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Verificado por Psychology Today

Felicidad

La feliz coincidencia entre el estoicismo y el budismo

Estos consejos de felicidad han soportado el paso del tiempo.

Los puntos clave

  • Incluso los primeros humanos buscaron los secretos de la felicidad.
  • Las antiguas tradiciones filosóficas, como el estoicismo y el budismo, ofrecen orientación sobre la verdadera naturaleza de la felicidad.
  • La felicidad proviene de la sabiduría y la aceptación, en lugar de la búsqueda del placer y la evitación del dolor.
  • La contemplación de los lados más oscuros de la vida, ayuda a aclarar nuestros valores y prioridades, lo que resulta en una vida más feliz.
 Antonius Ferret/Pexels
Joy!
Fuente: Antonius Ferret/Pexels

El cerebro humano no está diseñado para experimentar un estado constante de satisfacción. En cambio, está conectado para ayudarnos a sobrevivir. Esto significa necesariamente que tendemos a enfocarnos y recordar experiencias negativas mientras nos alejamos con bastante rapidez de las positivas.

Esta tendencia es muy útil para la supervivencia, pero no tanto para nuestro estado de ánimo. ¿Es de extrañar, entonces, que gran parte de la vida humana se dedique a perseguir el placer y evitar el dolor? De hecho, algunas de las primeras filosofías, religiones y tradiciones registradas documentan el deseo humano de comprender y perseguir la felicidad. Sorprendentemente, gran parte de la sabiduría antigua sobre la felicidad que surgió de China, Grecia e India hace unos 2,500 años es consistente con lo que la ciencia psicológica nos enseña hoy sobre cómo podemos aumentar nuestras experiencias de felicidad y vivir nuestras mejores vidas.

La búsqueda de la felicidad

El estoicismo, una antigua escuela de filosofía griega del siglo III a.C., está haciendo un gran regreso. El estoicismo es digno de una exploración mucho más detallada de la que puedo ofrecer en este artículo, pero me gustaría resaltar algunas de las similitudes entre el budismo y el estoicismo en su enfoque para ayudarnos a alcanzar nuestro mayor potencial y manejar las luchas de la vida con gracia y sabiduría.

A continuación, ofrezco tres lecciones sobre la felicidad compartidas por el estoicismo y el budismo. Las similitudes en estas enseñanzas son extraordinarias, aunque surgieron independientemente en partes muy diferentes del mundo y con varios cientos de años de diferencia. Estas lecciones han resistido la prueba del tiempo y son la base de muchos de los fundamentos filosóficos de los enfoques de terapia cognitivo-conductual.

1. Querer ser felices todo el tiempo nos hace infelices.

En el budismo, se llama ansia o apego: ese deseo persistente de más o de algo diferente de lo que es. Cuando nos esforzamos por la felicidad o el placer constantes, nos apegamos a un sentimiento que es, como todas las cosas, impermanente. Esto lleva a la desilusión y al deseo cuando nuestros sentimientos positivos disminuyen o las circunstancias deseadas cambian. El budismo enseña que tal sufrimiento proviene de nuestra mentalidad y apegos, no de los eventos o circunstancias reales, que simplemente se comportan dentro de las leyes predecibles de la naturaleza.

Los filósofos estoicos también enseñaron que querer más y querer lo que no tenemos es un camino seguro hacia la infelicidad. El estoicismo propone que la felicidad proviene de aprender a querer lo que tenemos en lugar de tener lo que queremos. El filósofo estoico Epicteto dijo: "La riqueza no consiste en tener grandes posesiones, sino en tener pocas necesidades". Este concepto es notablemente simple pero también bastante revolucionario para aquellos de nosotros criados en una sociedad capitalista consumista que implícita y explícitamente da por sentado que más es mejor y que lo que tenemos nunca es suficiente. Sin embargo, el concepto no se limita a las posesiones materiales; funciona igual que nuestro sentido de insatisfacción con los atributos personales, las experiencias de la vida e incluso las molestias menores (por ejemplo, el tráfico).

Aprender a querer lo que ya tenemos está en el corazón de la meditación budista de gratitud. Podemos cultivar fácilmente esta mentalidad con una breve práctica diaria de gratitud. Enumerar tres o cinco cosas por las que estamos agradecidos (antes de acostarnos, al despertar o mientras nos cepillamos los dientes puede ayudar a que este hábito se mantenga) es todo lo que se necesita.

También podemos usar la contemplación o el diario para experimentar la práctica estoica de amor fati. Este es un ejercicio mental de aprender no solo a aceptar, sino a amar lo que la vida nos da, incluida la adversidad. Para probarlo, dedica de 5 a 10 minutos a reflexionar con un diario sobre el paisaje de tu vida y aprecia la forma en que te ha moldeado, enseñado y ayudado a ser resiliente.

2. La sabiduría y la aceptación conducen a la felicidad.

Tanto el budismo como el estoicismo enseñan que la felicidad proviene de enfocarnos en lo que podemos controlar y aceptar lo que no podemos. Y, como se dijo tan elocuentemente en la oración de la serenidad, tener la sabiduría para saber la diferencia.

