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Verificado por Psychology Today

Elliot D. Cohen Ph.D.
Elliot D. Cohen Ph.D.
Sexo

Algunos consejos para superar la ansiedad por desempeño sexual

El problema podría no estar en tu zona erógena.

Muchas personas que no logran llegar al clímax durante el coito no tienen ninguna condición física subyacente. En su lugar, el problema podría deberse en parte o completamente a las preocupaciones sobre no ser capaz de desempeñarse adecuadamente. En estos casos, puede ser necesario un poco de razonamiento a la antigua en lugar de una moderna píldora azul.

Entonces, ¿cómo pueden las preocupaciones sobre tu desempeño sexual afectarte en el momento? Lo primero que debemos notar es que la preocupación sobre no desempeñarte bien durante el sexo te distrae durante las interacciones sexuales con tu pareja. Con frecuencia, cuando las personas preocuponas tienen sexo, no le prestan la atención necesaria a los pensamientos y respuestas eróticas que usalmente acompañan a una relación sexual exitosa. Entonces, en lugar de pensar eróticamente, puedes empezar a pensar y a engancharte con lo terrible que sería si no pudieras desempeñarte adecuadamente, cómo esto reflejaría pobremente tu masculinidad o feminidad y lo que tu pareja podría pensar de ti.

Este tipo de pensamientos producen ansiedad ante el desempeño. La ansiedad es una emoción orientada al futuro en la que piensas catastróficamente acerca de las consecuencias de un posible evento futuro. En el caso de la ansiedad por el desempeño sexual, el evento en cuestión es fracasar en el desempeño sexual y las consecuencias catastróficas son la pérdida del autorespeto y el temor de cómo crees que los demás, específicamente tu pareja sexual, te percibirán.

Así que tal vez crees que un hombre debe tener una erección o que una mujer debe tener un orgasmo. Y tal vez crees esto a pesar del evidente hecho biológico de que tener una erección o un orgasmo no es una condición necesaria de ser un hombre o una mujer. Si nunca volvieras a tener otra erección u orgasmo, aún así conservarías tu género.

Tal vez pienses: “bueno, tal vez sigo siendo un hombre si no logro desempeñarme sexualmente, pero eso no es lo que se supone que debería hacer, como hombre. Se supone que debo lograr tener una erección, y si no tengo una, entonces de alguna manera estoy defectuoso, es como un reloj que no da la hora pero sigue siendo un reloj”.

Ahora, un pequeño consejo existencial podría ayudar a quitarle el filo a esta popular perspectiva de la “ley natural”. ¡No eres un reloj! Un reloj no tiene libre albedrío. Sus movimientos son puramente mecánicos. Un reloj no tiene subjetividad; no es autoconsciente. Pero tú sí, y eso hace toda la diferencia.

Tu “defecto” no está en tus partes mecánicas. No está en tu pene o en la vagina; no es un defecto de tu zona erógena. En su lugar, es un conjunto de pensamientos irracionales que crean ansiedad por desempeño, lo que en su lugar, lleva a tu falta de orgasmos (o erecciones o lo que sea).

Una parte importante de la ansiedad por el desempeño es el miedo de lo que los demás (más notablemente tu pareja actual) van a pensar de ti si no logras desempeñarte. Tal vez temas que tu pareja deje de considerarte sexy por no ser un “hombre de verdad” o una “mujer de verdad”.

Como tal, podrías repetirte que tu valía depende de si puedes llegar o no al clímax. Piensas: “¿qué tan bueno o buena soy si ni siquiera puedo tener un orgasmo?” Pero no equivales a un orgasmo. De nuevo, no eres un simple mecanismo. Eres un ser que puede pensar, razonar actuar, sentir, desear y percibir. Eres un ser autodeterminado, un ser que puede decidir cosas de manera autónoma. Por lo tanto, también tienes un valor y dignidad inherentes. Así que respétate, después de todo, el buen sexo empieza con el autorespeto.

Y también, no se acaba el mundo si no tienes un orgasmo o no logras una erección. No está al nivel de una catástrofe nuclear o un terremoto en el que miles de personas fallecen. No es el equivalente a un asesinato o una violación. No es el fin del universo. En la escala de cosas malas, realmente no es tan malo, a menos de que te digas a ti mismo que lo es. Pero ahí es donde entra tu fuerza de voluntad; puedes decidir cómo interpretar lo que te pasa.

Finalmente, no puedes controlar lo que los demás piensan de ti. ¿Tu pareja estará complacida contigo? ¿Cómo te comparas sexualmente con los demás? ¿Qué pensará si no puedes llegar al clímax? Estos pensamientos no deberían de ocuparte porque simplemente no estás en una posición de controlar lo que los demás piensan. Por otro lado, puedes tener un control considerable sobre tu experiencia sexual. Puedes tener pensamientos eróticos, tocar, sentir y opinar. Puedes intentar estimular e imaginar que tu pareja está tan intensamente estimulada como tú lo estás. Aquí, tu imaginación es toda la realidad que importa. A fin de cuentas, calificar el sexo como bueno, malo o algo intermedio podría no ser una buena idea en general, pero definitivamente es una muy mala idea durante el encuentro sexual en sí. Hacerlo es una manera segura de enfriar la experiencia.

Resulta que solo tuviste juegos previos pero ningún clímax, sigue sin ser algo terrible ni horrible ni espantoso. El disfrute que se obtuvo durante el encuentro no tiene por qué ser minimizado por no lograr un orgasmo. Es lo que es, y puede ser bastante agradable, a menos que te hagas ideas catastróficas al respecto y diluyas este placer con ansiedad innecesaria. El viaje hacia la gratificación sexual no debería convertirse en una fuente de dolor.

Así que, ¿qué se puede hacer con la ansiedad por el desempeño sexual? Aquí tenemos, en resumen, algunas cosas en las que tu pareja y tú pueden trabajar:

  • Deja de definirte como un orgasmo. ¡Eres mucho más!
  • Respeta tu dignidad y valor inherente como ser humano.
  • Deja de preocuparte sobre lo que los demás pensarán de ti.
  • Mejor enfócate en lo que puedes controlar: tu mundo subjetivo de pensamientos eróticos, fantasías, sensaciones y sentimientos.
  • Deja de exagerar lo mal que está no tener un orgasmo.
  • Deja de calificar tu experiencia sexual, especialmente mientras sucede.
  • ¡Aprecia cualquier placer que puedas obtener!

Para más consejos sobre cómo superar la preocupación crónica, consulta mi libro El Preocupado Experto.

A version of this article originally appeared in English.

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