La cognición se refiere, simplemente, al pensamiento. Existen las aplicaciones obvias del razonamiento consciente (calcular impuestos, jugar al ajedrez, deconstruir Macbeth) pero el pensamiento toma muchas formas más sutiles, como interpretar la información sensorial, guiar las acciones físicas y empatizar con los demás.
La vieja metáfora de la cognición humana era la computadora, una máquina lógica de procesamiento de información. No se puede deletrear cognición sin el "cog". Sin embargo, si bien algunos de nuestros pensamientos pueden ser binarios, hay mucho más en nuestro "wetware" que 0 y 1. La investigación psicológica sobre la cognición se centra no solo en el pensamiento, sino también en la atención, la creación y el almacenamiento de recuerdos, la adquisición y retención de conocimientos, el aprendizaje de idiomas y el razonamiento lógico. A medida que las personas adquieren nuevas experiencias, su cognición puede cambiar de maneras sutiles pero poderosas.
La mayor división entre los humanos y todos los demás animales reside en nuestros procesos mentales de orden superior. Gran parte de la investigación relacionada con la cognición se ha centrado en las áreas amplias del razonamiento y la toma de decisiones, incluidas la forma en que las personas aplican la lógica, piensan en los problemas y toman decisiones grandes y pequeñas.
Un área prominente de investigación, por ejemplo, fue popularizada por los psicólogos Daniel Kahneman y Amos Tversky y se centra en la distinción entre pensamiento "rápido" y "lento". El pensamiento rápido es intuitivo, automático y casi imposible de apagar, confiando en procesos heurísticos para llegar a una decisión "lo suficientemente buena". Por el contrario, el pensamiento lento requiere una gran cantidad de tiempo y energía para analizar todos los datos disponibles antes de llegar a una conclusión.
Otras áreas de interés incluyen sesgos cognitivos, como la tendencia de los humanos a participar en estereotipos y sesgos egoístas (creyendo que uno está por encima del promedio en muchos rasgos). Se cree que aislar y comprender estos sesgos, la mayoría de los cuales ocurren inconscientemente, ayuda a las personas a pensar de manera más objetiva.
El cerebro procesa la información utilizando una vasta red de células cerebrales llamadas neuronas. La información es detectada y codificada en varias neuronas, que se comunican entre sí a través de señales eléctricas y químicos llamados neurotransmisores. Esa comunicación entre neuronas forma la base de lo que experimentamos como pensamiento.
Ejemplos comunes de sesgos cognitivos incluyen el sesgo de confirmación, o la tendencia a buscar información que apoye lo que uno ya cree, y el sesgo de anclaje, en el que alguien da un peso indebido a la primera información que recibe, incluso si es incorrecta o incompleta.
La investigación sugiere que la forma en que pensamos está influenciada por la cultura en la que vivimos. Las personas en las culturas occidentales, por ejemplo, tienden a enfocarse en los atributos de objetos o ideas individuales y consideran las partes de un problema de forma separada del todo; las personas en las culturas orientales, por el contrario, pueden ser más propensas a enfocarse en el contexto más amplio y las relaciones entre objetos o ideas.
La toma de decisiones puede ser complicada por factores externos como la información incompleta o un plazo urgente. También puede verse obstaculizada por procesos internos, como la ansiedad por tomar la decisión "incorrecta" o sentirse abrumado por un número excesivo de opciones. La evidencia también sugiere que cuando dos opciones prometen resultados relativamente similares, se necesita más tiempo para determinar cuál es "mejor" que para distinguir entre opciones muy diferentes.
La investigación psicológica sugiere que algunas estrategias simples podrían conducir a una mejor toma de decisiones. Estas incluyen tomar la decisión cuando estás descansado y mínimamente estresado; tomarse el tiempo para pensar en decisiones complicadas, en lugar de actuar por impulso; reunir los hechos necesarios; y crear "reglas" para ayudar a guiar las decisiones que ocurren con frecuencia.
