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Verificado por Psychology Today

Relaciones

7 heridas que nunca sanan y 3 maneras de lidiar con ellas

Algunas heridas siempre serán parte de ti.

Fuente: Foto por Paola Chaaya, Unsplash
Fuente: Foto por Paola Chaaya, Unsplash

Te despiertas con un dolor familiar en tu corazón. Tristemente, no puedes recordar un momento en el que no estuviera ahí.

Has hecho todo lo posible por ayudarte. Empezaste a ir a terapia una vez por semana; empezaste a llevar un diario, ejercicio y a cuidar tu dieta; y hay libros de autoayuda apilándose en tu buró. Y, aún así, el dolor rara vez te deja. Incluso si lo olvidas por unos breves momentos, vuelve al poco tiempo, un recordatorio angustiante de que nada ha cambiado realmente.

Promesas vacías y optimismo descuidado

Las heridas que no sanan rara vez se discuten abiertamente y con frecuencia se niegan. En nuestro mundo enfocado en soluciones, son empujadas hacia la sombras o enfrentadas con lugares comunes vacíos:

“Todo pasa por una razón”.

“Mira el lado positivo”.

“Mañana será mejor”.

Esos sentimientos vacíos solamente sirven para profundizar tu desesperación al trivializarla y no darle reconocimiento tu pérdida.

No todas las heridas sanan

La realidad es esta: algunas heridas siempre serán parte de ti. Y mientras que no tienen por qué definirte, permanecen como un recordatorio diario de los desafíos impredecibles que llegan a ti.

Pero antes de que evaluemos cómo lidiar, consideremos las siete heridas más comunes que no sanan.

1. Muerte de un ser querido. La pérdida de una pareja, un padre o un hijo amados es tal vez la herida más profunda que se puede experimentar. Cuando alguien que amas te es arrebatado, batallas por seguir adelante. Todos los días sientes el impulso de llamarle, de platicar o de compartirle algo, y luego recuerdas que ya no está, dejando un espacio en tu corazón que puede no llenarse jamás.

2. Enfermedad mental. Un paciente recientemente recordó el momento en el que descubrió que su hermano tenía esquizofrenia, “cuando el doctor me lo dijo no quería creer que estuviera realmente enfermo”. Aunque hay muchos tratamientos exitosos para enfermedades mentales crónicas, los pacientes suelen rehusarse a cooperar: puede que dejen la terapia, dejen de tomar medicamentos o dependan de sus padres o seres queridos para que los rescaten.

3. Adicción. La adicción es una aflicción particularmente cruel porque la persona que amas sigue ahí pero ya no es ella misma. Para empeorar las cosas, los adictos pueden volverse hábiles en mentir y explotar a las personas que los aman. Desafortunadamente, la esperanza vive por muy poco ya que tienden a recaer una y otra vez. Ser testigo de que alguien que amas descienda a una adicción es un dolor que es verdaderamente doloroso.

4. Enfermedad crónica. Cuando el doctor te dice que tienes una enfermedad, te niegas a creerlo. “No es posible”, piensas. No importa cuántas veces preguntes “¿por qué?” no puedes encontrar una respuesta. Así que intentas seguir con tu vida mientras luchas con el miedo de que tu condición podría empeorar. Por primera vez, tu vida tiene fecha de caducidad.

5. Traición. Una traición por alguien cercano te hiereprofundamente. Tienes problemas para confiar a los demás y alejarlos porque no quieres que te lastimen otra vez. Puedes elegir aislarte o alejarte del mundo, convencerte de que estás mejor por tu cuenta. La traición no solo te hace dudar de otros; te hace dudar también de ti mismo.

6. Lesiones permanentes. Tienes que volver a aprender a moverte por el mundo. Tareas diarias que antes eran simples ahora requieren de mucho esfuerzo. Los demás te miran con tristeza o lástima, lo que te hace sentir patético y pequeño. Quieres hacer desaparecer tu lesión, pero tienes que vivir con ella.

7. Trauma. El trauma deja una marca que permanece y puede cambiar el curso de tu vida. Puede socavar tu habilidad de sentir seguridad, de confiar en los demás, o de moverte por el mundo sin miedo. Cuando se activa el trauma, el espacio y el tiempo se detienen y te encuentras atrapado en el sentimiento de terror que ocurrió cuando tuvo lugar el trauma. Ese terror podría vivir dentro de ti silenciosamente o abrumarte en cualquier momento.

Cómo lidiar con el dolor

Las heridas que no sanan no tienen por qué definirte. De hecho, cuando se manejan bien, sirven para profundizar tu humanidad y propiciar una mayor empatía y conexión con los demás. Las heridas pueden recordarte que la vida es frágil, pero también pueden recordarte que la vida es preciosa: muchos pacientes han reportado que esas heridas los han inspirado a vivir en el momento y a apreciar más la vida.

Nadie está exento de heridas imposibles de sanar. Eventualmente aparecen en todas las vidas. Sin importar cómo se presenten a sí mismos en redes sociales, todo el mundo eventualmente se enfrenta a heridas que no sanarán. Es probable que no estén publicando sus batallas, lo que crea una percepción dispareja de sus vidas.

3 maneras de lidiar

1. Transforma tu dolor en una misión. He presenciado a muchos pacientes canalizando su dolor hacia un profundo sentido de misión. Por ejemplo, un amigo que sobrevivió a tenercáncer en etapa cuatro encontró un nuevo significado en la vida cuando empezó a ir de voluntario a hospitales y a acompañar a los pacientes de cáncer y a sus familias. “Si les puedo ofrecer un poco de esperanza, ya les fui de valor”. Una mujer que sufrió un ataque sexual se volvió voluntaria para mujeres jóvenes en crisis. Aunque al principio le costó trabajo, pronto encontró que la empoderar: “descubrí que ayudar a otros no solo detona su proceso de curación, también detona el mío”.

2. Comparte tu dolor. El aislamiento es el enemigo de la sanación, así que convive con otros, particularmente aquellos que han sufrido experiencias similares. Un grupo de apoyo o una terapia grupal es una manera maravillosa y segura de practicar abrir tu corazón y permitir que otros se acerquen a ti. Rezar y meditar también te ayudarán a encontrarle significado al dolor.

3. Sigue creciendo. Dolerte por tu herida es importante y necesario. Pero no tiene que dominar tu vida. No le des poder sobre ti haciéndote la víctima. Reconócelo y avanza a pesar de lo que estás sintiendo. Sé un buen padre para ti practicando el autocuidado y expandiendo tus salidas creativas y sociales. Aunque puede que el dolor nunca se vaya, puedes bajarle el volumen honrándolo, aceptándolo y avanzando con tu vida.

Imagen de Facebook: Muhd Imran Ismail/Shutterstock

A version of this article originally appeared in English.

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Acerca de
Sean Grover L.C.S.W.

Sean Grover, Trabajador Social Clínico con licencia, es autor y psicoterapeuta que liderea uno de los grupos de terapia más grandes en los Estados Unidos.

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