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Los puntos clave
- Las personas suelen sentirse culpables al realizar una compra; esto se llama impuesto moral o pena de pago.
- El impuesto moral equilibra el disfrute de artículos recién adquiridos y evita que las personas gasten de más.
- Los mejores obsequios reducen el impuesto moral y nos ayudan a disfrutar de una compra sin sentir culpa.
Todos hemos estado allí. Ese momento incómodo después de desenvolver un regalo decepcionante, si no es que directamente espantoso. Ya sea una sartén de tu pareja romántica o un suéter que no te queda bien de un amigo que realmente debería haber sabido que no era para ti. Pero la verdad es que encontrar el regalo perfecto es complicado. No todo el mundo es tan fácil de complacer como mi hijo de 3 años, cuyos ojos se iluminan con cualquier juguete que tenga un estampado de Paw Patrol.
A medida que nos acercamos a la temporada navideña, la presión de comprar regalos por mandato social es una fuente de estrés para muchas personas. Las tarjetas de regalo pueden parecer una salida fácil y conveniente, pero pueden ser complicadas de canjear y, a menudo, engañan a los destinatarios para que gasten más de lo que inicialmente pretendían. ¿Cómo encuentras el regalo perfecto para colocar debajo del árbol?
Impuesto moral de pagos
Echar un vistazo a la psicología de las decisiones financieras puede ayudar a hacer regalos con éxito. Además de la pérdida económica de dinero, cualquier compra de bienes o servicios conlleva costes distintos al monetario. Las personas experimentan dolor emocional, a menudo en forma de culpa, cuando derraman dinero. A esto se le llama impuesto moral o pena de pago.
El impuesto moral tiene un propósito evolutivo. Equilibra la alegría que obtenemos de los artículos recién comprados para evitar gastos excesivos. Podemos considerarlo como una herramienta emocional de autorregulación que nos ayuda a mantenernos dentro de nuestro presupuesto. Los efectos del impuesto moral pueden medirse incluso a nivel neurológico. Los escáneres cerebrales que utilizan tecnología de resonancia magnética funcional muestran la activación de áreas del cerebro asociadas con el dolor físico, cuando las personas miran los precios de los artículos que desean comprar.
La intensidad del dolor experimentado depende de las circunstancias específicas de un pago. Específicamente, importa cuán estrechamente estén vinculados o acoplados la compra y el pago. Un factor que afecta el acoplamiento es el método de pago. Los experimentos económicos han demostrado que las personas están mucho más dispuestas a realizar un pago si utilizan una tarjeta de crédito que en efectivo. Esto se debe a que el impuesto moral disminuye durante los pagos con tarjeta de crédito, ya que el vínculo entre el pago y la compra es menos destacado. Pagar con tarjeta de crédito evita una pérdida financiera inmediata en el momento del pago, reduciendo así los sentimientos negativos de culpa.
Otro ejemplo es el uso de fichas prepagas, como las fichas de casino. Comprar fichas de casino es emocionalmente doloroso en el momento del pago. Sin embargo, si la compra se realiza con antelación, el uso posterior de las fichas en las mesas de juego resulta comparativamente fácil. El impuesto moral se reduce debido al tenue acoplamiento entre pago y compra. Esto significa que los consumidores muestran poca culpa o inhibición al desprenderse de sus fichas de plástico, aunque las fichas representen dinero real.
El impuesto moral y la compra de regalos
El impuesto moral es el sentimiento de culpa que experimentamos al gastar dinero. Podemos reducir esta culpa desvinculando el disfrute de una compra de su pago, como se analiza en los ejemplos anteriores. Sin embargo, la mejor manera de reducir el impuesto moral es recibir un regalo: ¡un artículo por el que no tuviste que pagar nada!
Como resultado, los mejores obsequios son artículos que normalmente evocan niveles particularmente altos de impuesto moral. Esto puede incluir artículos de lujo que parecen demasiado caros e injustificados y, por lo tanto, inducen sentimientos de culpa particularmente malos al comprarlos. Algunos ejemplos pueden ser joyas extravagantes, deliciosas trufas de chocolate, artículos de tocador especiales que se consideran un verdadero placer, una compra innecesaria o “demasiado bueno” para comprarlo por tu cuenta.
Curiosamente, no se trata de la cantidad real de dinero gastado. Lo que más importa son las emociones que evoca el regalo (o la culpa que se elimina). Considera el siguiente ejemplo como ilustración.
Durante semanas, Ana le ha echado el ojo a un par de botas de diseñador. Lucen increíblemente elegantes y combinan maravillosamente con su nuevo abrigo de invierno. Tiene suficiente dinero para pagar las botas, pero no cree que la compra esté justificada. Al fin y al cabo, ya posee otros tres pares de calzado de invierno. Aún así, Ana se asegura de mencionarle las botas a su esposa Alex, y cuando llega la mañana de Navidad, desenvuelve con alegría una caja grande que contiene las botas. Está encantada con el regalo a pesar de que Alex lo compró desde su cuenta bancaria conjunta.
Desde un punto de vista económico, el júbilo de Ana no tiene ningún sentido. Como comparte una cuenta bancaria con su esposa, no importa quién compre las botas. La pérdida financiera es la misma en ambos sentidos. ¿Cómo puede Ana estar contenta con que Alex haga una compra que antes consideraba innecesaria? Vaya, todo se reduce a un impuesto moral. Al realizar el pago en nombre de Ana, Alex reduce la carga de pago de su esposa. Ana disfruta de sus preciosas botas sin sentirse culpable.
La psicología de las elecciones financieras sugiere que los mejores regalos son cosas que las personas realmente quieren pero que se niegan a sí mismas para evitar sentirse culpables. ¿Cuáles son los deseos secretos y los placeres culpables de tu pareja? Desafortunadamente, esa es la única pregunta que debes responder por tu cuenta.
A version of this article originally appeared in English.
