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Verificado por Psychology Today

Depresión

Cuando tu mente no permite que tu cuerpo se mueva

La depresión puede evitar que lleves a cabo incluso los actos más simples.

Una de las cosas más difíciles de explicarles a otras personas sobre la depresión es que te roba el control, no solo de tus emociones, sino también de tu cuerpo. Hay un fenómeno llamado “retardación psicomotriz” que ocurre en muchos episodios. Puede empezar como una ralentización general de tus procesos mentales y físicos y empeorar hasta llegar a una parálisis. De todas las cosas que odio sobre la depresión, creo que esta está al principio de la lista.

No solo me refiero a que es difícil moverse; quiero decir que es prácticamente imposible, Digamos que hay un bote de yogurt congelado delante de mí, esperando a ser comido. A mí me encanta el yogurt congelado y creo que hace del mundo un lugar mejor. Pero cuando estoy severamente deprimida, no puedo reunir la suficiente energía ni fuerza de voluntad necesarias para hacer que mi mano se mueva hacia la mesa y tome una cuchara. El yogurt se queda ahí, delante de mí, desafiándome hasta que se descongela: “¿quién está congelado ahora?” me dice.

Si no puedo superar la parálisis por suficiente tiempo como para hacer algo que me da placer, imagina cómo es enfrentarme a tareas desagradables de la vida diaria. Solo pensar en salir de la cama y abrir la llave de la regadera me sumerge en desesperación. Luego está el rigor impío de cepillarme los dientes. La tortura de tender la cama. La agonía de abrocharme la blusa. Todo me sobrepasa, pero tiene que hacerse y, se los juro, he pasado horas en mi cama esforzándome por arrojar las cobijas para poder hacerle frente a la vida.

Tengo infinita simpatía hacia las personas con discapacidades físicas, pero hay una voz en el fondo de mi cabeza que dice, “al menos hay otras personas que lo entienden”. He intentado explicar una y otra vez los horrores de la retardación psicomotora a los demás, incluyendo a mis doctores, y siempre siento que no lo logré del todo. Como que me estoy quejando de algo efímero que está bajo mi control, algo que podría dominar si lo intentara realmente.

Y realmente lo he intentado.

Esa es una de las razones por las que me molesta cuando las personas bien intencionadas intentan animarme diciéndome todo sobre los estudios que leyeron donde decía que el ejercicio puede curar la depresión, o que es al menos tan efectivo como los antidepresivos. Invariablemente, estas personas se olvidan de un modificador esencial que se usa en todos esos estudios: depresión “moderada”. Créanme, si solo estuviera moderadamente deprimida sería la primera en saltar de la cama e irme a tomar el sol. Pero cuando estoy deprimida hasta el punto de la parálisis, solo escucho ese consejo y parpadeo con incredulidad. Están bromeando ¿verdad? Si pudiera moverme, ¿estaría acostada aquí indefensa abrazando mi cobija? Si pudiera moverme, ¿por qué demonios no lo haría?

Hace poco vi La teoría del todo y me preguntaba si a Stephen Hawking le decían todo el tiempo que hiciera ejercicio. Probablemente no. Hay algo malvado en esta comparación y estoy segura de que merezco que me parta un rayo. Pero aún así, no hay nada malo con mi deseo de que las personas pudieran ver más allá de mi cuerpo hasta mi cerebro aletargado. Tal vez entonces podrían entender verdaderamente que mi fracaso al responder correos electrónicos y mi incapacidad de socializar, mi lasitud y mi letargo no están dentro de mi control.

Una vez cuando estaba en un hospital psiquiátrico, conocí a una mujer que estaba tan deprimida que estaba casi catatónica. Apenas si podía parpadear, olvídate de bañarse o interactuar. Luego sus doctores le prescribieron un nuevo medicamento y nunca olvidaré lo que pasó después. Una mañana antes de una sesión de terapia, la vi sacar su cepillo de su bolsa y empezar a cepillarse el cabello. Pasadas largas y fluidas a un ritmo suave y parejo tan hermoso que ningún ballet que hubiera visto podría competir con ello. Con ese movimiento supe que su depresión había dejado el control y que ella estaba a cargo de su vida de nuevo.

Con frecuencia pienso en ese momento cuando estoy atrapada en una parálisis. Sueño con el día en el que yo también simplemente me levantaré y cepillaré mi cabello.

A version of this article originally appeared in English.

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Acerca de
Terri Cheney

Terri Cheney es autora de Manic: A Memoir y The Dark Side of Innocence: Growing Up Bipolar.

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