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Verificado por Psychology Today

Sesgo

Cegarse al color es una forma de racismo

Este enfoque permite que neguemos diferencias culturales incómodas.

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Blindness means being unable to see.
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¿Qué es la ceguera racial?

Los problemas raciales suelen ser incómodos de discutir, ya que están cargados de estrés y controversia. Se han presentado muchas ideas para atender este punto doloroso en la mentalidad comunitaria. Actualmente, el enfoque más popular es cegarse al color. Cegarse al color es la ideología racial que defiende que la mejor manera de acabar con las discriminación es tratar a todos los individuos con tanta igualdad como sea posible, sin darle importancia a la raza, cultura o etnicidad.

A primera vista, cegarse al color parece algo bueno, como si estuviéramos tomando en serio a Martin Luther King cuando dijo que juzgáramos a las personas por el contenido de su carácter no por el color de su piel. Se enfoca en los puntos en común entre las personas, como su humanidad compartida.

Sin embargo, solo cegarse al color es insuficiente para sanar las heridas raciales a nivel universal y personal. Es solo una medida a medias que al final opera como una forma de racismo.

Problemas con el enfoque ciego al color

¿Racismo? Sí, es una palabra fuerte, pero miremos al problema directamente con un ojo parcialmente ciego. En una sociedad cegada al color, las personas blancas, que tienen pocas probabilidades de experimentar desventajas debido a su raza, pueden efectivamente ignorar el racismo, justificar el orden social actual y sentirse más cómodos con su postura relativamente privilegiada en la sociedad (Fryberg, 2010). Sin embargo, gran parte de las minorías que se enfrentan regularmente a dificultades debido a la raza, experimentan las ideologías ciegas al color de maneras muy diferentes. La ceguera al color crea una sociedad que niega sus experiencias raciales negativas, rechaza su herencia cultural e invalida sus perspectivas únicas.

Separémoslo en dos términos simples: ceguera al color = “personas de color, no las vemos (al menos no bajo esa parte mala ‘coloreada’)”. Como persona de color, me gusta quién soy y no quiero que ningún aspecto de eso sea invisible o pase desapercibido. La necesidad de ceguera implica que hay algo vergonzoso en el aspecto que me dio Dios y la cultura en la que nací, y que no deberíamos hablar de llo. Entonces, la ceguera de color ha ayudado a convertir la raza en un tema tabú que las personas educadas no pueden discutir abiertamente. Y si no se puede hablar de ello, no se puede entender y mucho menos arreglar los problemas raciales que plagan nuestra sociedad.

La ceguera de color no es la respuesta

Muchos ven la ceguera de color como útil para las personas de color al afirmar que la raza no importa (Tarca, 2005). Pero la mayoría de las minorías explican que la raza sí importa ya que les afecta en oportunidades, percepciones, ingresos y mucho más. Cuando surgen problemas relacionados con la raza, la ceguera al color tiende a individualizar los conflictos y deficiencias, en lugar de examinar el panorama más amplio con las diferencias culturales, estereotipos y valores puestos en contexto. En lugar de provenir de una posición iluminada (aunque bien intencionada), la ceguera al color viene de una carencia de conciencia del privilegio racial que brinda ser blanco (Tarca, 2005). Las personas blancas pueden suscribirse a la ceguera de color sin culpa porque usualmente no están conscientes de la manera en la que la raza afecta a las personas de color en la sociedad en general.

La ceguera de color en una relación psicoterapéutica

¿Cómo puede causar daños la ceguera de color? En un pasado no muy distante, los comentarios raciales y étnicos de un cliente eran considerados como un alejamiento defensivo de asuntos realmente importantes y el terapeuta los solía interpretar como resistencia (Comas-Diaz y Jacobsen, 1991). Sin embargo, este enfoque retrasa la exploración de conflictos relacionados con la raza, etnicidad y cultura. El terapeuta no ve la imagen entera y el cliente se queda frustrado.

Un enfoque cegado al color hace exactamente lo mismo. La ceguera significa no ser capaz de ver cosas. Yo no quiero cegarme. Yo quiero ver las cosas con claridad, incluso si me incomodan. Como terapeuta, necesito ser capaz de escuchar y “ver” todo lo que comunica mi cliente a diferentes niveles. No puedo permitirme ceguera ante nada. ¿Te gustaría ver a un cirujano operar con los ojos vendados? Claro que no. De manera similar, un terapeuta tampoco debería cegarse, especialmente ante algo tan crítico como la identidad racial o cultural. Al alentar la exploración racial y conceptos culturales, un terapeuta puede brindar una oportunidad más auténtica para entender y resolver los problemas de su cliente (Comas-Diaz y Jacobsen, 1991).

Sin embargo, me he encontrado con muchos colegas que participan en la filosofía de ceguera ante el color. Ignoran la raza y hacen como si sus efectos sociales, históricos y personales no existieran. Este enfoque ignora la experiencia increíblemente sobresaliente de ser estigmatizado por las sociedad y representan un fracaso empático por parte del terapeuta. La ceguera al color no propicia la igualdad o el respeto; lo único que hace es librar al terapeuta de su obligación de atender diferencias y dificultades raciales importantes.

La multiculturalidad es mejor que la ceguera

La investigación ha demostrado que escuchar mensajes con ceguera de color predice resultados negativos entre los blancos, como un mayor sesgo racial e influencias negativas; de la misma forma, los mensajes así causan estrés en las minorías étnicas, lo que resulta en un desempeño cognitivo reducido (Holoien et al., 2011). Dado todo lo que está en juego ya no podemos permitirnos estar cegados. Es momento de cambiar y crecer. Es momento de ver.

La alternativa a la ceguera es el multiculturalismo, una ideología que reconoce, destaca y celebra las diferencias étnicas y raciales. Reconoce que cada tradición tiene algo valioso que ofrecer. No teme ver cómo han sufrido los demás como resultado de conflictos o diferencias raciales.

Entonces, ¿cómo nos volvemos multiculturales? Las siguientes sugerencias son un buen comienzo (McCabe, 2011):

  1. Reconocer y valorar las diferencias,
  2. Enseñar y aprender sobre esas diferencias, y
  3. Alentar amistades personales y alianzas organizacionales.

Pasar de la ceguera al multiculturalismo es un proceso de cambio y el cambio nunca es fácil, pero no podemos pagar el precio de seguir así.

A version of this article originally appeared in English.

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Acerca de
Monnica T Williams Ph.D.

La Dra. Monnica Williams, miembro de American Board of Professional Psychology es psicóloga clínica acreditada y profesora asociada en la Universidad de Ottawa en la Escuela de Psicología, donde es también la cabeza del Canada Research para las Disparidades de Salud Mental.

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