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Verificado por Psychology Today

Atención

El robo de atención, el crimen original de la tecnología

Desde la fogata hasta la pantalla, se trata de captar nuestra atención.

Art: DALL-E/OpenAI
Fuente: Art: DALL-E/OpenAI

Mientras nos reunimos alrededor del hogar digital, nuestras pantallas parpadean con el último atractivo: tweets, me gusta, contenido en streaming, cada uno diseñado para capturar algo más que nuestra mirada. La tecnología, desde sus inicios, ha sido una ladrona seductora, experta en robar nuestra atención. Este “pecado original” de la tecnología no es sólo una metáfora sino un reflejo de la evolución de nuestra interacción con las herramientas que creamos y utilizamos todos los días.

El primer pecado tecnológico estuvo lejos de ser la manzana del jardín. Fue el resultado de ese fascinante resplandor de llamas que cautivó a nuestros antepasados. El fuego, posiblemente nuestra primera tecnología, fue un foco de atención y un catalizador para el pensamiento, la conversación y la comunidad. Pero con ello llegó la primera distracción, una pérdida de atención del mundo natural y de la inmensidad de las estrellas en el cielo. Quizás fue una desconexión funcional temprana de un grupo social y un abrazo tentador del ego.

Un avance rápido hasta la prensa de Gutenberg, otro salto significativo que democratizó la información, pero también limitó nuestra atención a las páginas encuadernadas entre portadas. Luego vinieron la radio y la televisión, y cada nueva tecnología redujo el mundo al tiempo que ampliaba el ámbito de lo que exigía nuestra atención.

Ingresamos a la era digital, donde el pecado evolucionó. Internet, las redes sociales y los teléfonos inteligentes: cada iteración de la tecnología se volvió más eficiente para captar nuestra atención. La economía de la atención floreció, donde el tiempo se convirtió en moneda de cambio y todas las empresas compitieron por una porción de nuestro ancho de banda cognitivo.

El artículo fundamental “La atención es todo lo que necesitas” sienta las bases para comprender el impacto transformador de los “mecanismos de atención” en el desarrollo de modelos de lenguaje grandes. Destila la esencia de la atención como un filtro dinámico y perspicaz, crucial para navegar por las complejidades del lenguaje.

Al introducir el modelo Transformer, que se basa únicamente en “mecanismos de atención” sin capas recurrentes o convolucionales, revoluciona la forma en que se procesan los datos secuenciales. Este avance allana el camino para que los LLM interpreten y generen textos similares a los humanos, capturando de manera efectiva los matices y el contexto necesarios para una comunicación sofisticada. El artículo no sólo identifica la atención como un componente de la arquitectura de la IA; lo destaca como el eje de la emulación cognitiva en las máquinas, una clave para desbloquear niveles sin precedentes de comprensión e interacción en los sistemas de IA.

Pero ya no es sólo nuestra atención la que está en juego. A medida que avanza la IA, el concepto de atención se bifurca. Está la atención humana, falible y finita, y luego está la atención de la IA: vasta, escalable y cada vez más sofisticada. El campo de batalla de la atención ahora va más allá de la psique humana y llega al ámbito de la computación cognitiva.

La historia del pecado original de la tecnología aún está desarrollándose. Con la IA, no somos sólo receptores pasivos del atractivo de la tecnología; Somos cocreadores, dotamos a las máquinas de la capacidad de comprender y predecir lo que nos captura. Es una danza de atención entre lo creado y el creador.

El papel de la IA es a la vez salvador y conspirador. Puede rescatarnos de la sobrecarga, examinando el ruido para encontrar señales relevantes a nuestras necesidades y deseos. Sin embargo, también puede atraparnos aún más, creando cebos de contenido digital cada vez más irresistibles. El robo de atención se ha vuelto sofisticado, personalizado e insidiosamente entretejido en el tejido de nuestra vida diaria.

El fuego que una vez reunió a nuestros antepasados se ha transformado en el brillo pixelado de nuestros dispositivos, y las estrellas en las que alguna vez reflexionamos son ahora las constelaciones de datos por las que navegamos. Al final, el mayor desafío al que nos enfrentamos puede que no sea gestionar la tecnología en sí, sino gestionar hacia dónde lleva nuestra mirada y hacia qué abre nuestra mente.

A version of this article originally appeared in English.

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Acerca de
John Nosta

John Nosta es un evangelizador de la salud digital y fundador de Nostalab.

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