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Verificado por Psychology Today

Steven Ing MFT
Steven Ing MFT
Sexo

Si no es adicción al sexo, entonces ¿qué es?

Para empezar, la adicción al sexo no es un problema real.

La pareja parecía preocupada. Todo lo que creían que habían entendido, que les había explicado su sacerdote, ya no tenía sentido. “Ok, si no es adicción al sexo, entonces, ¿cuál es el problema?” Pasó un momento, luego otro. “Bueno”, les dije, “para empezar, es peor de lo que creen”.

Photo by Cottonbro from Pexels
Source: Photo by Cottonbro from Pexels

La adicción al sexo es un concepto pseudocientífico, es muy atractivo emocionalmente. Primero, definitivamente etiqueta la conducta sexual contra la que se objeta como una enfermedad y nada más que una enfermedad; realmente no hay necesidad de mirar más allá. Pero la razón por la que le dije a mis clientes que era peor de lo que pensaban era que no es el llamado adicto quien tiene el problema. El problema está en ellos como pareja.

Observemos de cerca esta definición de adicción al sexo: “cualquier comportamiento compulsivo relacionado con el sexo que interfiera con la vida normal y cause estrés severo en la familia, amigos, seres queridos y el ambiente laboral”. La adicción al sexo se trata sobre “cualquier comportamiento relacionado con el sexo”, ¿en serio? ¿Qué hay del coqueteo? ¿De las fantasías sexuales privadas? ¿Intentar hablar demasiadas veces con tu pareja sobre lo sexualmente infeliz que eres? Cualquier comportamiento relacionado con el sexo, como comprar (y observar) melones y zanahorias.

Podrías objetar, “eso ya es volarse la barda, ¿no?” Seguro, definitivamente. Acotémoslo: “... que interfiere con la vida normal”. No puede haber ninguna ambigüedad ahí porque, usualmente todos estamos de acuerdo en lo que significa la sexualidad normal. Solo bromeo, claro que no. ¿Sexo fuera del matrimonio? ¿Homosexualidad? ¿Hacer uso de trabajadores sexuales? ¿Novelas eróticas, pornográficas o solo muy candentes? Algunos de nosotros creemos que la masturbación es un comportamiento humano normal aunque solo el 95 por ciento de los americanos lo hacen. (Los estudios indican que el 5 por ciento restante son mentirosos). Se puede ver hacia dónde va esto. No hay normalidad.

Este “comportamiento relacionado con el sexo” debe “causar estrés severo en familiares, amigos, seres queridos y en el ambiente laboral”. Gran toque. Es casi como (y se confunde fácilmente con) los criterios descriptivos para enfermedades mentales en donde el trastorno debe “causar angustia o discapacidad”. En otras palabras, si un comportamiento no causa problemas entonces con casi toda probabilidad no es un problema, al menos para los médicos. Pero si Juanito (o Susanita) persiste en masturbarse (cuando realmente queremos que no lo haga) y mamá y papá están realmente molestos por ello, entonces ahí lo tienes, un caso bona fide de adicción al sexo. ¿En serio? La diferencia para los médicos es que la angustia tiene que ocurrir en el paciente y no en las personas que lo rodean. Regla de terapia #17: la persona con el dolor es la persona con el problema.

Han llegado hombres a mi oficina, aparentemente atormentados con sus pensamientos y comportamientos sexuales. Dicen que no quieren pensar o comportarse de esta manera. Que estos pensamientos y comportamientos están destruyendo sus matrimonios. Sugiero un experimento de pensamiento: “¿Qué pasaría si llegaras a casa del trabajo un día y tu esposa estuviera vestida de manera provocativa, te saludara en la puerta con un beso cálido y una sonrisa amorosa. Luego te mira amablemente y admite que no sabía qué regalarte por tu cumpleaños y que, al final, decidió invitar a su sensual amiga para que ustedes tres pudieran pasarlo muy bien y que, en este momento, ella está esperándolos en la habitación”.

Pausa larga, “pensaría que es un truco”. Ok, pero digamos que no era una broma, ¿qué harías? Pausa larga, “bueno, no querría ser grosero, digo, fue su idea y…” Ahí está. Los pensamientos de infidelidad le molestaron, pero solo si le molestaban a ella. Si esos pensamientos y los comportamientos relacionados se vieran con más amabilidad entonces (¡poof!) no más angustia. Es confuso para algunos porque significa que en los matrimonios con parejas juguetonas como la descrita arriba, lo que ayer era adicción al sexo, hoy podría convertirse en, abracadabra, una aventura sexual consensual.

Cuando les digo a mis clientes que la adicción al sexo no es el problema y que el problema real es peor de lo que creen, lo que quiero decir es que tienen un problema al no encontrar una manera sustentable de sexualidad. Con mayor frecuencia, el problema está en la manera en la que están viviendo toma una de tres formas:

1. Hay personas que están en relaciones comprometidas con otras personas y el problema es su relación, no una adicción al sexo. Eso podría incluir a hombres que quieren sexo más que sus parejas, las mujeres que hace mucho perdieron todo el interés en la persona estable con la que están casadas y los hombres y mujeres que encuentran que sus parejas son sumamente agradables pero realmente aburridas.

2. Luego están esas personas que están intentando vivir de acuerdo a una forma de espiritualidad que consideran más importante que las personas a quienes debe servir su espiritualidad. Un caso simple: la mujer descubierta mastrurbándose en la película de 1990, El Cuento de la Criada. Fue tomada por la fuerza y sostenida con sus manos estiradas mientras los sirvientes se las quemaban. Obviamente era una adicta al sexo, pero entonces, también lo es un adolescente que se masturbó siete veces ayer. O el esposo que fue descubierto viendo porno cuando pensó que su esposa se había ido a dormir. Parte de su terapia fue confesar todo esto en la iglesia el domingo.

3. Finalmente, están aquellas personas con trastornos de personalidad que, tristemente, son incapaces de amar y para quienes la intimidad es un unicornio: absolutamente inexistente. La titilación, la excitación a los estímulos físicos, es la diálisis que necesitan para seguir adelante. Son adictos al sexo pero de la manera en la que los diabéticos son adictos a la insulina.

Tratar cualquiera de estas con el modelo de adicción al sexo pone dinero en manos de charlatanes y desesperanza en los corazones de las personas que están buscando ayuda compasiva.

A version of this article originally appeared in English.

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