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Verificado por Psychology Today

Relaciones

Cómo manejar el mal humor de tu pareja

Resistir la infelicidad de otra persona requiere de una estrategia bien considerada

Fuente: Brad Fults

Como sucede con la mayoría de las cosas en la vida, las relaciones amorosas son, para muchos de nosotros, una espada de doble filo: mientras que la mayoría encuentran que es maravilloso amar y ser amado, desarrollar lazos emocionales íntimos hacia alguien nos deja emocionalmente vulnerables, no solo a que nos lastimen los sentimientos y opiniones de nuestra pareja sobre nosotros, sino también a que nos afecte el mal humor de nuestra pareja. Si un colega o amigo se deprime, usualmente somos capaces de ofrecer palabras de aliento sin que nos absorba su huracán emocional. Sin embargo, cuando nuestra pareja se siente enojada, deprimida, celosa o ansiosa, nuestras emociones suelen activarse de maneras desagradables. ¿Qué podemos hacer para manejar el mal humor propio que surge a causa del mal humor de nuestra pareja?

  1. Identificar y entender nuestras reacciones típicas al humor de la otra persona.

En la escuela de medicina se les enseña a los estudiantes que si se sienten deprimidos al entrevistar a un paciente es porque el paciente está deprimido. Los humores son contagiosos. Con frecuencia, pero sin duda no siempre, tu reacción al humor de tu pareja será imitarla (por ejemplo, si está triste te sentirás triste, si siente enojo, lo sentirás también). Por ejemplo, cuando mi esposa se enoja con alguien, con frecuencia yo también siento enojo hacia esa persona. ¿Por qué? Porque no me gusta tener que lidiar con gente enojada (no es razonable, lo sé, pero las reacciones emocionales no suelen serlo).

