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Verificado por Psychology Today

Cognición

Sí, puedes dejar de pensar en eso

Dos cosas que debes saber para liberarte de pensamientos inútiles e indeseados.

Wavebreakmedia/Shutterstock
Fuente: Wavebreakmedia/Shutterstock

Cada uno de nosotros sabemos lo que es estar plagados por un pensamiento desagradable o indeseable. Podría ser un autocuestionamiento persistente, una historia perturbadora en las noticias de la tarde, la humillación de haber sido rechazado recientemente por un prospecto amoroso. Aunque intentes bloquearlo de tu mente, la imagen o sentimiento aparece una y otra vez. Te hace sentir miserable y te deja sintiéndote como un prisionero de tu propia mente cruel.

La mayoría de las personas creen que en realidad no hay mucho que puedas hacer al respecto, que en cierto nivel, estos pensamientos necesitan suceder y que intentar bloquearlos no tiene caso. La buena noticia es que la mayoría de las personas están equivocadas. Es absolutamente posible bloquear pensamientos indeseados, dolorosos o contraproducentes, si estás armado con las estrategias correctas. Y tuve la oportunidad de ponerlas a prueba justo hace una semana, cuando cerré la puerta del baño sobre el dedo índice de mi hija de cuatro años, Annika.

Estuvo muy, muy mal. Su dedo estaba cerca de la bisagra donde la fuerza es mayor, así que se le fracturó la punta del dedo y el cirujano me dijo que casi se le cortó. Inmediatamente después de que pasó, levanté a mi hija aún sin zapatos y a su hermano de un año, todavía en pijama, y corrí hacia las calles de Nueva York en una búsqueda frenética de un taxi. Pasamos las siguientes cuatro horas en la sala de emergencias.

Para cuando volvimos a nuestro piso, Annika ya estaba llena de sonrisas y alegría. Su cirujano nos aseguró que sanaría rápidamente y que no habría daños duraderos. Notoriamente, no tenía ningún dolor. Una vez que se acomodó en el sofá con su papá y hermano con un enorme tazón de helado, me llevé al perro de paseo y lloré hasta que se me secaron los ojos. (Gracias a Dios que los neoyorquinos evitan el contacto visual. Tal vez nadie lo notó).

Tan terrible como puede ser para un padre lidiar con cualquier lesión de su pequeño, hay una angustia particular al saber que fuiste tú quien lo provocó.

Ahora, sé perfectamente bien que fue un accidente, y que los accidentes nos pasan a todos (incluso a mamás neuróticamente obsesionadas con la seguridad como yo). Yo sabía que no iba a ganar nada obsesionándome con lo que pasó. Pero al día siguiente, a pesar de que Annika estaba juguetona y libre de dolor, yo todavía me sentía terrible. De un momento a otro estaba girando en una noria de emociones negativas: culpa, ansiedad, depresión, autodesprecio. Ni siquiera podía disfrutar jugar con mis hijos, no me podía concentrar en nada. Ni siquiera podía sentir la alegría y alivio que uno pensaría que sentiría al saber que mi hija estaba feliz y mejorando.

El problema fue que los recuerdos de lo que pasó no dejaban de aparecerse en mi mente. Veía el terror en sus ojos, recordaba mi propio pánico y mis esfuerzos por mantener la calma, revivía el momento en el que había empezado a cerrar la puerta y deseaba haber bajado la mirada para verla ahí. Sabía que no iba a dejar de sentirme terrible a menos de que me librara de esos pensamientos dolorosos e indeseados. Afortunadamente, sabía exactamente qué hacer.

Bloquear (o suprimir) un pensamiento es desafiante, porque un pensamiento bloqueado tiende a rebotar. En otras palabras, puede regresar después con sed de venganza una vez que bajas la guardia. El reporte mejor conocido sobre el motivo de las recaídas viene de la teoría del monitoreo irónico. La idea es que mientras bloqueas un pensamiento (por ejemplo, intentar librarte de pensamientos sobre “osos blancos”), parte de tu cerebro está buscando activamente cualquier pensamiento sobre osos blancos para poder apagarlos inmediatamente.

