciones de escape. Logró poner las armas en una caja fuerte, escondió la llave y se preparó para tener una conversación directa con Gus. Pero después de este intento de conversación, Gus siguió minimizando su comportamiento haciéndose pasar por la víctima. Carla se dio cuenta de que se estaba responsabilizando demasiado por Gus y por su salud, así que decidió irse por un tiempo. Después de una semana logró mover cuidadosamente sus pertenencias más importantes a casa de una amiga mientras Gus dormía. Le dejó una lista de solicitudes que tendrían que pasar para que ella volviera.

Carla tuvo muchas más opciones que las que tienen la mayoría de las mujeres que están siendo lastimadas o acosadas. Quienes estén en situaciones más severas necesitarán ayuda de las autoridades. Espero que, durante esta pandemia, podamos seguir creando consciencia sobre la situación de vulnerabilidad que viven muchas personas y trabajemos juntos para reducir la violencia doméstica.

*Los nombres y detalles se cambiaron por confidencialidad

A version of this article originally appeared in English.

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