Neuroplasticidad
Mente sobre materia: esculpe tu cerebro y transforma tu futuro
Moldea tu cerebro y tu futuro con acciones intencionales.
17 de julio de 2024 Revisado por Davia Sills
Los puntos clave
- La dependencia de la tecnología puede cambiar la estructura del cerebro y reducir la materia gris.
- Las personas pueden moldear sus cerebros para mantener la agilidad mental y la resiliencia.
- Participar en actividades mentalmente estimulantes puede fortalecer la función cognitiva y el bienestar.
- Al equilibrar el uso de la tecnología con las actividades mentales,se puede optimizar la salud cerebral.
Estudios recientes de fósiles y cráneos revelan una tendencia sorprendente: a pesar de cuadruplicar el tamaño del cerebro a partir de hace unos 2 millones de años, lo que coincidió con importantes avances en el uso de herramientas, estructuras sociales y habilidades cognitivas, los cerebros humanos se han reducido en casi un 10 por ciento en los últimos miles de años (DeSilva et al., 2021, 2023). Este descubrimiento sugiere que a medida que las sociedades se volvieron más complejas, desarrollamos formas de almacenar información externamente a través del lenguaje, la escritura y otras herramientas, reduciendo la necesidad de un cerebro masivo.
Pero, ¿qué significa esto para nosotros hoy?
Si bien el tamaño del cerebro no lo es todo, esta investigación en curso plantea preguntas interesantes sobre cómo optimizar intencionalmente nuestro bienestar. Esto plantea la fascinante posibilidad: ¿podríamos ser capaces de tomar medidas proactivas para aumentar el poder cerebral, moldear nuestro bienestar mental y maximizar nuestra resiliencia?
Lecciones de insectos altamente sociales y más allá
Charles Henry Turner, un entomólogo pionero, reveló a fines del siglo XIX y principios del XX que las hormigas podían aprender de sus experiencias y adaptar sus comportamientos, incluido seguir y aprender de los rastros dejados por otras hormigas (Turner, 1907). Este trabajo destaca cómo las especies dan forma a sus entornos juntas, aprenden unas de otras y se adaptan a su entorno, promoviendo el aprendizaje continuo e impulsando la evolución. En entornos con conocimientos compartidos y roles cooperativos, los cerebros más grandes se vuelven menos necesarios, mientras que la adaptabilidad y los enfoques cognitivos variados son clave para prosperar. Más allá de las hormigas, los humanos y las termitas, especies como animales domesticados como perros, gatos y ganado, así como ciertas aves y peces, también han mostrado tendencias de reducción del tamaño del cerebro con el tiempo cuando disminuyen las presiones ambientales para la resolución de problemas complejos y la supervivencia (Kruska, 2005; Sol, 2009; Kotrschal et al., 2013).
Neuroplasticidad personal: Moldeando nuestros cerebros con acciones intencionales
Si bien los cambios evolutivos ocurren durante milenios, tenemos el poder de moldear nuestros cerebros durante nuestras vidas a través de la capacidad del cerebro para reorganizarse formando nuevas conexiones neuronales. Nuestras experiencias y las formas en que nos involucramos con ellas pueden mejorar o disminuir funciones cerebrales específicas. Esto significa que las acciones intencionales que tomamos a diario pueden afectar significativamente nuestro bienestar mental y físico.
Por ejemplo, si dependemos constantemente de la tecnología para la memoria y la resolución de problemas, podemos debilitar nuestras habilidades cognitivas intrínsecas. Por el contrario, participar en actividades mentalmente estimulantes puede fortalecer y expandir nuestras capacidades cognitivas.
Una forma simple pero efectiva de hacer esto es desafiar a tu cerebro con nuevas rutinas. Intenta cambiar la mano que usas para las tareas diarias, como cepillarte los dientes o revolver el café. Puede parecer incómodo al principio, pero este cambio aparentemente insignificante obliga a tu cerebro a crear nuevas vías neuronales, mejorando su flexibilidad y resiliencia.
Cultivando acciones intencionales
Si bien no es posible aumentar directamente el tamaño del cerebro en adultos a través de los medios actuales, existen formas de mejorar la función cerebral que pueden sentirse similares a tener un "cerebro más grande". De hecho, podemos desarrollar la capacidad de nuestro cerebro para procesar información y realizar tareas de manera más eficiente para mejorar significativamente su poder.
