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Verificado por Psychology Today

Michele Weiner-Davis LCSW
Michele Weiner-Davis LCSW
Matrimonio

El síndrome de la esposa que se va

Dos tercios de los divorcios son iniciados por mujeres. Esta es la razón.

Durante las dos décadas anteriores me he dedicado a ayudarle a las parejas a resolver sus diferencias con el fin de mantener sus matrimonios y familias juntas. Esta pasión por salvar matrimonios no está basada en creencias religiosas ni creo que el divorcio esté moralmente mal. Mi sesgo para acabar con los divorcios está basado simplemente en mi firme convicción de que la gran mayoría de los problemas que la gente experimenta cuando considera el divorcio son, sin duda se pueden resolver. Con el paso de los años, he tenido incontables experiencias de ayudar a parejas al borde del divorcio a volver a involucrarse en sus matrimonios y volver a enamorarse. Dicho eso, hay una situación en particular que encuentro particularmente desafiante: el síndrome de la esposa que se va.

¿Sabían que las mujeres inician dos tercios de los divorcios que se presentan en Estados Unidos? Esto no quiere decir que las mujeres tomen su compromiso con el matrimonio a la ligera. No lo hacen. La mayoría creen que han intentado todo lo humanamente posible para arreglar las cosas antes de tirar la toalla. Aún así, las mujeres están dejando sus matrimonios en tropel. ¿Por qué? A pesar de que hay una amplia variedad de razones que podrían explicar estos escapes masivos, hay solamente uno que, a mi parecer, destaca de entre los demás.

Durante los años iniciales del matrimonio, la mujer tiende a ser la cuidadora emocional de la relación. Se asegura de que el matrimonio permanezca como prioridad e insiste en pasar tiempo de calidad juntos, tener conversaciones significativas y actividades compartidas. Cuando una mujer se siente cercana a su esposo, todo está bien en el mundo. Sin embargo, si el matrimonio toma un lugar secundario contra otros compromisos, persigue a su esposo en busca de una mayor conexión con conversaciones de corazón. Si estas conversaciones son exitosas, el matrimonio florece. Si no, sus quejas ya no se limitan a sentirse poco importante. Empieza a encontrar fallas en muchos otros aspectos de su relación. Él escucha, "si hubiera sabido la clase de padre que serías, nunca habría tenido hijos contigo," o "¿por qué no puedes recoger tu tiradero? Eres como un hijo más."

Basta con decir que estas quejas difícilmente lo harán querer pasar más tiempo con ella. Así que ella empieza a planear silenciosamente su estrategia de salida. Se dice a sí misma, "me iré cuando el más chico entre a la universidad" o "voy a encontrar a mi alma gemela y luego dejaré este matrimonio", o "tan pronto como pueda mantenerme económicamente, me voy de aquí."

Las estrategias de salida suelen tardar años en ejecutarse y durante ese tiempo las mujeres se enfocan en fortificar sus recursos, no en arreglar sus matrimonios. La ausencia de quejas hace creer a sus esposos que las cosas han mejorado, que salieron del pantano. "No tener noticias son buenas noticias," se dicen a sí mismos mientras siguen intentando llevar sus vidas separadas. Pero entonces llega el día y sus esposas les informan que el matrimonio se acabó, provocando sorpresa y devastación. "¿Por qué no me dijiste que estabas tan infeliz?" protestan los hombres, y con sus palabras le ponen el último clavo al ataúd. Es en ese momento que empiezan a reconocer la importancia de sus esposas y sus hijos. Empiezan a intentar salvar sus matrimonios desesperadamente.

Se dice que la gente no cambia hasta que toca fondo. Les puedo decir de primera mano que el fondo no puede llegar a ser más bajo que la tierra debajo de los pies de estos hombres. La amenaza de divorcio genera una verdadera introspección. Estos son hombres que gustosamente hacen citas para ir a terapia, se inscriben a seminarios matrimoniales, leen cada libro de autoayuda que encuentran, buscan conexión espiritual, e incluso se arriesgan a ser vulnerables discutiendo sus sentimientos con amigos y familia. Gradualmente, se vuelven los esposos que estas mujeres habían estado esperando.

Pero para muchas mujeres es "demasiado poco y demasiado tarde" o "sé que esto no va a durar, si me quedo en este matrimonio volverás a las andadas" lo que, a pesar de ser completamente comprensible, sigue siendo trágico. Esto es porque, en lugar de fingir un "comportamiento apropiado para un esposo" la mayoría de estos hombres sinceramente atraviesa por una transformación personal que modifica sus prioridades para siempre. Usualmente son excelentes segundos esposos. Cada vez que una mujer que está a punto de irse o su esposo llega a mi oficina, estoy decidida a hacer lo que pueda para abrir el corazón y la mente de ella para que pueda ver los profundos cambios en su hombre. Suelo tener éxito, pero este es uno de los nudos clínicos más difíciles de deshacer. Preferiría, por mucho, que las parejas realmente entendieran el concepto de que el tiempo juntos es de gran importancia y que regañar, aunque sea bien intencionado, siempre sale por la culata. Por eso es que defiendo la educación matrimonial. Enamorarse es fácil. Seguir enamorados es otra cosa. La gente necesita información y habilidades para permanecer enamorada. Si todo saliera como quiero, todos aprenderían tanto que me quedaría sin trabajo.

A version of this article originally appeared in English.

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