Esa búsqueda activa crea un efecto irónico: hace que los pensamientos sobre osos blancos sean mucho más accesibles, así que una vez que bajas la guardia y dejas de bloquear, los pensamientos vuelven a toda velocidad. Ahora no puedes pensar más que en osos blancos.

Por mucho tiempo, los psicólogos creyeron que permitirte pensar en osos blancos era la única solución, ya que el cerebro no está buscando estos pensamientos y ya no está intentando bloquearlos, eventualmente desaparecerán. Pero los pensamientos sí pueden bloquearse sin recaídas. Para hacer esto, hay dos cosas que necesitas saber.

1. Primero, recuerda que bloquear un pensamiento siempre es difícil, sin importar el pensamiento. Pero, solo porque es difícil no quiere decir que, a cierto nivel, tengas que pensar en eso. Tu cerebro no necesariamente tiene planes ocultos. La verdadera ironía es que creer que la tiene es lo que termina por provocar la recaída. En otras palabras, un pensamiento te seguirá asediando si le das más significado e importancia a la dificultad que te presenta bloquearlo de lo que se merece.

De hecho, en una serie de estudios, los psicólogos Jens Foerster y Nira Liberman encontraron que si le explicaban a las personas con antelación, antes de que bloquearan un pensamiento, que siempre es difícil bloquear cualquier pensamiento, no hubo ninguna recaída. Los pensamientos bloqueados permanecieron bloqueados. Los osos blancos volvieron.

Así que el primer paso para bloquear un pensamiento no deseado es abrazar la idea de que no necesitas pensar en eso realmente.

2. Segundo, necesitas una estrategia para manejar el pensamiento si se aparece. Un buen plan por si acaso es exactamente lo que el doctor receta para lidiar con pensamientos indeseados y sentimientos disruptivos.

La clave es planear por adelantado lo que harás cuando el pensamiento aparezca en tu mente. Puede ser tan simple como repetirte “si el pensamiento viene, lo ignoraré”. Algunos podrían preferir reemplazar el pensamiento o sentimiento con uno más positivo. En un estudio, los jugadores de tenis que estaban plagados por ansiedad y dudas antes de un partido conquistaron estos pensamientos con el plan “si dudo de mí, entonces recordaré todas las veces que he ganado en el pasado”.

Para mí, el plan “si pienso en el accidente, entonces pensaré en la cara sonriente de Annika cuando todo terminó”, fue sumamente efectivo. Conforme lo iba practicando una y otra vez durante el día cuando esas terribles visiones me visitaban, sentía cómo su poder sobre mí se iba derritiendo. Sus visitas se volvieron cada vez menos frecuentes. Fui capaz de sentirme feliz de nuevo y de ver que mi pequeña me había perdonado hacía mucho por lo que pasó. Y finalmente se sintió bien empezar a perdonarme yo también.

Ahora, no digo que deberíamos ir por ahí bloqueando todos los pensamientos desagradables que se nos aparezcan. Hay momentos en los que realmente necesitamos reflexionar sobre las cosas malas que nos pasan, para entender su significado, para comprender algo y aceptar nuestros sentimientos y aprender y crecer a partir de nuestras experiencias. Pero cuando en realidad no podemos ganar nada a partir de la reflexión, cuando el pensamiento simplemente prolonga el dolor, es bueno saber que sí hay una manera de deshacerte de él y seguir adelante.

Imagen de Facebook: serdjophoto/Shutterstock

A version of this article originally appeared in English.

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Acerca de
Heidi Grant Halvorson Ph.D.

Dra. Heidi Grant Halvorson, Directora Asociada del Motivation Science Center y la Escuela de Negocios en Columbia.

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