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Verificado por Psychology Today

Demencia

La primera paciente con Alzheimer

Descrito por primera vez hace más de un siglo, el término popularizó hace poco.

Los puntos clave

  • El primer caso conocido de enfermedad de Alzheimer se produjo en 1901 en el asilo de Frankfurt.
  • La paciente, Auguste Deter, tenía poco más de 50 años y luchaba con su memoria y cognición.
  • Alois Alzheimer estudió el cerebro de Auguste después de su muerte y encontró depósitos de proteínas inusuales

En 1901, el Asilo de Frankfurt tuvo entre sus muchos pacientes anónimos a una mujer que dejó su nombre para la posteridad. Su nombre era Auguste Deter y tenía poco más de 50 años. Desconocía el significado histórico de su enfermedad. Ya no era consciente de muchas cosas. Su marido decía que Auguste pasaba noches enteras gimiendo y gritando: “Me siento perdida...”

Alois Alzheimer

Uno de los médicos de la institución se llamaba Alois Alzheimer, un bávaro estudioso y metódico con una marcada afición por todo lo relacionado con el tejido cerebral. El Dr. Alzheimer estaba interesado en la desintegración psicológica e intelectual de Auguste. Cuando murió en 1906, Alzheimer examinó su cerebro y notó depósitos de proteínas en forma de placas y ovillos, que identificó como la causa del deterioro cognitivo de Auguste. Es interesante observar que en 1975 sólo se pudieron encontrar 42 artículos sobre la enfermedad de Alzheimer en la base de datos Medline, y el Alzheimer ni siquiera fue mencionado en el Times de Londres hasta 1981, cuando afirmó que Rita Hayworth, la famosa actriz estadounidense, había contraído la enfermedad, “descrita como una forma de senilidad que deteriora rápidamente”.

La enfermedad de Alzheimer es una forma de demencia, lo que significa que quien la padece pierde gradualmente facultades intelectuales, como la memoria, la capacidad de formular pensamientos o incluso la coordinación motora necesaria para poder abrocharse los botones de una chaqueta. Con diferencia, el factor de riesgo más importante de demencia es la edad. Estar vivo es peligroso para nuestra salud, y cuanto más vivamos, más probabilidades habrá de que desarrollemos todo tipo de dolencias, incluida la demencia.

La paz en la vida tardía

Nuestra esperanza de vida ha aumentado mucho en las últimas generaciones, pero la extensión de nuestra existencia se ha concentrado en el principio y el final de nuestra vida. Ya no morimos a los pocos meses de jubilarnos, como antes. A veces, contra todo pronóstico, la última etapa de la vida es la mejor porque uno ya no tiene responsabilidades ni necesidad de demostrar nada a nadie. Encontrar la felicidad en la vejez sigue siendo un desafío, acompañado a menudo de problemas de salud y otras dificultades, pero no pocas veces la vejez acaba siendo más pacífica que otras etapas de la vida.

Erik Erikson describió ocho etapas de la vida, la última de las cuales formuló como “integridad versus desesperación”. La demencia es una gran amenaza para la relativa felicidad que podemos encontrar en la vejez. El escritor alemán Jean Paul decía que la memoria es el único paraíso del que no podemos ser expulsados, pero el paciente con demencia está desterrado de sus propios recuerdos.

Si aparece la demencia, los recuerdos que se fijaron en el cerebro hace mucho tiempo y los que conllevan una carga emocional significativa (recuerdos de guerra, nacimiento del primer hijo) son mucho más estables que los adquiridos más recientemente. Lo que se ha aprendido y practicado durante muchos años, como las actividades relacionadas con la profesión, a menudo tarda más en perderse en la demencia.

El cerebro saludable

Desafortunadamente, no existe cura para la enfermedad de Alzheimer, aunque actualmente se están desarrollando algunos tratamientos nuevos y potencialmente interesantes. Es importante llevar una vida activa y no permanecer aislado. Suele decirse que el cerebro es como un músculo que necesita ejercicio y que mantenerlo activo es la mejor manera de evitar la demencia. Lo cierto es que esto aún no se ha demostrado de forma concluyente, aunque un buen nivel educativo parece tener cierto papel protector frente a la demencia. Cuanto más conocimiento adquirimos, más tiempo tardamos en perderlo.

También es importante cuidar las arterias de nuestro cerebro, que tienen la función crucial de transportar sangre y su preciado oxígeno a nuestro tejido cerebral. Para ello debemos asegurarnos de que nuestra presión arterial, azúcar y colesterol no estén demasiado altos.

La mayoría de los pacientes de Alzheimer son mucho mayores que Auguste y han alcanzado, o superado, su esperanza media de vida cuando llega la enfermedad, por lo que el final de sus días suele llegar a través de problemas muy comunes, quizás no directamente relacionados con su demencia, como un infarto o neumonía. No sabemos qué mató al Dr. Alzheimer, pero sí sabemos que su eminencia científica no le ayudó a llegar a una edad avanzada. La muerte le llegó cuando sólo tenía 52 años, la misma edad que su paciente Auguste.

A version of this article originally appeared in English.

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Acerca de
Rafa Euba

Rafa Euba es psiquiatra y consultor experimentado, con sede en Londres. Ha dado conferencias en varias universidades y escrito numerosos artículos en la prensa general y académica, así como tres libros.

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