Sexo
La sorprendente psicología detrás de las relaciones casuales para tener sexo
Lo que significa “Netflix and chill” para hombres y mujeres.
3 de mayo de 2021 Revisado por Lybi Ma
Los seres humanos son inusuales entre las especies de mamíferos en su fuerte tendencia a participar en relaciones sexuales a largo plazo. La mayoría de los papás mamíferos son vagos: contribuyen con su parte del esperma al proceso reproductivo, pero no tienen nada que ver con la mamá o los niños después de eso.
Entre los seres humanos, sin embargo, la monogamia es la norma: un hombre y una mujer (generalmente, pero no siempre) se enamoran y se comprometen con su relación por el bien de criar una familia. Dado el costo en términos de tiempo y recursos necesarios para criar a los niños humanos, tiene sentido que hubiéramos evolucionado para adoptar una estrategia de apareamiento a largo plazo. En otras palabras, parece ser que la naturaleza humana es monógama.
Y, sin embargo, los seres humanos con bastante frecuencia participan en relaciones sexuales a corto plazo también. Incluso en sociedades donde las aventuras extramatrimoniales son severamente castigadas, la tentación de engañar puede ser demasiado abrumadora de resistir. Además, aquellos de nosotros que seguimos comprometidos con nuestros cónyuges todavía sentimos la necesidad de probar a otras parejas sexuales. Si fuera verdaderamente la naturaleza humana ser monógamos, no estaríamos tentados a desviarnos.
Los psicólogos evolutivos resuelven esta paradoja proponiendo que hombres y mujeres emplean estrategias de apareamiento tanto a largo como a corto plazo, dependiendo de las circunstancias. Es importante tener en cuenta que la creencia común de que los hombres prefieren las relaciones sexuales a corto plazo, mientras que las mujeres prefieren las de largo plazo no es parte de esta teoría, ni se confirma por los datos. Las mujeres que tienen hijos necesitan ayuda para criarlos, y es importante tener a un hombre cerca que esté biológicamente relacionado con esos niños, y por lo tanto comprometido con su bienestar. Del mismo modo, la mayoría de los hombres calculan que obtendrán más sexo en una relación estable que si juegan en el campo, por lo que se quedan.
Solo una minoría de hombres tiene lo que se necesita para jugar con éxito el juego de emparejarse a corto plazo por mucho tiempo, y que tienen poco incentivo para comprometerse con una mujer soltera. Los jugadores que también sienten presión social para establecerse rara vez se adhieren a sus votos matrimoniales, como lo atestiguan los innumerables escándalos de celebridades de Hollywood. En una línea similar, las mujeres que están comprometidas con sus carreras pueden decidir que no quieren la distracción del matrimonio y la familia. Pero todavía tienen necesidades sexuales, que satisfacen en el mercado del emparejamiento a corto plazo.
A lo largo de nuestras vidas, la mayoría de nosotros empleamos una estrategia mixta de emparejamiento a corto y largo plazo. Como adultos jóvenes, a menudo perseguimos relaciones exploratorias a corto plazo hasta que encontramos a alguien con quien comprometernos. Y si esa relación a largo plazo se agria, una vez más comenzamos a explorar otras opciones. Este fue probablemente el patrón típico de nuestros antepasados cazadores-recolectores, que formaban parejas monógamas con el propósito de criar a un niño, pero no necesariamente se comprometían de por vida. De hecho, la noción del matrimonio de por vida como el estándar para las relaciones sexuales surgió hasta que empezamos a participar en la agricultura hace unos 10,000 años, cuando la gente tenía que pensar en quién heredaría su propiedad.
La psicología evolutiva presenta las prácticas reproductivas humanas como una estrategia de dos vertientes, una mezcla de emparejamiento a corto y largo plazo. Pero como señalan la psicóloga australiana Evita March y sus colegas, estos estilos sexuales no son dos categorías separadas. Más bien, representan dos extremos de un continuo que va desde el más corto de todos, la aventura de una noche, hasta el más largo, a saber, la monogamia de toda la vida. Un ejemplo es la relación de amigos con beneficios, que ciertamente es a largo plazo e implica cierto nivel de apego emocional, pero sin el compromiso de la monogamia. Otro ejemplo, el enfoque del estudio March, es la llamada cachonda.
En una relación que se hablan para tener sexo, una pareja se encuentra en repetidas ocasiones específicamente para el propósito de tener sexo. Un encuentro se inicia cuando uno llama o le manda un mensaje de texto al otro para verse. La expresión "¿Netflix and chill?" Se ha vuelto una frase clásica para pedir sexo. La relación solo de sexo difiere de la de amigos con beneficios, en el sentido de que los amigos con beneficios también socializan entre sí y disfrutan su compañía incluso en situaciones no sexuales. Este tipo de relación, en contraste, es estrictamente sexual, con poco o nada de apego emocional.
