Skip to main content

Verificado por Psychology Today

Sexo

¿Qué es el sexo “normal”?

No es lo que probablemente esté pensando, y es muy importante.

Dean Drobot/Shutterstock
Fuente: Dean Drobot/Shutterstock

Sé que realmente quieren saberlo. Todos quieren saberlo. Buscamos en la web, miramos porno, leemos libros de autoayuda y escuchamos podcasts. Si somos atrevidos, le preguntamos a nuestros mejores amigos.

Casi todo el mundo quiere saber cómo es el sexo para otras personas. O para decirlo de otra manera, lo que es sexualmente “normal”. ¿Cuántas veces, cuántos minutos, cuántos orgasmos, cuántas pulgadas, cuántas parejas? ¿Cuánto, dónde, cuándo? Y ¿cómo?

He pasado décadas sin responder a la pregunta de “normal”. Nunca se la respondí a mis pacientes, ni a los medios, ni a mis lectores, ni a mis radioescuchas y tampoco a mis audiencias en conferencias.

¿Por qué? Porque las personas inevitablemente usan esa información de maneras terriblemente inútiles. Tanto los hombres como las mujeres quieren compararse con algún “promedio” y juzgarse a sí mismos: o dicen “soy/somos como otras personas, así que estoy/estamos bien”, o “no soy/no somos como otras personas, así que no estoy/no estamos bien”. Y la peor de todas: “Te lo dije, no eres normal”.

Todo es es un error. Si la vida sexual funciona para aquellos involucrados, está bien. Si no funciona, está mal. Lo que otros hacen es irrelevante. Y lo que es “normal” no predice la respuesta a: ”¿Funciona para ti?” y ”¿Funciona para mí?”

Sin embargo, después de 35 años de negarme a responder esa pregunta, hoy la contestaré, aunque sin usar números. En Estados Unidos, esto es lo que es sexualmente normal:

Los adultos tienen relaciones sexuales cuando están cansados.

Después de que los primeros rubores de la cachondez desaparecen, la mayoría de la gente deja el sexo solamente para cuando están demasiado cansados como para hacer algo productivo. Muy pocos adultos (reitero, después de los primeros 6-18 meses de una relación) dicen: “Cariño, vamos a pasar la noche del sábado haciendo el amor”, o “Tus padres se llevarán a los niños mañana por la noche? Vamos a tener sexo en lugar de salir.”

Cuando estamos cansados, es más probable que el sexo sea corto, superficial, mecánico y solamente para lograr una meta. Hay poca energía para besar. No queda paciencia para acariciar, dar mordiscos o susurrar. Y si sucede algo no planeado (un calambre en el pie, una erección que va y viene, un paquete de condones poco cooperativo) es más probable que digamos: “¿Sabes qué? Olvidémoslo”.

Muchas personas no están sobrias durante (o antes) del sexo.

Por lo general, esto se debe a que están nerviosos o quieren reducir las inhibiciones de su pareja (o simplemente calmarlas) con alcohol. O porque el sexo es física o emocionalmente incómodo.

Obviamente, cuando la gente está bajo la influencia del alcohol, su toma de decisiones se ve comprometida. Son menos propensos a usar anticonceptivos y a comunicarse claramente. Y tienen menos coordinación motriz fina, que es lo que hace que tocar y besar sea suave, elegante y agradable. Ser torpe en la cama (y no darse cuenta) no es algo que motive a una pareja.

Y también puede ser más difícil llegar al clímax. Dependiendo de qué droga se usara, y la dosis.

Incluso los íntimos a menudo no están seguros de lo que le gusta a su pareja.

Después de cinco o seis meses juntos, dos personas siempre conocen las preferencias del otro en comida, música, películas, estilos de manejo y sistemas operativos. ¿Pero sexo? Muchas personas dudan en decir (“Me gusta más llegar al clímax con sexo oral que con la penetración”), dudan en mostrar (“¿Ves? Más suave, así”), dudan en preguntar (“¿Así o de esta forma?”).

Imagine cocinar la cena para alguien y no saber si son celíacos o veganos. Imagine ir de vacaciones con alguien y no saber si tienen miedo a volar (o si les gusta emborracharse en los aviones). Ahora imagine tener sexo con alguien y no saber lo que le gusta y lo que no le gusta. O no creer que están satisfechos cuando dicen que están satisfechos.

Esta es la experiencia de mucho. Es preocupante, por supuesto y también es “normal”, lo que significa que es muy común y socialmente aceptable.

La gente me pregunta con frecuencia sobre técnicas, juguetes o posiciones para mejorar el sexo. Preguntar sobre las preferencias de alguien (y creerlas) es la manera más fácil de mejorar nuestras experiencias sexuales. No requiere equipo especializado, ni fuerza física y es gratis.

Muchas personas que usan Viagra se lo ocultan a su pareja.

Allá por 1999 yo fui el primero en predecir que los hombres harían esto y lo han estado haciendo desde entonces. En parte, tiene que ver con el orgullo (“No quiero que sepa que no soy lo suficientemente hombre sin usarlo”), pero en parte tiene que ver con defensa propia (“Oye, ¿no te caliento lo suficiente?” “Tal vez realmente no me amas”).

Es cierto que muchos problemas de erección tienen que ver con las emociones del varón o la relación (o ambos). Pero muchos otros no. Incluso cuando los problemas propios (o los de la pareja) sean la causa del problema, la manera de explorarlos no es con acusaciones, lectura del pensamiento, o poniéndose a la defensiva.

Debe implicar una serie de conversaciones colaborativas en las que cada miembro de la pareja aprende más sobre la otra y ambos finalmente exploran maneras de disfrutar del sexo que no requieren tener una erección.

No digo que todos los que tomen Viagra tengan que decírselo a su pareja. Pero la mayoría de las relaciones no necesitan más secretos.

A version of this article originally appeared in English.

publicidad
Acerca de
Marty Klein Ph.D.

El Dr. Marty Klein, es terapeuta sexual certificado y está licenciado como psicoterapeuta. Ha escrito cinco libros y 200 artículos sobre sexo. Sus apariciones en televisión incluyen 20/20 y Nightline.

Más de Marty Klein Ph.D.
Más de Psychology Today
Más de Marty Klein Ph.D.
Más de Psychology Today