Crianza
Qué hacer y qué nunca hacer al hablarle a los niños sobre la muerte
Tips para padres que están ayudando a sus hijos a lidiar con una pérdida.
16 de marzo de 2020 Revisado por Kaja Perina
Nunca es fácil lidiar con la muerte.
Como adultos, nos sobrepasa. Y para un niño es todavía más difícil seguir adelante.
A pesar de que sabemos que es una parte inevitable de la vida, hablar de la muerte no es algo en lo que la mayoría de nosotros se destaque porque el tema es sumamente doloroso.
Como muchos de nosotros lo sabemos, la muerte ocurre de muchas maneras. Puede ser repentina, esperada, prolongada o accidental. Parte de la experiencia es encontrar maneras de expresar lo que pasó, darle sentido a lo que pasó y finalmente, aceptar qué pasó.
Aquí hay algunos consejos para hablarle de la muerte a nuestros hijos:
Qué hacer
- Decir la verdad sobre lo que pasó de inmediato. La verdad le da una explicación a nuestras lágrimas y dolor. Ser abiertos y emocionales puede ayudarle a nuestros hijos a aprender cómo llorar una pérdida.
- Estar preparados para una variedad de respuestas emocionales. Debemos darnos cuenta de que sin importar cómo hablemos de este tema, nuestros hijos estarán alterados, tal vez incluso enojados por la pérdida. Aceptemos sus reacciones emocionales. Habrá tiempo después de hablar de las cosas de nuevo, cuando hayan tenido tiempo de procesar el trauma inicial.
- Asegurarse de usar las palabras muerto o murió. A muchos les parece incómodo muerto o muerte y prefieren usar frases como se fué, pasó a mejor vida, lo perdimos, cruzó al otro lado o se fue a dormir. Pero la ciencia ha demostrado que usar palabras realistas para describir la muerte ayuda con el proceso de aflicción.
- Dosificar la información. Es importante medir la cantidad de información que nuestros hijos pueden manejar, poco a poco. Sabremos qué hacer con base en las preguntas que nos hagan.
- Estar cómodos con decir "No sé". Nunca es fácil tener todas las respuestas, sobre todo en un momento de dolor. Ayuda decirle a los niños que podemos no estar seguros sobre ciertas cosas como "¿Cómo murió el abuelo?" "¿Qué le pasa a la Tía Rita en la funeraria?" "¿Por qué Patitas se salió corriendo a la calle? u otras preguntas imposibles de responder.
- Llorar. Lloren juntos. Lloren mucho. Es saludable y ayuda a sanar.
- Permitirles ayudar en los rituales. Podemos dejarlos elegir la ropa de nuestro ser querido, fotos para el funeral, una canción o una lectura espiritual. Esto les ayudará a obtener un sentido de control sobre la pérdida traumática.
- Permitirles lamentarse a su manera. Pueden estar callados sobre la muerte. También es natural que los niños se sientan solos y se aislen en estos momentos. También es común que parezca que no les afectó la pérdida. No hay una manera única de lidiar con ello.
- Prepararlos para lo que verán en el funeral. Hay que contarle a los niños qué verán, quién estará ahí, cómo se podría estar sintiendo la gente y lo que estarán haciendo. Para los niños más pequeños, hay que ser específicos con las descripciones de cómo se verán las cosas. Por ejemplo, describirles el ataúd y la ropa y que el cuerpo estará ahí. Si es una misa, hablar de dónde está el cuerpo, si lo cremaron o está en un ataúd cerrado o ya enterrado. Cuando nos sentimos demasiado perturbados, es mejor llevar a alguien que pueda cuidar de los niños.
- Prepararlos para la vida sin el ser querido. Hablarles sobre cómo se sentirá celebrar cumpleaños, aniversarios, fiestas y momentos especiales sin nuestro ser querido. Podemos pedirles ayuda para planear cómo manejar el calendario del siguiente año.
- Estar listos para hablar con frecuencia sobre sentimientos y pensamientos. Es probable que el tema de la muerte esté latente por días, semanas o meses. Debemos estar disponibles y ofrecer nuestros oídos con frecuencia para discusiones continuas.
- No olvidarse de uno mismo. Como padres, a veces nos olvidamos de cuidarnos a nosotros mismos durante este periodo. Los niños aprenden lo que ven así que debemos ser un modelo de autocuidado durante este tiempo
- Qué no hacer
- Ocultarles el dolor. Vernos penar durante y mucho después de la muerte de nuestros seres queridos le permitirá a los niños saber que es normal y saludable llorar y estar tristes después de una pérdida importante.
- Temer compartir recuerdos sobre el ser querido. A veces los padres tenemos miedo de hablar acerca de la persona que murió, pensando que le causará dolor a los demás. Investigaciones han demostrado que el dolor de revivir memorias o compartir historias en realidad ayuda a sanar y dar cierre.
- Evitar conectar con los niños por sentimientos de desolación o incomodidad o por no saber qué decir. A veces, una mirada conocedora puede ser una conexión poderosa. Incluso un abrazo o un ligero toque pueden ofrecer mucho apoyo.
- Cambiar el tema cuando llegan los niños. Hacerlo le pone una carga de taboo al tema de la muerte. En su lugar, podemos ajustar las palabras y el nivel de información cuando hay un niño presente.
- Cambiar la rutina diaria. Los niños necesitan consistencia. Debemos intentar mantener la rutina tanto como sea posible en la casa o en el trabajo. También, debemos intentar asegurar que los niños sigan tomando parte de sus actividades normales en sus eventos normales o escolares.
- Pensar que la muerte prohíbe la risa. La risa es una gran herramienta de sanación. Reirnos de recuerdos o momentos con nuestros seres queridos demuestra lo importante que fue su presencia en nuestras vidas.
- Ponerle límite de tiempo a la pena de los niños o a la propia. Todos lamentamos una pérdida de maneras distintas. Tenemos que reconocer que habrá una nueva normalidad y que se necesita tiempo para reajustarnos después de una muerte significativa. Si hace falta apoyo adicional, podemos pedirlo en la escuela de los niños o apoyarnos en un médico o comunidad religiosa. También se puede buscar ayuda con un terapeuta profesional de la salud mental especializado en pérdidas.
A version of this article originally appeared in English.