El aprendizaje (o el proceso de tomar nueva información y adquirir nuevos comportamientos y habilidades) es un componente clave de la cognición. Los seres humanos están lejos de ser la única especie que aprende, pero nuestras habilidades cognitivas avanzadas significan que somos capaces de aprender tareas más complejas, y lidiar con ideas más complejas, que la mayoría de las otras formas de vida conocidas. Mientras que algo del aprendizaje ocurre de forma automática y sin pensamiento consciente (aprender a no tocar una estufa caliente después de que te quemas, por ejemplo), otros tipos de aprendizaje requieren práctica deliberada para que la información permanezca.
Cuando el cerebro procesa nueva información, se forman nuevas conexiones entre neuronas. Si esa información se refuerza a través de la práctica repetida, estas conexiones se fortalecen y pueden comunicarse de manera más eficiente; si no se refuerza, las conexiones se debilitan y pueden ser podadas. El aprendizaje, por lo tanto, literalmente vuelve a conectar el cerebro, creando nuevas conexiones en la vasta red de neuronas.
El aprendizaje ocurre a través de una serie de vías, como la asociación: si dos estímulos se combinan repetidamente, una persona o un animal aprenderán que van juntos y cambiarán su comportamiento o expectativas en consecuencia. El aprendizaje también ocurre a través de la socialización; los niños, por ejemplo, aprenden qué comportamiento es apropiado observando y modelando el comportamiento de los adultos y otros niños. Los niños humanos, junto con muchos otros animales, también aprenden a través del juego, que les enseña a cooperar, compartir, seguir reglas y pensar creativamente.
El cerebro es plástico, lo que significa que crece y cambia con el tiempo; el aprendizaje es un motor clave de esos cambios. En respuesta a la nueva información y experiencias estimulantes, el cerebro genera nuevas espinas dendríticas, que almacenan recuerdos y facilitan la mejora de las conexiones entre las células nerviosas. Cuando falta estimulación o la información ya no es necesaria, las mismas espinas pueden marchitarse y las conexiones entre las sinapsis se debilitan.
Los estudios muestran que dividir el aprendizaje en fragmentos breves y espaciados suele ser más efectivo que tratar de acumular la misma cantidad en una sesión más larga. Priorizar el sueño también es esencial para el aprendizaje efectivo, dado que el sueño ayuda al cerebro a consolidar los recuerdos a corto plazo para que sean de largo plazo y podar la información irrelevante.
La memoria y el aprendizaje están estrechamente entrelazados. Después de que se aprende un hecho, concepto o habilidad física, debe almacenarse en la memoria para poder ser recordado o aplicado más adelante. Memoria de trabajo (o el almacenamiento a corto plazo de información que está siendo manipulada mentalmente) es especialmente esencial para el aprendizaje de nuevos conceptos y la solución de problemas.
La metacognición es el acto de pensar en los propios procesos mentales. La conciencia metacognitiva les permite a las personas identificar, monitorear y desarraigar el diálogo interno negativo y las creencias autolimitantes, y ser eficientes en el establecimiento de objetivos y la ejecución de tareas. Pensar y desafiar el propio pensamiento está en el corazón de muchos tipos de terapia, incluida la TCC.
Evaluar el estilo de pensamiento o los procesos de resolución de problemas puede ayudar a alguien a identificar sesgos cognitivos que interfieren con su toma de decisiones. La metacognición también puede ayudarles a identificar áreas donde su conocimiento o comprensión es deficiente.
Se cree que pensar en voz alta está relacionado con la metacognición, ya que verbaliza y, por lo tanto, llama la atención sobre el proceso de pensamiento de un individuo. Alguna evidencia sugiere que articular los pensamientos en voz alta puede mejorar la concentración en ciertas situaciones de alta presión, como durante una competencia.
La terapia metacognitiva es una forma de terapia cognitiva conductual que examina las creencias metacognitivas de los pacientes sobre cómo funcionan sus mentes y tiene como objetivo cambiar aquellas que fomentan hábitos de pensamiento contraproducentes. Por lo general, se trata de un enfoque limitado en el tiempo. La evidencia sugiere que puede ser más útil para tratar la ansiedad y la depresión.