  1. Responsabilizarse por el humor propio, no el de la otra persona. Tu propia reacción emocional al mal humor de tu pareja, si se expresa, probablemente empeorará la situación. Cuando yo me enojo con mi pareja por enojarse, eso solo hace que yo me enoje. Si te enojas con tu pareja por sentirse ansiosa (la ansiedad suele hacer que las personas sean molestas), eso no solo evitará que le ayudes con su pareja, con frecuencia también creará un conflicto entre ustedes a pesar de que el problema que provocó su ansiedad en primer lugar probablemente no tenía nada que ver contigo o la relación. Mantén este mantra en tu mente en todo momento: no puedes controlar el humor de tu pareja solo puedes influir en él, lo que significa que con una respuesta estratégica puedes incrementar la probabilidad de que mejore, pero eso no sucederá si tu estrategia es simplemente satisfacer tu propia reacción emocional.
  2. Entender que el humor propio tampoco está completamente bajo nuestro control. Quienes somos como personas suele estar influenciado por con quién estamos. Por ejemplo, ¿alguna vez notaste que te sientes y comportas de una manera con tu familia y de otra con tus amigos, y más distinto aún con tus colaboradores y jefe? Quienes están a nuestro alrededor tienen mucha más influencia sobre nosotros de lo que nos damos cuenta, no conscientemente, sino al ser quienes son (por ejemplo, ¿con qué frecuencia sientes ganas de ser amorosa y amable hacia tu esposo solo para sentir una frialdad y amargura ante su falta de gratitud; o animada y alegre alrededor de tus hijos solo para terminar irritada por sus berrinches?) Es decir que no estamos realmente en control de cómo nos sentimos nosotros mismos, no realmente. Sin embargo, podemos ejercer una influencia restrictiva sobre la probabilidad de que actuaremos ciegamente con base en nuestros sentimientos. Mejor aún, cuando se trata de relaciones, podemos mantenernos críticos de nuestras propias reacciones emocionales hacia los humores de nuestra pareja y hacer esfuerzos consistentes para decidir racionalmente cómo queremos reaccionar
  3. Desarrollar una estrategia antes de tiempo. Me tomó algo de tiempo, pero eventualmente me di cuenta de que cuando mi esposa está enojada por algo, quiere que yo también me enoje. He descubierto que esa es la mejor manera en la que puedo validar lo que siente, que es lo que la mayoría de nosotros queremos cuando sentimos algo con suficiente fuerza. Por otro lado, cuando está de mal humor, quiere que sea comprensivo pero no que le ayude. Con frecuencia asumo que puedo ayudar, olvidando, por supuesto, que la manera en la que yo resolvería un problema es muy distinta a la manera en la que ella lo hace. Para mí, la clave para resistir mi impulso de ayudar fue darme cuenta de que mi deseo de ayudarla estaba más impulsado por mi deseo de ayudarme a mí, es decir, en realidad estaba intentando resolver el mal humor de ella solo para resolver el mío. Darme cuenta de esto me liberó para actuar bajo mi entendimiento de que a veces, tan difícil como pueda sonar, lo mejor que puedo hacer es simplemente dejarla ser. Para lograr esto, ahora debo recordarme que su mal humor no es culpa mía (es increíble lo fácil que caemos en la trampa de creer que de alguna manera causamos el mal humor de nuestra pareja cuando en realidad no es así).
  4. Esto también pasará. Todos los estados de humor son temporales (por supuesto, algunas personas pasan más tiempo de mal humor de lo que nos gustaría, pero ese es otro asunto completamente). La clave es encontrar un lugar de ecuanimidad mientras tu pareja está de mal humor. Puedes sentirte mal por tu pareja y mal por ti mismo. Idealmente, te gustará ser una persona que, cuando su pareja está de mal humor, no deja de apoyar pero que también permanece internamente intacta. Eso podría significar que necesitas darte algo de distancia emocional, o incluso física (el reto, claro, es cómo hacerlo sin que parezca que estás abandonando emocionalmente a tu pareja). Tal vez eso significa que necesites realizar un monólogo interno para lograr que las emociones negativas de tu pareja activen tus emociones más compasivas. Pero, al final, eso es lo que representa el mal humor de alguien más: una oportunidad de ejercer tu compasión. Yo me he dado cuenta de que cuando por fin me deshago de mi reacción emocional al mal humor de mi esposa, soy capaz de convertirme en la persona que quiero ser con ella: no solo compasivo sino sabio. De hecho, esto es lo único que he descubierto que evita que mi humor se vea afectado por ella: establecer la suficiente distancia emocional entre ella y yo en mi mente y soy capaz de verla aparte de la función que tiene en mi vida y más como un ser humano por derecho propio.

Debo anotar que estas estrategias funcionan para mí, porque mi esposa rara vez está de mal humor. Aunque imagino que también funcionarían para alguien con una pareja que está de mal humor frecuentemente. Tener que lidiar constantemente con el mal humor de alguien puede volverse agobiante, pero saber cuándo llamar ayuda profesional puede ser complicado. No quieres reaccionar exageradamente pero al mismo tiempo no quieres que tu propia felicidad esté constantemente contaminada por la infelicidad de alguien más. Desde mi punto de vista, al igual que las personas suelen intentar cuidar por demasiado tiempo de un ser querido con demencia (con frecuencia por un sentido de lealtad, amor y deseo de evitar ponerlos en un asilo), también hay personas que permiten que su propia infelicidad reactiva se prolongue por demasiado tiempo, hasta que terminan haciendo algo drástico (como dejar la relación) al llegar a un punto de quiebre. Entonces, un mejor enfoque sería reconocer conscientemente que las cosas van mal antes de que ocurra ese punto de quiebre. Así que tal vez el mejor consejo sería este: si alguna vez te das cuenta de que ya no eres tú mismo, es decir eres más infeliz en la relación de lo que eras estando soltero, específicamente como resultado de estar en la órbita de una pareja cuyo mal humor es contagioso, entonces es momento de que ambos busquen ayuda profesional. (Pueden encontrarle en el directorio de Psychology Today).

El libro del Dr. Lickerman ya está disponible.

A version of this article originally appeared in English.

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Acerca de
Alex Lickerman M.D.

Alex Lickerman, Médico, es internista general y fue director de Atención Primaria en la Universidad de Chicago y ha sido budista practicante desde 1989.

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