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Verificado por Psychology Today

Sexo

¿Por qué pagan los hombres por sexo?

Nuevas investigaciones exploran la labor emocional involucrada en el trabajo sexual.

Con demasiada frecuencia hablamos del sexo meramente como un acto físico. Una manera de rascarse una picazón, desestresarse o romper alguna tensión sexual que ha ido creciendo.

Pero, por supuesto, el sexo puede ser mucho más que eso. En el contexto de una relación consensual, el sexo puede ser una manera de experimentar cercanía y conexión, una manera de expresar amor y afecto, una manera de entrar en contacto con una parte más sensual y juguetona de nosotros mismos, y tal vez incluso una manera de escapar de las exigencias y estreses de la vida por algunos momentos.

Pero, ¿qué hay del sexo por el que se paga? ¿El sexo pagado es simplemente un acto físico? O ¿aquellos que pagan por sexo reciben algo adicional a partir de la experiencia sexual?

El estudio

En un estudio publicado en El Diario de Investigación Sexual, El Dr. Huysamen de la Universidad de Cape Town entrevistó a 43 hombres cisgénero habitantes de Sudáfrica que habían pagado por sexo. Los participantes tenían entre 22 y 67 años de edad. Solo un poco más de la mitad se identificaron como blancos, 13 se identificaron como indios, tres como negros y un participante se identificó como “de color”. Las entrevistas se llevaron a cabo en una de tres modalidades: cara a cara, videollamadas y mensajería instantánea. Las entrevistas incluyeron varias preguntas abiertas sobre las experiencias e historias de los participantes que pagaron por sexo.

Perder la virginidad

Aproximadamente un cuarto de los hombres en este estudio indicaron que la primera vez que pagaron por sexo también fue su primer encuentro sexual. En ese sentido, estaban pagando por sexo como manera de perder su virginidad.

Estos hombres tendieron a describir ser vírgenes como algo negativo o vergonzoso. Ya sea que estuvieran en su adolescencia tardía o entrando a los veinte años, estos hombres dijeron que eran demasiado viejos para ser vírgenes y querían deshacerse del título.

Estos hombres típicamente describieron sentirse tímidos y nerviosos al hablar o acercarse a mujeres “en la vida real”. Dijeron que el sexo pagado les ofrecía un espacio en el que podían superar sus inseguridades y baja autoestima y evadir su incomodidad al acercarse a las mujeres, logrando también perder su virginidad.

Eliminar el rechazo

Algunos hombres en este estudio describieron sentir una inmensa presión cuando tenían citas en las que el primer encuentro sexual se sentía como una presentación que podría hacer que las cosas se pusieran más serias o acabar por completo con una relación.

Estos hombres describieron el temor de que si una mujer no quería verlos de nuevo después de tener sexo, se podría interpretar como el resultado de un mal desempeño sexual de su parte. En ese sentido, el sexo en etapas tempranas de la relación estaba cargado con el potencial de rechazo.

En contraste, el sexo pagado les permitió un entendimiento compartido de lo que pasaría (y no pasaría) después del sexo. Tanto el hombre pagando por sexo y la trabajadora sexual entendían la naturaleza de la transacción y no habían confusiones en cuanto a un potencial futuro juntos.

Habilidades sexuales

Sigue existiendo un discurso dominante en el que los hombres necesitan ser hábilessexualmente y ser quienes proveen el placer sexual. Sin embargo, los hombres en el estudio mencionaron que estas presiones decrecían en el contexto del sexo pagado.

Al tener sexo con una trabajadora sexual, los hombres dicen que no se preocupan por no tener experiencia sexual. Dijeron que se sentían menos obligados a hacer un espectáculo mientras que con una mujer con la que estaban saliendo sentían mucha más presión.

Además, los hombres no solamente describieron no sentir la presión de tener habilidades sexuales con una trabajadora sexual, indicaron que se esperaba que fuera la trabajadora sexual la que tuviera las habilidades sexuales. Algunos hombres indicaron que podían aprender nuevas habilidades sexuales mediante el sexo pagado que luego podrían usar con otras mujeres en otras circunstancias.

El autor del estudio nota que esta dinámica sugiere una dinámica de poder diferente a la que conocemos tradicionalmente. Esto es, en este caso, los hombres se describen como menos dominantes y con la posibilidad de aprender habilidades de una maestra madura o experimentada.

Navegar las dificultades sexuales

El sexo pagado también se describió como un acceso a un contexto no amenazador en el que los hombres pueden tener sexo a pesar de sus preocupaciones sexuales, incluyendo el temor de ser incapaces de tener una erección.

Esto es, los hombres indicaron que se sentían más cómodos pidiendo que se satisfacieran necesidades específicas con el fin de mantener sus erecciones sin los sentimientos de vulnerabilidad que experimentarían (o temerían experimentar) con una pareja.

Las descripciones de satisfacer las propias necesidades sexuales fueron complejas, algunos hombres sonaban vulnerables o incómodos acerca de sus necesidades sexuales, mientras que otros mencionaron privilegiar su propio placer, a veces al punto de degradar o dominar a la trabajadora sexual en el proceso.

Conclusión

Más allá del acto físico, los hombres en este estudio indicaron que pagar por sexo incluía pagar por un lugar en el que podrían manejar sus ansiedades y vulnerabilidades, atender problemas sexuales y evitar el rechazo al que podrían enfrentarse en el mundo de las citas.

Los hallazgos expanden nuestras ideas de lo que compran realmente los hombres cuando pagan por sexo y sugiere que podrían subestimar la cantidad de labor emocional que se involucra en el trabajo sexual.

Imagen de Facebook: Motortion Films/Shutterstock

A version of this article originally appeared in English.

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Acerca de
Sarah Hunter Murray Ph.D.

La Dra. Sarah Hunter Murray, es investigadora sexual y terapeuta en relaciones especializada en cómo los hombres y las mujeres experimentan el deseo sexual en relaciones a largo plazo.

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