En el mundo acelerado de hoy, bombardeado por distracciones y sobrecarga de información, priorizar la salud del cerebro es esencial. Aquí hay algunas estrategias que nos ayudan a agudizar nuestro enfoque, optimizar la función cognitiva y desbloquear todo nuestro potencial mental:
- Participa en actividades mentalmente estimulantes: Desafía regularmente a tu cerebro con nuevas habilidades, acertijos y tareas de resolución de problemas. Esto puede mejorar la flexibilidad cognitiva y la resiliencia.
- Hazte presente a través de tus sentidos: Los estudios demuestran que enfocarte en tus sentidos puede actuar como un ancla para el momento presente (Kabat-Zinn, J., 1990). Respira hondo y observa los sutiles aromas en el aire. Escucha atentamente los sonidos a tu alrededor, identificando cada ruido distinto. Intenta enfocarte en un solo objeto y describirlo en detalle, notando cada color, textura y matiz. Este compromiso sensorial puede mejorar tu concentración y conciencia, mejorando potencialmente la función cerebral en el aprendizaje, la memoria y la regulación emocional.
- Actividad física: El ejercicio regular promueve la neurogénesis y mejora la función cerebral en general. También contrarresta el sedentarismo fomentado por la tecnología moderna.
- Fomenta las conexiones sociales: Las interacciones sociales significativas pueden mejorar la salud mental y la función cognitiva, reflejando los comportamientos cooperativos que históricamente han dado forma a la evolución humana.
- Moderar el uso de la tecnología: Usa la tecnología conscientemente. Si bien puede mejorar la eficiencia, asegúrate de que no reemplace los ejercicios de pensamiento crítico y memoria.
Reflexiones sobre la tecnología y su impacto a largo plazo
Sin lugar a dudas, los avances tecnológicos han mejorado nuestra calidad de vida, pero tienen implicaciones a largo plazo. Herramientas como los teléfonos inteligentes e Internet se han convertido en extensiones de nuestra memoria y habilidades para resolver problemas. Si bien esta externalización puede mejorar la eficiencia, puede reducir nuestra dependencia de las funciones cognitivas intrínsecas, lo que podría influir en el tamaño y la función del cerebro durante generaciones.
La creciente evidencia sugiere que las experiencias y tecnologías atractivas pueden remodelar nuestros cerebros. Las actividades que desafían nuestro aprendizaje, como aprender a hacer malabares, pueden aumentar la densidad de la materia gris en nuestro cerebro (Draganski et al., 2004). Este principio se extiende a otras actividades que desafían la memoria y la función cognitiva, como aprender un nuevo idioma.
Por el contrario, la dependencia excesiva de herramientas externas para tareas como la navegación o los cálculos podría disminuir la densidad de materia gris en las áreas cerebrales responsables. Del mismo modo, el uso excesivo de la tecnología para la navegación o el tiempo pasivo frente a la pantalla podría encoger el lóbulo occipital, que es responsable de la visión, lo que podría obstaculizar nuestra capacidad para navegar de forma independiente o apreciar los detalles visuales.
Avanzando con intención
A medida que nos subimos a la ola de avances tecnológicos, es vital reflexionar sobre cómo esta revolución digital dará forma a nuestra especie a lo largo del tiempo. Si bien actualmente no es posible aumentar directamente el tamaño del cerebro, es crucial considerar nuestro compromiso con la tecnología y sus impactos en nuestra función cognitiva y estructura cerebral.
Como especie social, abrazar nuestra interconexión y aprovechar nuestra sabiduría colectiva puede aprovechar los beneficios de la neurodiversidad y la plasticidad cerebral. Promover el uso intencional de la tecnología puede permitirnos optimizar la función cerebral, mitigar posibles consecuencias negativas y garantizar que nuestra trayectoria evolutiva priorice todo el potencial de la mente humana. Al hacerlo, podemos moldear nuestros cerebros y vidas de manera que realmente nos sirvan a nosotros y a nuestros compañeros habitantes de la Tierra.
A version of this article originally appeared in English.