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Verificado por Psychology Today

Embarazo

Cinco cosas que no sabías sobre los antibióticos y tu cerebro

Los antibióticos pueden hacerle cosas extrañas a tu cerebro.

Fuente: Iaremenko/iStock
Vínculos sorprendentes entre los antibióticos y el cerebro
Fuente: Iaremenko/iStock

Nos gustan las historias claras, con los buenos usando sombreros blancos y los malos usando sombreros negros, pero la naturaleza arruina nuestras tramas binarias. Un ejemplo importante de toda la vida de nuestra tendencia a sobresimplificar es el uso de antibióticos.

Los antibióticos son unos maravillosos salvavidas, pero no vienen sin efectos secundarios. Por un lado pueden tener un impacto sorprendente en nuestro cerebro. Estas son cinco interacciones poco conocidas entre los antibióticos y el cerebro.

1. El primer antidepresivo fue un antibiótico.

En 1882, Robert Koch descubrió que la tuberculosis era causada por una bacteria, y pronto se establecieron sanatorios para lidiar con los pacientes contagiosos.

Las personas con tuberculosis son a menudo calladas, y los sanatorios eran típicamente silenciosos, lugares sombríos. En 1951, los investigadores decidieron probar un nuevo antibiótico, llamado isoniacida, para tratar la bacteria de la tuberculosis. Para su sorpresa los pacientes tuvieron una reacción extraña: empezaron a reírse y a bailar en los pasillos. El staff se descubrió silenciando a sus pacientes normalmente reservados. Los investigadores se dieron cuenta, por pura serendipia, que habían descubierto el primer antidepresivo. [1]

Descubrieron que la isoniacida prevenía el rompimiento de los neurotransmisores, incluidos la serotonina dopamina y epinefrina. Ahora, la carrera era investigar nuevos medicamentos que pudieran afectar a los neurotransmisores. Éste enfoque condujo finalmente a todos los antidepresivos modernos, incluidos el Prozac, Wellbutrin, Zoloft y otros.

Quedó virtualmente olvidado en todo el alboroto, que la isoniacida es un antibiótico. Así como mejora el humor, el medicamento altera la microbiota. Este fue un aviso temprano de la colección de conexiones entre los microbios y el funcionamiento cerebral, y fue rápidamente olvidado.

2. Los antibióticos maternos pueden afectar el desarrollo cerebral del bebé.

En los países del tercer mundo donde las infecciones son endémicas, dar antibióticos a una madre mientras está embarazada puede aumentar la posibilidad de que los bebés tendrán un peso saludable al nacer. Pero en los países ricos, el uso de antibióticos durante el embarazo está asociado con un peso bajo al nacer. ¿Por qué sucede esto?

La mayoría de las madres no lo saben, pero pasan más que sus propios genes a sus hijos: les pasan genes microbiales también. Así que cuando la madre se enferma o toma antibióticos, puede afectar su herencia microbiana. Las infecciones maternas y el uso antibiótico durante el embarazo están asociados con tasas más altas de esquizofrenia, autismo, ansiedad, y depresión en la vida posterior del niño [2]

Antes de que te asustes, recuerda que las asociaciones no implican causalidad, y que los antibióticos durante el embarazo pueden salvar la vida tanto de la madre como del bebé. Pero vale la pena mantener en mente que los antibióticos de alto espectro también pueden dañar la microbiota en una forma que puede tener un efecto duradero en el niño.

3. Los antibióticos en la infancia pueden afectar el desarrollo cerebral.

Los primeros 1000 días de nuestra infancia son especiales. Es cuando nuestro sistema inmune aprende a tolerar nuestras bacterias benéficas. Aunque los detalles son aún misteriosos, el trabajo debe hacerse o por siempre estaremos peleando contra ellas, preparándonos para una inflamación a largo plazo.

Hacerlo bien es importante: una microbiota adecuada ayuda a nuestro cerebro a desarrollarse normalmente. Dar antibióticos durante esta etapa mata las bacterias con las que necesitamos hacernos amigos. En los ratones la falta de bacterias puede ocasionar una reacción anormal al estrés. Darle a esos ratones una microbiota sana los regresa a un buen camino, pero sólo si son más jóvenes que tres semanas. Después de eso la respuesta al estrés no se puede recuperar.

Los humanos no son ratones, pero los niños que toman antibióticos tienen una microbiota menos diversa y es más fácil que desarrollen inflamación intestinal y depresión como adultos. Si tu hijo realmente los necesita, no lo dudes, pero haz lo que puedas para que este periodo temprano de entrenamiento sea tan normal como sea posible

4. Los antibióticos pueden causar psicosis.

Los médicos han documentado una amplia variedad de complicaciones mentales con la penicilina desde 1945. La lista de los síntomas es larga, incluyendo afasia, espasmos, psicosis, confusión, letargo y ansiedad; y los doctores han documentado recientemente más casos serios de irrupción de la función mental en las personas, especialmente las personas mayores que toman otros antibióticos además de la penicilina[4]

No está claro cómo es el proceso que conduce al mal funcionamiento cerebral, pero los estudios muestran una disminución del neurotransmisor GABA. Muchos antibióticos tienen una estructura que imita al GABA (si pueden romper la barrera sanguínea del cerebro) pueden obstruir los receptores GABA. Los factores que contribuyen a ello podrían incluir la muerte de la bacteria que produce GABA, o las endotoxinas de las bacterias muertas.[5] O, como sucede a menudo con la biología, podría jugar un rol todo esto al mismo tiempo.

La buena noticia es que cuando los antibióticos se descontinúan, estos casos se resuelven típicamente rápido.

5. Los antibióticos pueden curar ciertas psicosis.

Si eres doctor o enfermera, probablemente sabes esto. La encefalopatía hepática, como el nombre lo implica, es un problema del hígado que afecta al cerebro. Puede causar así ansiedad y cambios profundos de la personalidad. No es nuevo: Hipócrates notó que los pacientes con enfermedad del hígado tenían mal temperamento. Dijo, "aquellos que están enloquecidos por la bilis son vociferosos, viciosos, y no se están quietos”.

El culpable es el amonio, lo que causa edema en el cerebro. Si no se trata puede llevar al coma y a la muerte. El amonio es producto de ciertas bacterias del intestino. Un tratamiento es la lactulosa, un azúcar que es consumido por la bacteria lactobacillus, que luego disminuye el pH en el intestino. Este incremento en la acidez mata muchos de los productores del amonio.

Otro tratamiento es Rifaximina, un antibiótico que actúa directamente sobre la bacteria del intestino. La habilidad para tratar esta psicosis particular con antibióticos es un recuerdo más del impacto inesperado de nuestra bacteria intestinal en nuestro cerebro.

El resultado

Los antibióticos son medicamentos maravillosos que han salvado millones de vidas, pero en la naturaleza, nada es blanco y negro. Las cinco historias contadas aquí demuestran que la conexión cerebro intestino es vulnerable a los antibióticos. Esto es algo interesante considerar la próxima vez que tengas una infección.

A version of this article originally appeared in English.

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Acerca de
Scott C. Anderson

Scott C. Anderson es periodista científico y coautor junto con John Cryan y Ted Dinan de "The Psychobiotic Revolution" del National Geographic.

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