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Verificado por Psychology Today

Suicidio

¿Nos enfrentaremos a una epidemia de suicidios post COVID-19?

¿La pandemia pone a más personas en riesgo de suicidio?

Parece que no hay forma de escapar de la pandemia de coronavirus 2019 (COVID-19). El distanciamiento social y las restricciones de salud no solo son la nueva norma en la mayor parte del mundo, sino que nos asedian noticias sobre la pérdida de vidas, los peligros que enfrentan los más vulnerables, los profesionales de la salud y otro personal esencial, y el agotamiento natural que todos sentimos mientras nos preguntamos cuándo terminará.

Pero, ¿qué pasa con las consecuencias a largo plazo para nuestra salud mental? ¿Continuará la vida como antes cuando finalmente pase la pandemia o estamos viendo cambios permanentes en la forma en que vivimos? Desafortunadamente, el daño puede ser de mayor alcance de lo que creemos, especialmente en términos de riesgo de suicidio.

Si bien ya se ha informado sobre suicidios relacionados con la pandemia en muchos de los países más afectados, estas muertes se han visto ensombrecidas en gran medida por la alta tasa de muertes relacionadas con COVID-19. En Italia, por ejemplo, el primer suicidio conocido relacionado con la pandemia ocurrió en marzo cuando un paciente que sufría de bronconeumonía saltó por la ventana del hospital donde estaba esperando los resultados de las pruebas para ver si estaba infectado. Desde entonces, se han reportado muchos otros suicidios, principalmente entre los trabajadores de la salud de primera línea, las personas que esperan los resultados de las pruebas y los afectados por la quiebra relacionada con el coronavirus.

Si bien también se informan casos similares a nivel internacional, el riesgo de suicidios relacionado con una pandemia sigue siendo una preocupación particular para los Estados Unidos, ya que tiene el mayor número de muertes por COVID-19 en el mundo. Según las estadísticas de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, el suicidio ya es la décima causa principal de muerte en los Estados Unidos con un aumento del 35 por ciento en la tasa de suicidio entre 1999 y 2018. Pero un nuevo artículo publicado recientemente en el Diario de la Asociación Estadounidense de Medicina sugiere que podemos estar al comienzo de algo mucho peor.

Titulado "La mortalidad por suicidio y la enfermedad por coronavirus 2019: ¿Una tormenta perfecta?" El artículo sugiere que las acciones de salud pública sin precedentes necesarias para contener la nueva pandemia, junto con los requisitos de distanciamiento social, las órdenes de quedarse en casa y el estrés debido a la pérdida del empleo, pueden resultar en muchos más suicidios en los próximos años. Escrito por un equipo de profesionales de la salud mental dirigido por Mark Regger de la Universidad de Washington, el artículo describe muchos de los factores de riesgo económicos, psicosociales y asociados a la salud que pueden aumentar el riesgo de suicidio.

Estrés económico: Teniendo en cuenta todos los cierres de empresas recientes, la pérdida de puestos de trabajo, así como el cierre de la mayoría de los eventos públicos, el temor de una nueva recesión económica, o incluso una depresión similar a la de la década de 1930, parece demasiado real. Los estudios de investigación han demostrado durante mucho tiempo que las recesiones económicas suelen ir seguidas de un aumento de los suicidios, pero la incertidumbre que rodea la recesión actual, incluida la fuerte caída de los mercados de valores (y la pérdida resultante de fondos de jubilación, ejecuciones hipotecarias de viviendas y la cuestión de cuándo, o incluso si, la gente podrá volver al trabajo), seguramente provocará más muertes en el futuro.

Aislamiento social: La investigación también ha demostrado la importancia de las conexiones sociales para ayudar a las personas a superar la depresión y los pensamientos suicidas. Si bien el distanciamiento social sigue siendo una herramienta importante para contener la amenaza del coronavirus, la pérdida de contacto resultante con amigos y familiares sin duda se sumará a la carga emocional que todos estamos experimentando. Esto es especialmente difícil para los residentes de casas de retiro y los pacientes de hospitales a quienes, debido a precauciones de salud, se les ha negado el contacto regular con sus seres queridos, excepto a través de enlaces telefónicos o de Skype. Aunque las redes sociales se han vuelto cada vez más importantes para ayudar a mantener los contactos personales, la incertidumbre sobre cuándo se podrían aliviar las reglas de distanciamiento solo puede aumentar el estrés emocional que todos sentimos.

