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Verificado por Psychology Today

Resiliencia

El complejo perfil de la resiliencia

La investigación revela los varios factores que contribuyen a la resiliencia

Los puntos clave

  • La alta resiliencia se asocia con baja ansiedad y mayor atención plena. 
  • Las estructuras cerebrales involucradas en la regulación emocional pueden contribuir a una mayor resiliencia. 
  • Un microbioma intestinal saludable podría contribuir a mejorar la salud mental. 
Guillaume de Germain/Unsplash
Source: Guillaume de Germain/Unsplash

La creciente crisis mundial de salud mental ha impulsado el desarrollo de nuevos métodos y estrategias de tratamiento. Los científicos han comenzado a investigar los factores fisiológicos que contribuyen al bienestar emocional, con el objetivo de equipar a los médicos con un conjunto integral de enfoques para tratar afecciones psicológicas y educar al público en general sobre cómo tomar decisiones más saludables para cuidar su salud mental. El tema de la resiliencia es de reciente interés en la investigación sobre salud mental, que es la capacidad de hacer frente a situaciones adversas y abordar los desafíos de manera productiva.

El eje intestino-cerebro se ha convertido en un tema de creciente exploración a medida que los científicos apuntan a comprender cómo los cambios en el intestino pueden afectar el funcionamiento neurológico y psicológico del cerebro. La investigación ha demostrado que la microbiota intestinal puede afectar la estructura y función del cerebro1 y esa resiliencia se ve afectada por la distribución de la materia blanca en las estructuras involucradas en la cognición social. Sin embargo, ha habido menos investigación en torno al perfil biológico de la resiliencia, que abarca todos los aspectos de la salud, por lo que Eric An, de la Facultad de Medicina David Geffen, y su equipo multiinstitucional dirigieron un estudio para comprender cómo la estructura del cerebro y el microbioma intestinal contribuyen a la salud mental y la resiliencia.

Su estudio transversal involucró a 116 pacientes sanos de Los Ángeles, 71 de los cuales se identificaron como mujeres. Los investigadores utilizaron una resonancia magnética multimodal para obtener imágenes de los cerebros de los participantes, recolectaron muestras de heces y recopilaron información dietética a través de encuestas. Las muestras de heces se utilizaron para detectar ADN, ARN y metabolitos y comprender la composición única del microbioma intestinal de cada paciente. La resiliencia se midió a través de la Escala de Resiliencia de Connor-Davidson (CD-RISC) y el equipo utilizó varios cuestionarios para medir la ansiedad, la personalidad, la atención plena y otros factores psicológicos.

CDC/Unsplash
Source: CDC/Unsplash

Compararon factores clínicos entre individuos que recibieron una puntuación de alta resiliencia (HR por sus siglas en inglés) versus baja resiliencia (LR por sus siglas en inglés). En primer lugar, encontraron que el grupo de recursos humanos tendía a tener puntuaciones más bajas de ansiedad y neuroticismo y niveles más altos de atención plena en comparación con el grupo LR. Además, encontraron que el grupo de recursos humanos tenía un volumen de materia gris y un área de superficie reducidos del giro subcaloso (SbCG por sus siglas en inglés), lo que se correlacionaba con una mayor resiliencia. En los individuos del grupo de HR, también encontraron una mayor frecuencia de vías que mejoran la adaptación de las bacterias intestinales en condiciones desfavorables, lo que permite una mejor eliminación de elementos tóxicos, un ajuste más rápido a las fluctuaciones del pH y una mejor utilización de nutrientes. Los individuos con mayor resiliencia también tuvieron una mayor frecuencia de vías involucradas en la respuesta antiinflamatoria, manteniendo la integridad de la barrera intestinal. Además, encontraron un aumento de metabolitos intestinales importantes, como el N-acetilglutamato y la dimetilglicina, en pacientes con alta resiliencia.

En resumen, su estudio encontró que las personas con alta resiliencia están influenciadas por múltiples factores contribuyentes. En primer lugar, estos individuos muestran rasgos psicológicos que contribuyen al bienestar mental, incluidos niveles más bajos de ansiedad y mayor atención plena. Además, las estructuras cerebrales involucradas en la regulación emocional, como el SbCG, parecen desempeñar un papel clave en la resiliencia de estos individuos. Además, la composición genética del microbioma intestinal son cruciales en la capacidad del intestino para adaptarse al estrés y las condiciones adversas.

Los estudios futuros pueden basarse en esta investigación de múltiples maneras. En primer lugar, el estudio se realizó exclusivamente en individuos sanos y esta investigación se beneficiaría de recopilar datos de pacientes a los que se les haya diagnosticado un trastorno psiquiátrico para comprender mejor cómo se puede aplicar esta investigación a la atención psiquiátrica. Además, futuros estudios podrían profundizar en el papel del nervio vago para facilitar esta respuesta, ya que este nervio ha estado implicado en el eje intestino-cerebro. Sin embargo, este estudio ofrece una visión prometedora del desarrollo multifacético de la resiliencia, lo que subraya la importancia de explorar tanto el microbioma intestinal como las estructuras cerebrales para comprender mejor qué contribuye a la capacidad de una persona para demostrar resiliencia.

A version of this article originally appeared in English.

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Acerca de
Suhanee Mitragotri

Suhanee Mitragotri es estudiante de Harvard en Neurociencia y con enfoque en Salud Global y Políticas de Salud. Aspira a ser médica en salud comunitaria ayudando a hacer cambios en política de salud.

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