Los trastornos de la personalidad, las maneras atípicas de pensar sobre uno mismo y relacionarse con los demás, se clasifican dentro de tres grupos: A, B y C. Los trastornos del grupo B están marcados por emotividad volátil y, con frecuencia, comportamiento impredecible. Los trastornos en el Grupo B son: trastorno antisocial de la personalidad, trastorno limítrofe de la personalidad, trastorno histriónico de la personalidad y trastorno narcisista de la personalidad.
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Los trastornos del Grupo B fueron agrupados taxonómicamente por el DSM-V porque es raro que se logre un diagnóstico que cubra solamente uno de los trastornos y los pacientes usualmente muestran una variedad de síntomas que se superponen. Por ejemplo, alguien con tendencias limítrofes (como cambios intensos de humor) puede presentar una superposición de síndromes histriónicos (por ejemplo, comportarse de maneras erráticas para obtener atención). De manera similar, alguien que exhibe trastorno tanto narcisista como antisocial suele ser conocido como "narcisista maligno."
Hay cuatro trastornos de personalidad dentro del Grupo B. Incluyen el trastorno antisocial de personalidad, el trastorno limítrofe de personalidad, el trastorno histriónico de personalidad y el trastorno narcisista de personalidad. Aunque los trastornos pueden ocurrir en solitario, los síntomas y diagnósticos también puede superponerse, ya sea dentro del mismo grupo o a través de varios.
El trastorno antisocial de personalidad describe un patrón de comportamiento en el que un individuo viola regularmente los derechos físicos y emocionales de los demás; se comporta de forma imprudente; y carece de remordimiento por cualquier daño causado a otros. Su índice estimado de prevalencia es de entre el 0.2 y 3.3 por ciento.
El trastorno limítrofe de personalidad es una condición que se caracteriza por inestabilidad crónica del humor, comportamiento inestable, dificultad para mantener relaciones personales (con frecuencia causado por un intenso miedo al abandono) e instancias frecuentes de autodaño o comportamientos suicidas. Se cree que este trastorno afecta a entre el 1.6 y el 5.9 por ciento de los adultos, y es más común entre mujeres que entre hombres.
Las personas con trastorno histriónico de personalidad son egocéntricas, constantemente buscan atención, y pueden comportarse o vestirse de maneras inapropiadas o seductoras. Son altamente dramáticas y pueden mostrar emociones extremas en público, con frecuencia esto resulta en problemas en sus relaciones. Se cree que el trastorno afecta a aproximadamente 2 por ciento de la población.
Se cree que el trastorno narcisista de personalidad afecta del 1 al 6 por ciento de la población, se caracteriza por la grandiosidad; una necesidad de admiración excesiva; falta de empatía y comportamiento manipulador, egocéntrico o demandante. Alguien con este trastorno puede causarle angustia considerable a quienes se asocien con él o ella.
Todos los trastornos de personalidad son maneras de pensar y comportarse profundamente arraigados y rígidos que pueden afectar en gran medida las relaciones y el bienestar mental de un individuo. Hay una amplia variedad en los retos interpersonales y los síntomas causados por los trastornos de personalidad; con base en las similitudes de ciertos trastornos y la posibilidad de superponerse, los 10 trastornos que actualmente se encuentran en esta categoría se dividen en 3 grupos: A, B, y C.
A pesar de que los trastornos del Grupo B llaman considerablemente la atención porque frecuentemente se representan en los medios y porque aquellos con estos trastornos suelen causar estragos en sus relaciones personales, son los trastornos de personalidad menos comunes de acuerdo con los estimados del DSM. Se caracterizan por comportamientos dramáticos, manipuladores o emocionales. El Grupo A se caracteriza por comportamientos erráticos o raros, mientras que los trastornos del Grupo C se caracterizan por comportamientos ansiosos o temerosos. Dentro de los grupos hay una superposición importante entre los trastornos; también pueden haber superposiciones entre los grupos.
Los trastornos del Grupo B tienen un índice de prevalencia combinada estimado del 1.5 por ciento, de acuerdo con las estimaciones del DSM.
Las causas de los trastornos del Grupo B no se entienden completamente. Para se cree que en cada uno la genética, las experiencias tempranas de vida y las influencias ambientales juegan un papel relevante. La genética está fuertemente implicada en el trastorno antisocial de personalidad y en el trastorno limítrofe de personalidad; tener a un pariente cercano con cualquiera de esos trastornos aumenta considerablemente la probabilidad de que uno lo padezca.
No necesariamente, aunque pueden llegar a serlo. Algunos trastornos de personalidad causan principalmente angustia mental, sin dañar a otros necesariamente, mientras que otros trastornos le provocan frustración a los demás pero no incitan daños serios. Sin embargo, en algunos casos, notablemente con el trastorno antisocial de personalidad o el trastorno narcisista de personalidad, la falta de empatía del individuo podría llevar a violencia física o a abusos emocionales.