Pérdida de comunidad y contacto religioso: Para quienes forman parte de una comunidad religiosa, étnica o social, poder asistir a eventos regulares, incluidos los servicios religiosos, puede ser esencial para sentirse conectados con los demás. Si bien algunas congregaciones religiosas se han opuesto a las reglas de distanciamiento social, el cierre de la mayoría de los centros religiosos y comunitarios ha aumentado el aislamiento social de muchos estadounidenses. Dado que durante mucho tiempo se ha demostrado que la asistencia semanal a servicios religiosos reduce el riesgo de suicidio en comparación con quienes no asisten, perder este apoyo puede hacer que el aislamiento social sea más difícil de soportar.

Barreras al tratamiento de salud mental: Si bien los hospitales y otras instalaciones de atención primaria continúan recibiendo clientes, los servicios de salud mental no han obtenido la misma prioridad. Como resultado, las personas que enfrentan crisis de salud mental no tienen más remedio que esperar en los atestados departamentos de emergencias de los hospitales para obtener la ayuda que necesitan, algo que podría disuadir a muchos de ellos de hacer el esfuerzo. Aunque las líneas directas de suicidio y los servicios de telesalud todavía están disponibles, el tiempo de espera es mucho más largo de lo habitual debido a la mayor demanda. Esto significa que las personas que contemplan el suicidio a menudo no tienen a dónde acudir. Y esto incluye a los trabajadores de atención médica de primera línea que están a la vanguardia para hacer frente a la pandemia.

Otros problemas médicos: Junto con estos otros problemas, las personas con problemas médicos existentes también encuentran restringido su acceso a los servicios de salud debido al aumento en los casos de coronavirus. Esto significa la cancelación de cirugías electivas, una espera mucho más larga en los departamentos de emergencia de los hospitales y las clínicas de atención urgente, y tener que lidiar con síntomas como el dolor crónico sin un alivio significativo. Dado que muchas personas con problemas médicos crónicos ya son vulnerables a pensamientos suicidas, perder el acceso a los servicios médicos puede reducir su capacidad para hacer frente a sus problemas.

Influencias mediáticas y sociales: Desde que comenzó la pandemia, hemos sido regularmente asediados con cobertura noticiosa las 24 horas del día describiendo el impacto del COVID-19 en todas partes del mundo. Dado el pesimismo que se expresa en estas historias, no sorprende que muchas personas se sientan cada vez más deprimidas y enojadas ante el prospecto de una pandemia que durará meses. Al mismo tiempo, las ventas de armas también se están elevando en donde es legal. Siendo que el acceso a armas es un factor importante de riesgo en suicidios, se puede esperar que la cantidad de suicidios relacionados con armas se eleven también.

¿Qué hay del futuro?

Los estudios de investigación que analizan los efectos del trauma en desastres anteriores, incluida la epidemia de síndrome respiratorio agudo severo (SARS) de 2003 en Hong Kong y el terremoto y desastre nuclear de 2011 en Fukushima, Japón, han mostrado un aumento significativo de suicidios durante la propia emergencia y en los meses siguientes. Con la epidemia de SARS en particular, la mayoría de los suicidios involucraron a ancianos o personas con enfermedades crónicas que temían convertirse en una carga para sus familias debido a la infección, una preocupación que ya es común entre muchos pacientes con COVID-19.

Encontrar soluciones reales no será fácil, especialmente a medida que avanza la pandemia de coronavirus. Incluso con las videoconferencias y las redes sociales para ayudar a las personas a evitar sentirse aisladas, se seguirán necesitando servicios mejorados de prevención del suicidio junto con educación pública para garantizar que las personas en crisis estén al tanto de los recursos disponibles para ellos.

Pero las investigaciones sobre crisis pasadas también pueden ofrecer algo de esperanza. De hecho, las tasas de suicidio disminuyeron después de crisis nacionales como la del 11 de septiembre debido al apoyo compartido que estas crisis a menudo brindan. A pesar del pesimismo observado en los últimos meses debido a las preocupaciones por la pandemia y las protestas raciales, todavía podemos trabajar juntos para prevenir muertes innecesarias y planificar un futuro mejor.

A version of this article originally appeared in English.

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Acerca de
Romeo Vitelli Ph.D.

El Dr. Romeo Vitelli, es psicólogo de consulta privada en Toronto, Canadá.

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