Skip to main content

Verificado por Psychology Today

Hannah Reese Ph.D.
Hannah Reese Ph.D.
Cognición

¿Los pensamientos invasivos son normales?

¿Soy la peor persona del mundo por tener esos pensamientos?

Enojo, fantasías, miedo, desesperación y obsesiones, ¿qué es normal y qué no? ¿mi pareja toma demasiado? ¿cuándo se vuelve depresión la tristeza? ¿qué significan estos pensamientos sobre la pareja de mi mejor amigo?

Tenemos la esperanza de abrirle la puerta a preocupaciones privadas y proporcionar respuestas informadas a preguntas comunes sobre lo que es normal, lo que es extraño y lo que es patológico. Nuestro objetivo es proporcionar un antídoto a la vergüenza y preocupación mediante información precisa. Entonces, estamos abiertos a recibir preguntas y consultas. Queremos leer a nuestros lectores y nos encantaría hacer publicaciones acordes con sus intereses

Empezaré con un tema que es muy importante para mí: Los pensamientos intrusivos. Recientemente me volví madre. Adoro a mi hijo. Es hermoso y dulce y juguetón. Y, cuando era más pequeño, no podía pararme al borde de mis escaleras sin imaginar que lo tiraba por las escaleras y veía su cuerpecito retorciéndose en dolor. ¿Imagen aterradora? Sí. ¿Normal? También.

A esto se le conoce como pensamientos invasivos. Le pasan a todos y pueden tomar muchas formas. Tal vez es la imagen repentina de empujar a alguien esperando en la plataforma de un tren, patear a un perro, gritar en la iglesia, saltar de un coche en movimiento o apuñalar a un ser querido. Mientras que hacer, o querer hacer estas cosas no es normal, tener pensamientos invasivos como estos es normal. A veces los pensamientos así nos llegan precisamente porque no queremos actuar de esta manera; son simplemente la cosa más inapropiada que puede imaginar nuestra mente.

Resulta que intentar no tener esos pensamientos empujándolos lejos de nuestras mentes puede tener el efecto contrario. Este efecto fue demostrado por investigadores en la Universidad de Harvard. En su estudio, le pidieron a la gente que no pensara en un oso blanco. Los participantes podían pensar en lo que quisieran, excepto un oso blanco. El problema con aceptar este reto es que nuestra mente constantemente quiere asegurarse de que lo estemos haciendo bien. Revisamos que no estemos pensando en un oso blanco, y luego, ay no, ahí está el oso.

El puro acto de monitorear nuestros pensamientos para asegurarnos de que un pensamiento específico está ausente, puede hacer que ocurra con mayor frecuencia. Cuando alguien se preocupa demasiado por sus pensamientos invasivos, se esfuerza por eliminarlos y evitar que pasen, puede terminar con un tipo de Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC). La gente con este tipo de TOC de "malos pensamientos" usualmente evita las cosas que podrían activas estos pensamientos o estar en situaciones en las que podrían estar en riesgo de actuar sobre ese pensamiento.

Así que, por ejemplo, una persona podría intentar evitar tomar el tren, evitar usar cuchillos o evitar cargar a un bebé. En situaciones en las que no pueden evitarlo, tienden a recurrir a rituales, como contar de manera repetitiva o rezar compulsivamente para evitar que pase algo malo. Si esto suena familiar, puede ser a causa de un TOC.

Pero, quienes padecen de una variedad menos agresiva de pensamientos invasivos pueden estar tranquilos. Estos pensamientos son normales. La próxima vez que sucedan, basta con recordar que hay una diferencia entre pensamientos y acciones; no hay por qué perder el tiempo en intentar alejar el pensamiento. Hay que dejarlo llegar e irse por donde vino. Y tampoco hay por qué tener miedo de compartir esos pensamientos con algún amigo o confidente. Puede ser bastante entretenido (mi esposo me dice eso todo el tiempo) y al compartir nuestras experiencias damos un paso adelante hacia entender qué es normal.

Derechos de autor: Hannah E. Reese

A version of this article originally appeared in English.

publicidad
Más de Psychology Today
Más de Psychology Today