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Verificado por Psychology Today

Laura Berger and Glen Tibaldeo
Laura Berger and Glen Tibaldeo
Carrera

Controla el ego de oficina: balancea la ambición y humildad

Descubre estrategias para un éxito equilibrado.

En la intrincada danza de la vida profesional, el ego puede ser a la vez un aliado útil y un enemigo formidable. Una dosis saludable de ego puede brindar confianza e impulso, permitiendo a las personas afirmarse y perseguir sus objetivos con vigor. Sin embargo, si se deja que se vuelva salvaje, se transformará en un saboteador, generando arrogancia, sofocando la colaboración y enturbiando los canales de comunicación. Navegar por este delicado equilibrio requiere una profunda apreciación del papel matizado del ego, encaminándose hacia una cultura donde la humildad y la colaboración ocupan un lugar central.

Las ventajas del ego en el trabajo

El ego, como un motor de fuego, alimenta el impulso de ambición y logro, impulsando a las personas a alcanzar las estrellas en sus actividades profesionales. Con un toque de seguridad en uno mismo, potencia los riesgos audaces, el aprovechamiento de oportunidades y una presencia audaz en los ámbitos competitivos. Esa confianza actúa como un faro, ganándose la confianza y la admiración tanto de pares como de líderes.

Además, el ego es el navegador implacable que guía a los individuos hacia la mejora continua y la innovación audaz. Los impulsa más allá de los acogedores confines de sus zonas de confort, instándolos a alcanzar objetivos audaces. En un mundo donde reinan la adaptación y la innovación, el ego se convierte en el combustible indispensable que impulsa el progreso y desencadena un cambio transformador.

Los peligros del ego desenfrenado

Sin embargo, cuando se permite que el ego corra desenfrenado, puede generar arrogancia y privilegios, lo que lleva a los individuos a sobreestimar sus capacidades y minimizar las contribuciones de los demás. Esto puede crear un ambiente de trabajo tóxico caracterizado por luchas internas, resentimiento y falta de colaboración.

Una de las formas más insidiosas en las que el ego se manifiesta en el lugar de trabajo es a través de la renuencia a buscar ayuda o admitir vulnerabilidad. La creencia de que uno debe proyectar una imagen de invencibilidad puede impedir que las personas reconozcan sus limitaciones y busquen apoyo en los demás, lo que en última instancia obstaculiza su crecimiento personal e impide el progreso de su equipo.

Además, un ego desenfrenado puede fomentar una sensación de complacencia y resistencia a la retroalimentación, impidiendo que las personas reconozcan sus áreas de mejora y sofocando su desarrollo profesional. En un panorama en rápida evolución donde la adaptabilidad y el aprendizaje continuo son primordiales, esto puede significar un desastre tanto para las personas como para las organizaciones.

Navega sabiamente la influencia de tu ego; descubre cómo aprovecharlo mientras dominas el arte de la humildad a través de estos enfoques estratégicos:

Abraza la regla de comunicación 70/30

Resiste la tentación de monopolizar las discusiones con tus propias opiniones y logros, y deja espacio para que otros compartan sus perspectivas y puntos de vista. Practica la humildad dedicando el 70% de la conversación a escuchar y reservando el 30% para contribuciones reflexivas y concisas. Esto garantiza que les des a los demás el espacio para expresarse plenamente y que te comprometas plenamente a comprender su perspectiva antes de ofrecer tus propios conocimientos.

Apertura ante las sugerencias

Agradece las sugerencias como una oportunidad de crecimiento y superación personal, resistiendo la tentación de descartar o desviar las críticas. Utiliza las sugerencias de otras personas como herramienta de autorreflexión y aprendizaje, reconociendo que el crecimiento es esencial para el desarrollo personal y profesional. Reconoce tus limitaciones y áreas de mejora, y no dudes en pedir ayuda u orientación a otros cuando sea necesario. Reconoce que buscar ayuda es una señal de fortaleza, no de debilidad, y que la colaboración es esencial para el éxito en el lugar de trabajo.

Cultiva la autoconciencia y la humildad

Reflexiona sobre tus pensamientos, emociones y comportamientos, y sé consciente de cómo tu ego puede influir en tus acciones. Esfuérzate por mantener una actitud humilde hacia ti y hacia los demás, reconociendo que todos tenemos fortalezas y debilidades.

Consejo de atención plena: una práctica muy valorada entre mis clientes es la técnica 4-4-4, también conocida como respiración de caja. Cuando sientas que te detonas y que tu ego toma el control, simplemente inhala mientras cuentas hasta cuatro, sostén durante cuatro segundos y exhale durante otros cuatro. Repite este proceso varias veces para calmar tu sistema nervioso y recuperar la claridad de pensamiento, lo que te permitirá actuar con intención.

Reconoce las contribuciones de otros

Si te molesta que tu jefe no te reconozca, puedes sentir la tentación de demostrar el mismo comportamiento a tu equipo. Recuerda, ese deseo está impulsado por el ego. Reconoce que las relaciones sólidas se forman expresando aprecio y reconociendo a las personas en lugar de permanecer en silencio. Sé el cambio. Fomenta una cultura de reconocimiento y respeto mutuo dentro del lugar de trabajo celebrando los logros de individuos y equipos por igual.

Si bien el ego puede ser un poderoso motivador y facilitador del éxito en el lugar de trabajo, debe moderarse con humildad y autoconciencia para garantizar que siga siendo una fuerza constructiva. Al reconocer los beneficios del ego cuando se canaliza adecuadamente e implementar estrategias para frenar su influencia, las personas pueden fomentar una cultura de colaboración, innovación y respeto mutuo, lo que en última instancia conduce a una mayor realización personal y profesional.

A version of this article originally appeared in English.

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