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Verificado por Psychology Today

Ansiedad

¿Qué es la evitación psicológica?

¿Evitas las cosas que te causan incomodidad o ansiedad?

Mauricio, un profesor de secundaria urbano, se sentó miserablemente en mi sofá. Envuelto en una neblina de desesperación, relató sus recientes batallas con la ansiedad. Admitió que siempre había sido un individuo nervioso, pero últimamente, se había vuelto insoportable. En el trabajo, sus niveles de ansiedad se dispararon, dejándolo enfocado únicamente en su corazón acelerado. Palmas sudorosas, náuseas y una carrera frenética hacia su automóvil para consolarse de la ansiedad se convirtieron en su rutina diaria.

Según la Asociación de Ansiedad y Depresión de Estados Unidos, los trastornos de ansiedad afectan a aproximadamente el 19.1 por ciento de la población de los Estados Unidos, lo que los convierte en el problema de salud mental más común. La Organización Mundial de la Salud informó un aumento del 25 por ciento en la ansiedad desde el inicio de COVID-19. Si bien la ansiedad puede ser agonizante y paralizante para muchos, sostengo que no es el problema central. El verdadero villano, que obstaculiza nuestra capacidad de vivir una vida vibrante y valiente, es la evitación psicológica.

¿Qué es la evitación psicológica?
¿Alguna vez te has encontrado evitando algo que te causa incomodidad o ansiedad? Tal vez sea una conversación difícil con un ser querido, un proyecto de trabajo en el que has estado postergando o incluso ir al dentista. Aunque el impulso de evitar puede ser fuerte, someterse a ese impulso rara vez funciona bien. La evitación psicológica se refiere a cualquier respuesta a una amenaza percibida que brinda alivio emocional inmediato pero tiene consecuencias negativas a largo plazo. Esto podría ser cualquier cosa, desde abuso de sustancias hasta simplemente distraerse con la televisión o las redes sociales. Esencialmente, la evitación nos brinda un alivio rápido pero temporal de la incomodidad mientras nos mantiene atrapados a largo plazo.

Para Mauricio, correr hacia su automóvil lo ayudaba a calmarse en ese momento, pero cada vez que regresaba a su salón de clases, la ansiedad volvía a inundar, a menudo incluso más fuerte. Al final, Mauricio tuvo que ausentarse del trabajo porque la única forma en que pudo manejar su ansiedad fue evitándola, lo que lo hizo sentir más ansioso.

¿Por qué lo evitamos?

Imagina un termómetro interno que mida tu malestar en tiempo real, desde cero (sereno y tranquilo) hasta cien (a punto de implosionar por ansiedad, miedo y estrés). Cuanto más alta sea la lectura, más fuerte será tu impulso de evitar y aliviar la incomodidad. Es una respuesta natural, ya que a nadie le gusta sentirse incómodo.

Sin embargo, el problema no radica en la incomodidad en sí, sino en nuestras reacciones a ella. Al evadir los desafíos, le indicamos a nuestro cerebro que la única forma de manejar situaciones difíciles es huir en lugar de enfrentarlas. Esto refuerza nuestros instintos de evitación. Cuanto más eludimos, más perpetuamos un ciclo interminable de incomodidad que gradualmente se infiltra en todos los aspectos de nuestras vidas.

¿Cuál es el costo a largo plazo?

La dependencia persistente de la evitación psicológica tiene un alto costo, ya que dificulta nuestra búsqueda de una vida valiente y satisfactoria al tiempo que atrofia nuestro crecimiento personal y profesional. Al evadir la incomodidad, perdemos experiencias de aprendizaje invaluables y las oportunidades que brindan.

¿Cómo podemos superar el ciclo de evitación psicológica?

Es una pregunta crítica para abordar, ya que la evitación puede provocar angustia a largo plazo y oportunidades perdidas en la vida. Para liberarnos de esta trampa autoimpuesta, necesitamos implementar dos estrategias clave: reconocer los patrones de evitación y abrazar la incomodidad.

El primer paso para liberarse de la evasión es identificar cuándo estamos participando en ella. Esta puede ser una tarea desafiante, ya que la evasión a menudo se manifiesta como distracciones sutiles o excusas aparentemente inocentes. Al ser más conscientes de nuestros comportamientos e identificar cuándo estamos esquivando ciertas situaciones, podemos comenzar a confrontar nuestros patrones de evitación. Mauricio, por ejemplo, rastreó sus comportamientos diarios e identificó aquellos que sirvieron únicamente para evitar molestias. Al hacerlo, pudo comprender y abordar sus tendencias de evitación.

La segunda estrategia es practicar la tolerancia a la incomodidad. Esto implica exponernos intencionalmente a situaciones incómodas y aprender a soportar la angustia resultante sin huir. Es esencial abordar este proceso gradualmente y tratarnos con compasión. Con el tiempo, podemos desarrollar la capacidad de manejar la incomodidad de manera efectiva y liberarnos del ciclo de evitación. Mauricio descubrió que transformar su ansiedad en empoderamiento requería enfrentarla de frente. Al permanecer en el aula a pesar de su ansiedad, aprendió a tolerar, y eventualmente reducir, su aprensión.

Romper el ciclo de evitación puede ser un viaje desafiante, pero es crucial recordar que, si bien la evitación puede ofrecer un alivio temporal, en última instancia resulta en sufrimiento a largo plazo y oportunidades perdidas. Al reconocer el ciclo e inclinarnos hacia la incomodidad, podemos comprometernos mejor con los desafíos de la vida y buscar vidas más satisfactorias y valientes.

A version of this article originally appeared in English.

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Acerca de
Luana Marques Ph.D.

La Dra. Luana Marques, es Profesora Asociada de Psiquiatría en la Escuela de Medicina de Harvard, y autora de Bold Move.

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