Estas relaciones comparten rasgos de las estrategias de emparejamiento a corto y largo plazo. Al igual que las relaciones a corto plazo, el foco está en el sexo con la exclusión de cualquier componente social o emocional. Pero a diferencia de las aventuras de una noche, involucran repetidos encuentros con la misma persona. Entonces, la última pregunta que March y sus colegas se hicieron fue si los hombres y las mujeres veían las relaciones de sexo casual como aventuras de largo o corto plazo.
Para explorar la naturaleza de las relaciones de sexo casual comparadas con las relaciones a corto y largo plazo, March y sus colegas les pidieron a alrededor de 500 personas en sus 20 que respondieran un cuestionario en línea. Cerca de la mitad eran estudiantes universitarios, mientras que el resto ya trabajaban. Igualmente, cerca de la mitad de los hombres y mujeres reportaron tener experiencia en una relación de sexo casual. Se les pidió a los encuestados que reportaran las características personales que considerarían necesarias para querer involucrarse en uno de los tres tipos de relación: a largo plazo, a corto plazo, de sexo casual.
Además de reunir información demográfica de los encuestados, los investigadores les pidieron que evaluaran el nivel deseado del atractivo de su pareja, amabilidad y nivel social. Idealmente, todos queremos que nuestras parejas sexuales sean atractivas, amables y tengan dinero, pero en el mundo real, tenemos que hacer concesiones. Para reforzar limitaciones similares en la encuesta, a los encuestados se les dio una cantidad de dólares para encontrar pareja, que tenían que distribuir entre las tres características. Los investigadores interpretaron que se le diera muchos dólares a un rasgo como indicador de una necesidad y dar pocos dólares a un lujo, algo que se prefiere, pero que no es un deber si falta.
Para las parejas a corto plazo, tanto hombres como mujeres evaluaron el atractivo como una necesidad, pero vieron la amabilidad y el nivel social como un lujo. Este hallazgo es consistente con mucha de la otra investigación sobre las relaciones a corto plazo, que son estrictamente de naturaleza sexual sin ningún otro componente social o emocional.
Para las parejas a largo plazo, los hombres aún consideraban el atractivo como una necesidad, pero las mujeres lo veían como un lujo. Tanto hombres como mujeres evaluaron la amabilidad y el nivel social como un lujo. Estos resultados no se apegan completamente a hallazgos anteriores, que típicamente muestran a los hombres evaluando el atractivo como algo más importante y a las mujeres evaluando el nivel social por encima del atractivo. Esto puede reflejar los cambios en la sociedad, a medida que más mujeres son independientes financieramente y no necesitan que su pareja sea el sustento de la familia.
Cuando se trata de sexo casual, tanto hombres como mujeres evaluaron el atractivo de la pareja como una necesidad, sugiriendo que las veían más como relaciones a corto plazo que a largo plazo. Sin embargo, las mujeres (pero no los hombres) evaluaron la amabilidad como necesaria, implicando que las mujeres ven las relaciones de sexo casual como más similares a las relaciones más comprometidas. Esto apoya la noción de que estas relaciones, al menos para las mujeres, son una relación exploratoria sexual que tiene el potencial de desarrollarse a una relación a largo plazo.
El hombre, en contraste, parece considerar las relaciones de sexo casual como una serie de aventuras de una noche, con poca posibilidad para un compromiso más profundo. Aún más, a los encuestados que reportaron haber experimentado una relación de sexo casual se les preguntó si había resultado en una relación más comprometida. Era más probable que las mujeres reportaran que sí, mientras los hombres dijeron que no.
Este hallazgo contradictorio se debe quizá a un sesgo al reportar en el que cada encuestado respondía de acuerdo a su resultado deseado que a la realidad. En cualquier caso, los datos de este estudio sugieren que las mujeres ven las relaciones de sexo casual como más comprometidas que sus parejas masculinas. March y sus colegas concluyen que las relaciones de sexo casual pueden ser un compromiso entre las estrategias de emparejamiento a corto y largo plazo, pero este es un compromiso principalmente solo para las mujeres.
En mi opinión, los adultos deberían ser libres para perseguir cualquier actividad sexual que deseen. Pero también creo que necesitan mantener sus ojos abiertos para que sepan en qué se están metiendo. Cuando se trata de sexo, la comunicaicón abierta sobre las expectativas es esencial si las parejas quieren maximizar los beneficios de la relación sin desgastarse a largo plazo.
A version of this article originally appeared in English.