Perfeccionismo
5 pasos para domar el perfeccionismo
Cuando aprendes a darte un respiro, todo se vuelve más fácil.
5 de agosto de 2021 Revisado por Ekua Hagan
Los puntos clave
- Cuando las metas no son realistas, la ansiedad que las acompaña puede ser abrumadora y contraproducente.
- La preocupación por la perfección tiende a ir de la mano con una baja autoestima y, a menudo, proviene de experiencias de la niñez.
- Las formas de domar el perfeccionismo incluyen prestar atención a los pensamientos de todo o nada y ser menos crítico con los demás.
Por Max Belkin, Ph.D.
La procrastinación y el bajo rendimiento a menudo están vinculados a aspiraciones poco realistas. Cuando las personas persiguen objetivos realistas, su ansiedad tiende a ser manejable y, de hecho, podría aumentar su motivación y concentración. Sin embargo, cuando nuestras metas no son realistas, la ansiedad que la acompaña puede ser abrumadora y contraproducente. Para muchos perfeccionistas, la necesidad de ser los mejores en todo lo que hacen puede volverlos preocupados, impotentes y desesperanzados.
Lo “perfecto” es enemigo de lo “bueno”
El perfeccionismo es rampante en nuestra sociedad y, a menudo, toma la forma de obsesión por la apariencia, los logros o el prestigio. Es parte del sueño americano: la visión de que cualquiera de nosotros puede lograr lo que quiera si nos esforzamos lo suficiente. Sin embargo, el perfeccionismo también puede provocar sentimientos de inutilidad, miedo y vergüenza.
La preocupación por la perfección tiende a ir de la mano con una baja autoestima. Los perfeccionistas a menudo tienen una voz interior dura que los castiga como perezosos o perdedores cuando no están a la altura de sus expectativas poco realistas. Este crítico interno siempre está atento a los defectos.
Los perfeccionistas a menudo se sienten inseguros y ansiosos por no cumplir con sus propios estándares; como resultado, viven constantemente con el temor de la vergüenza privada y la humillación pública.
Los perfeccionistas se perciben a sí mismos en términos de todo o nada: "o me convierto en esta gran persona con la que fantaseo o no valgo nada". Se encuentran atrapados en un círculo vicioso de perseguir la perfección, preocupados por estar a la altura de sus aspiraciones, luego postergando las cosas porque están ansiosos, luego sintiéndose aún más inadecuados y, por lo tanto, estableciendo nuevas expectativas, y así continúa.
Desafortunadamente, por su propia naturaleza, la perfección es un objetivo en movimiento. No importa cuán trabajador y consumado pueda ser un perfeccionista a los ojos de otras personas, él o ella nunca se siente lo suficientemente bien. La búsqueda de un perfeccionista es como el trabajo de Sísifo del mito griego, cuyo castigo eterno fue empujar una piedra por una montaña, solo para verla rodar hacia abajo cada vez.
Una maldición de igualdad de oportunidades
El perfeccionismo afecta a personas de todos los ámbitos de la vida: artistas y abogados, científicos y médicos. Janet, escritora, pasa horas todos los días frente a su computadora trabajando para dar a luz las palabras perfectas en el orden perfecto. Ella cree que solo una prosa exquisitamente escrita puede redimirla como artista y como ser humano. Como resultado, escribe muy poco y se siente mal consigo misma.
Del mismo modo, Mike, un abogado litigante, se propone escribir los informes mejor investigados y mejor argumentados de su firma. Con frecuencia se siente tan abrumado por la ansiedad por su desempeño que se encuentra jugando videojuegos en lugar de trabajar.
Janet y Mike están tan preocupados por lograr la perfección que no pueden tolerar la ansiedad y las imperfecciones del proceso creativo. En particular, sienten que no se les permite producir borradores menos que perfectos. Incapaces de ofrecer una obra maestra en el primer intento, se sienten desmoralizados, derrotados y avergonzados.
Perfeccionismo y las expectativas parentales
El perfeccionismo a menudo surge de las experiencias de la niñez con los cuidadores primarios. Muchos padres inseguros se involucran emocionalmente en la crianza de hijos con grandes logros. Tienden a ser muy críticos con la apariencia o el rendimiento académico de sus hijos y no logran empatizar con las limitaciones de sus hijos.
Por ejemplo, cuando la madre de Janet solía decir algo crítico sobre el cabello o la ropa de su hija, solía agregar con una voz más dulce: "Cariño, solo quiero que seas perfecta".
En la familia de Mike, el enfoque excesivo de sus padres en sus logros estaba envuelto en el lenguaje del sacrificio paterno: "Cariño, trabajamos muy duro para ayudarte a ser grandioso en lo que sea que decidas perseguir..."
Este énfasis en el éxito y el reconocimiento, junto con el sentimiento de culpa y vergüenza que los acompañaba cada vez que Janet o Mike no cumplieron con las expectativas de sus padres, contribuyó a su frágil autoestima e inseguridades.
5 pasos para domar el perfeccionismo
La realidad, por supuesto, es que nadie es perfecto. Con eso en mente, aquí hay cinco pasos prácticos que puedes seguir para comenzar a domar tus tendencias perfeccionistas:
- Reconoce y cultiva la parte de ti que se ve a sí misma como digna, como "suficientemente buena". Por ejemplo, haz una lista de las cosas que te gustan de ti, como buenas cualidades personales, relaciones gratificantes con los demás y experiencias significativas.
- Presta atención a tus pensamientos de “todo o nada” y recuerda que no necesitas ser el mejor en todo para sentirte amado y respetado. Cuando sientas la necesidad de castigarte a ti mismo por las imperfecciones percibidas, di: “Aquí voy de nuevo. Basta ya."
- Trata de ser menos crítico con otras personas y trátalas con paciencia y compasión. Además de mejorar tus relaciones personales y profesionales, puede reducir tu miedo a ser criticado por otros.
- Rodéate de personas que estén menos atrapadas en la búsqueda de estatus, dinero y éxito, personas que aprecian la amistad, la familia y la comunidad.
- Busca un terapeuta que te ayude a ponerte en contacto con las cualidades únicas y especiales que ya posees. En psicoterapia, aprenderás a articular los deseos y las vulnerabilidades que pueden conducir al perfeccionismo. A medida que te vuelvas más tolerante y optimista, la presión para ser perfecto puede disminuir.
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Max Belkin, Ph.D. es psicoanalista relacional y psicólogo. Es un graduado de NYU y del William Alanson White Institute y es miembro del consejo editorial de Contemporary Psychoanalysis. Imparte cursos de posgrado en consejería de parejas y psicoterapia individual en NYU. Trabaja con individuos y parejas en sus oficinas privadas en Greenwich Village, Nueva York y en Atlantic Highlands, Nueva Jersey.
A version of this article originally appeared in English.