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Verificado por Psychology Today

Gaslighting

¿Qué es el autogaslighting?

Cómo tomamos el papel del gaslighter y lo volvemos en nuestra contra.

Los puntos clave

  • Ser víctima de gaslighting puede convertir a alguien en autogaslighter.
  • Cuestionar la realidad de las heridas puede generalizarse a cuestionar todo sobre uno mismo.
  • La superación del autogaslighting comienza con el cambio de la propia respuesta al pasado.
Photo by Renè Müller/Unsplash
Gaslight.
Source: Photo by Renè Müller/Unsplash

La mayoría de nosotros hemos oído hablar del gaslighting. Es una forma de abuso emocional que utiliza la manipulación y la minimización para hacer que alguien cuestione su realidad.

El autogaslighting es cuando tomamos la postura del gaslighter. Interiorizamos su abuso (o falta de protección contra él) y comenzamos a hacernos gaslighting a nosotros mismos. Para mí, suena a algo como esto:

"Tal vez no fue tan malo”.

"No experimenté un trauma real".

"Si yo fuera una persona más fuerte o más espiritual, no me sentiría de esta manera".

"En realidad no quiso decir lo que yo pensé que quiso decir".

"Ella no me creyó porque no vale la pena creerme".

"Ya debería de haber superado esto, en lugar de que esto tenga un impacto en todos los aspectos de mi vida".

En la actualidad, a mis 40, puedo ver que he estado haciéndome gaslighting durante la mayor parte de mi vida. Fue tan profundo; me convertí en una psicóloga que se especializó en trauma, pero todavía no podía creer o reconciliar mi propio pasado traumático. Era como un fantasma que me perseguía, pero seguía pensando, "estoy siendo demasiado sensible, probablemente estoy exagerando".

Hice esto para encajar en la narrativa externa. Mi padrastro nunca iba a admitir las mentiras o los abusos que llevaba a cabo y mi madre se hizo de la vista gorda. La primera trabajadora social con la que hablé en mi infancia dijo: "el abuso emocional no es una situación denunciable". En mi cerebro en desarrollo, aprendí que el problema no iba a ser resuelto en lo externo, por lo que debía residir en mí.

Esto resultó en una tormenta de emociones que van desde la ansiedad, la depresión, la confusión y la vergüenza. Pero incluso mis síntomas se sentían como impostores porque no estaban relacionados con nada "real" y me decía a mí misma que no debería sentirlos en absoluto.

En mi experiencia, esto creó una división dentro de mi psique, como si yo fuera dos personas diferentes intercaladas juntas: la que sabía lo que sucedió—que sabía que estuvo mal y que no tenía la culpa—y la que tenía que asumir la responsabilidad solo para sobrevivir.

Viviendo en modo de supervivencia durante varias décadas, traté de atender a mi desregulación emocional, pero era como cortar la parte superior de la hierba. La raíz seguía siendo profunda y cuando la hierba aparecía de nuevo, aún más fuerte, era evidencia del gaslighting original: mira, estoy fundamentalmente rota.

La naturaleza invisible del gaslighting y del autogaslighting

Una de las cosas insidiosas del gaslighting y del autogaslighting es su naturaleza invisible. Los hace difíciles de identificar. Recuerdo desear tener moretones cuando era niña. Pensaba que, tal vez la trabajadora social me habría escuchado entonces.

Es fácil cuestionar las heridas invisibles, y una vez que empecé a cuestionar las grandes cosas que sucedían, se generalizó a todo. ¿Merezco cuidado, cosas buenas o mis logros? Empecé a sentir que no podía confiar en mí misma en absoluto. Estaba constantemente buscando una verdad irrefutable pero todo parecía más un espectro de posibilidades. El giroscopio en constante movimiento era operado por una crítica implacable, siempre apuntando con el dedo directamente hacia mí.

He aprendido que no es inusual que los niños que experimentan "moretones invisibles" inventen historias relacionadas con su dolor. Veo esto como un intento genial de mantener los orígenes del problema "allá afuera" donde pertenece. Pero eventualmente, incluso esto puede llevar al autogaslighting porque cuando se descubren las mentiras, el niño piensa, mira, debo ser yo.

Recuerdo que cuando estaba en 8º grado, estaba en una pijamada con varias amigas. Temprano en la mañana, comencé a fingir que hablaba dormida de cosas relacionadas con mi padrastro y queriendo terminar con mi propia vida. En realidad no era suicida, y no estaba mintiendo sobre la naturaleza del abuso que estaba experimentando, pero sentí que necesitaba amplificarlo a través del velo de "hablar dormida".

Algunas amigas comenzaron a hablar conmigo, tratando de obtener más información y sentí una pizca de ser vista. Me escuchan, ven mi dolor. Pero varias otras pensaron que estaba siendo dramática o buscando atención, vieron a través de la farsa y salieron de la habitación. La división entre los dos grupos era un espejo para mi yo dividido, entre mi gran necesidad y mis sentimientos de autodesprecio.

Esto fue hace 34 años, pero me estremezco mientras escribo sobre ello, como si hubiera pasado esta mañana. Todavía siento una gran vergüenza por mi respuesta al abuso que estaba experimentando. Se sentía como un intento obviamente fallido de darle sentido, para obtener algo de ayuda y lo tomé como otra señal de lo rota que estaba. ¿Por qué haría algo así? Tal vez mis padres tienen razón sobre mí, soy una mentirosa egoísta.

Y así es como el ciclo se repite: cada intento de compartir la raíz se convierte en una oportunidad para ser la maleza.

Pero aquí está el hecho del asunto: estas raíces ni siquiera son mías. No se originaron en mí. Estos pensamientos de que soy una mentirosa y manipuladora fueron deliberadamente plantados y luego alimentados a lo largo de mi infancia.

Hoy, si alguien me dijera: "No te creo. Eres una mentirosa. Inventaste todo", yo estaría horrorizada, y con razón. No puedo imaginar ningún escenario en el que le diría esto a otro ser humano y no quiero seguir diciéndomelo a mí misma.

En cambio, puedo practicar ser testigo de mi propio dolor. Puedo responder a mis sentimientos con permiso, compasión y validación.

Viendo la verdad detrás del autogaslighting

He aprendido que escribir es una manera poderosa de ver la verdad de mi autogaslighting, para ver sus orígenes más claramente. Y puedo compartir estas verdades más profundas con personas en las que confío.

Puede que no seamos capaces de reescribir el pasado, pero podemos cambiar la forma en que respondemos a él. Ya no me convertiré en el problema. Ya no aceptaré la responsabilidad por los males que me han hecho. No dudaré de mi valor o mi instinto solo porque otras personas nunca podrían validarlos. Me protegeré, me amaré y confiaré en mí misma. Extiendo este mensaje a cualquiera que se identifique con este post.

  • Si te preguntas si tu trauma fue lo suficientemente malo como para sentirte tan mal como te sientes … lo fue.
  • Si te preguntas si mereces apoyo o las cosas que has logrado ... lo mereces.
  • Si te preguntas si puedes recuperarte de una vida de gaslighting… puedes.

A version of this article originally appeared in English.

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Acerca de
Ingrid Clayton Ph.D.

La Dra. Ingrid Clayton, se especializa en la intersección de la espiritualidad, adicción y trauma. Su libro Recovering Spirituality, explora el sesgo espiritual y su impacto en la recuperación. Su próximo libro de memorias Maybe It Wasn’t That Bad, revela el despertar de una psicóloga a su propio pasado traumático.

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