Para cultivar la sabiduría, tanto los budistas como los estoicos abogan por la observación racional y objetiva del mundo y nuestras experiencias. Esto se puede hacer con atención plena, meditación o cualquier práctica contemplativa que nos permita clasificar y descartar la acumulación de basura mental, distorsiones e historias que se acumulan cada día. Debajo de todo este desorden mental hay una mente sabia que puede discernir qué facetas de la vida merecen nuestra atención (aquellas que podemos cambiar) y cuáles simplemente debemos aceptar (aquellas circunstancias que están fuera de nuestro control).

Una vez que nuestras mentes están claras y sabemos lo que está bajo nuestro control, enfocamos nuestras energías en eso. Esto es práctico (por ejemplo, elegimos cómo pasamos nuestro tiempo, qué comemos, cómo tratamos a los demás, etc.) y psicológicos (por ejemplo, elegimos a qué prestar atención, cómo dar sentido a las cosas que nos suceden, etc.) La más profunda e impactante de todas las elecciones bajo nuestro control es nuestra reacción a la vida. La vida está llena de frustración, dificultades, injusticia y dolor. No tenemos la capacidad de prevenir estas cosas. Nuestro control reside en nuestras actitudes cuando enfrentamos la desgracia. Como Viktor Frankl, autor de El Hombre en Busca de Sentido, dijo: "Le pueden quitar todo a un hombre, excepto una cosa: la última de las libertades humanas: elegir su actitud en cualquier conjunto de circunstancias, elegir el propio camino".

3. Aprende a abrazar la muerte.

El budismo enseña que todas las cosas son impermanentes y que la muerte está inevitablemente ligada a la vida; no es algo que se deba temer o evitar. De hecho, las meditaciones sobre la inevitabilidad de la muerte son una práctica común en casi todas las tradiciones budistas y en muchas prácticas de meditación seculares. Se cree que la contemplación de la muerte y la aceptación de la muerte como una característica intrínseca de la vida reducen la ansiedad sobre la muerte y crean una sensación de samvega, o urgencia espiritual, que nos ayuda a priorizar y aprovechar al máximo el breve tiempo que tenemos en la Tierra.

Memento mori es el término utilizado por los filósofos estoicos para recordarnos que la muerte es inevitable y que nuestra capacidad de tener en cuenta esa verdad nos ayuda a vivir mejor y más plenamente. Ryan, del Daily Stoic, lo expresa maravillosamente en su blog: "El tiempo es lo único que nunca puedes recuperar. Por lo tanto, tienes que gastar tu tiempo sabiamente. Entonces, medita sobre la muerte. Deja que aclare quién quieres ser. Luego, deja que te impulse a tomar las medidas correctas, utilizando cada momento para convertirte en la persona que quieres ser".

Si bien al principio puede parecer deprimente pensar en la muerte, recomiendo intentarlo. Cierra los ojos o toma tu diario y prueba el siguiente ejercicio:

Imagina cómo pasarías el día de hoy si solo te quedara un año de vida. ¿Y si tuvieras solo un mes? ¿Un día? ¿Una hora? Piensa realmente en lo que harías, en lo que dirías y a quién, y en lo que no te molestarías en preocuparte. A la luz de esto, explora:

  • ¿Qué es lo más importante en tu vida? ¿Quién es más importante para ti?
  • ¿Qué no estás haciendo o diciendo que no querrías morir sin la oportunidad de hacer o decir? ¿Qué te detiene?
  • ¿Qué legado esperas dejar? ¿Cómo quieres que te recuerden? ¿Estás viviendo de una manera de lograr eso?
  • ¿Qué extrañarías de tu vida y de este mundo si te hubieras ido?
  • ¿En qué estás perdiendo el tiempo o preocupándote por algo que no es realmente importante?
  • ¿Cómo puedes hacer ajustes en tu vida para vivir alineado con tus prioridades?

Anota los pensamientos, ideas e inspiraciones que surjan durante este ejercicio. ¡Luego toma acción! Y recuerda volver a este ejercicio con frecuencia para ayudarte a mantenerte alineado y crecer en la dirección correcta.

La felicidad está en tus manos.

Estas tres prácticas de felicidad son fáciles de entender, pero requieren consistencia en la implementación para cambiar realmente nuestra mentalidad y aumentar nuestra satisfacción. A menudo, este camino es más fructífero cuando estamos acompañados por un profesional de la salud mental que puede brindar perspectiva, retroalimentación y compasión. Otras veces, podemos hacer un progreso considerable por nuestra cuenta, como con el uso de un diario o prácticas de meditación.

¡Te deseo buena salud, sabiduría y alegría en tu viaje!

A version of this article originally appeared in English.

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Acerca de
Jordan Fiorillo Scotti Ph.D.

La Dra. Jordan Fiorillo Scotti, es una psicóloga de escuela con licencia y aspirante a Bodhichitta que vive en Whitefish, Montana.

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