Los trastornos en el Grupo A incluyen trastorno paranoico de la personalidad, trastorno esquizoide de la personalidad, y trastorno esquizotípico de la personalidad. Aunque los síntomas de cada trastorno varían, el grupo se caracteriza por patrones de pensamiento o comportamiento que parecen ser inusuales, excéntricos o sospechosos.
Los tres trastornos del Grupo C son: trastorno evasivo de personalidad, trastorno dependiente de personalidad y trastorno obsesivo-compulsivo de personalidad. Los trastornos del Grupo C se caracterizan por comportamientos y personalidades temerosas y ansiosas.
A pesar de que los medicamentos y ciertos tipos de enfoques terapéuticos han mostrado avances, en general, el Grupo B y todos los demás trastornos de personalidad son difíciles de tratar. Como tal, pueden seguir causando impedimentos para el individuo y dolor para aquellos dentro de la zona de la persona afligida incluso después de que se inicia el tratamiento.
El tratamiento se complica por el hecho de que muchas personas con trastornos de personalidad no buscan ayuda profesional y podrían no estar conscientes de que hay algo de malo en ellas; en particular aquellas con el trastorno narcisista de personalidad y el trastorno antisocial de personalidad podrían no buscar ayuda a menos de que un familiar lo solicite o el sistema legal se los ordene.
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Por definición, los trastornos de personalidad son patrones de comportamiento crónicos y desadaptativos. Mientras que es posible mejorar y algunos síntomas abiertos sí parecen entrar en "remisión" después del tratamiento, en la mayoría de los casos el individuo seguirá luchando contra los síntomas de comportamiento y/o angustia interna probablemente por el resto de su vida.
El TLP suele tratarse con terapia conductiva dialéctica, terapia con base en mentalización, terapia cognitivo conductual o psicoterapia psicodinámica. Algunos estudios han sugerido que la terapia conductiva dialéctica podría ser la más efectiva, pero los enfoques generales psicoterapéuticos y psicodinámicos también son prometedores.
Pocas personas con trastorno narcisista de personalidad buscan o quieren ayuda. Pero cuando otros se lo piden (como una pareja), las evidencias sugieren que algunos narcisistas son capaces de cambiar y crecer. Sin embargo, el proceso es lento y difícil; muchos clientes dejan el tratamiento sin haber alterado considerablemente su comportamiento negativo.
La psicoterapia para el narcisismo es un proceso largo y lento. A pesar de que los enfoques individuales varían, tiende a involucrar ayudarle a los clientes a entender sus reacciones defensivas primarias, reconocer cómo sus acciones afectan a otros y reemplazar patrones de comportamiento desadaptativos con mecanismos de afrontamiento más positivos.
Lidiar con alguien que padece un trastorno de Grupo B puede ser muy difícil. Pero es importante recordar que mientras que nadie decide tener un trastorno de personalidad, los individuos pueden elegir cómo responden a los comportamientos del Grupo B.
Cuando es obligatorio lidiar con un individuo del Grupo B regularmente (porque es un colaborador, familiar o pareja), es más efectivo modificar las respuestas emocionales y comportamientos propios; intentar forzar o persuadir al individuo a comportarse diferente probablemente no tendrá resultados y podría incrementar la hostilidad y frustración. Sin importar cómo se responda al enfrentarse a una personalidad del Grupo B, es sabio evitar el impulso de diagnosticar a alguien fuera de un ambiente clínico formal.
Aunque puede ser difícil, usualmente es útil intentar cultivar compasión hacia quienes lo padecen. Otras opciones disponibles incluyen distancia (poner límites), retraso (diferir hasta que la persona se tranquilice) y negarse (decir tan poco como sea posible; enfocarse en demandas externas).
Las señales clave del narcisismo incluyen automejoras, actuar como si tuvieran derecho a todo lo que quieren, falta de consciencia (o preocupación) por los efectos de su comportamiento, y una fuerte necesidad de recibir aprobación o atención de los demás. Los narcisistas tienden a culpar a otros por sus fracasos y a tener un bajo autoestima, se ponen a la defensiva o agresivos cuando se les desafía.
Los individuos propensos a la crisis disfrutan el drama y se inquietan en exceso con problemas pequeños. Al tratar con una persona así, hay que observar la situación objetivamente para determinar si en realidad es necesario actuar inmediatamente. Si la crisis es manufacturada, puede ser útil atender las necesidades detrás de la "crisis", por ejemplo, aburrimiento o una necesidad de atención.
Para evitar provocar más a un individuo del Grupo B, también es importante contraatacar la postura defensiva automática propia y escuchar y hacer preguntas en lugar de iniciar un jaloneo. Para lograr esto, puede ser útil aplicar el método conocido como CARS: Conectar, Analizar las elecciones, Responder y Separarse (poner límites).