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Verificado por Psychology Today

Duelo

Cómo es el duelo por un padre emocionalmente lejano

Sanando la relación que nunca tuviste.

A menudo pensamos en el dolor como una línea recta. El dolor es, de hecho, más una espiral, que nos recorre continuamente a través de una miríada de emociones. Es importante reconocer que ninguna experiencia de duelo de una persona es la misma que la de otra, en particular si nos encontramos en duelo por un padre emocionalmente distanciado.

Los padres emocionalmente distanciados

El alejamiento emocional de un padre o cuidador tiene muchos puntos de partida diferentes, que van desde un apego deficiente, en el lado del desarrollo, hasta el mal comportamiento, en el lado social, o una combinación de ambos. Independientemente de la génesis, el resultado para el niño suele ser el mismo: desconexión psicosocial y una sensación de rechazo, que a menudo conduce al resentimiento y la animosidad. Cuando las condiciones son lo suficientemente maduras, esta sensibilidad puede incluso evolucionar hacia un sentimiento de odio.

Centrarse en un apego deficiente, especialmente cuando está relacionado con un mal comportamiento continuo, el duelo por un padre emocionalmente distanciado puede ser más reactivo que situacional. Por lo general, esperamos que el dolor sea momentáneo y momentáneo: una colina que escalamos y "superamos". Por el contrario, cuando enfrentamos el dolor relacionado con un padre emocionalmente separado, es más frecuente que estemos en duelo por la relación que nuestro yo más joven nunca tuvo, en lugar de afligir al padre real.

Relación perdida

El apego es una dinámica compleja que es mejor dejar para una discusión más integral, pero la conclusión es que describe la relación recíproca que desarrollamos con nuestro padre o cuidador principal cuando somos bebés y niños pequeños. Básicamente, nos establece un conjunto de expectativas, suposiciones e ideas sobre cómo funciona el mundo, la génesis de nuestra cosmovisión, que llevamos adelante con nosotros, no solo en nuestra relación con nuestros padres, sino con las personas, los lugares y cosas que encontramos a lo largo de nuestras vidas.

Cuando esta dinámica de apego inicial está de alguna manera distorsionada o incompleta, a menudo presagia una separación de los padres que, para el niño, resulta en un distanciamiento emocional. Es importante reconocer la noción de que la relación nunca fue genuinamente completa desde la perspectiva del duelo posterior, ya que el individuo termina sufriendo algo que nunca tuvo, en lugar de alguien que perdió.

Buscar arreglar lo que está roto

Para aquellos que han experimentado una dinámica de apego incompleta, o incluso rota, se desarrolla un impulso para reparar la ruptura. Como resultado, a menudo elegimos relaciones sociales y emocionales que imitan la relación principal con los padres en un esfuerzo inconsciente por repararla. La paradoja aquí es que la relación secundaria tiende a reforzar el quebrantamiento, en lugar de proporcionar una plataforma para reparar la dinámica original, dejando a la persona una vez más, y repetidamente, varada en un paisaje emocional estéril.

El duelo por un padre emocionalmente alejado puede hacer que esta paradoja se enfoque, particularmente a la luz del ensayo, la rumia y el recuerdo que acompañan a cualquier experiencia de duelo. Esto a menudo pone de relieve la génesis original de la dinámica y, por asociación, el reconocimiento de que el duelo del padre emocionalmente distanciado no se trata del padre, sino de la falta de una relación y apego genuinos y originales.

El duelo como crecimiento interior

Claramente, la relación social con el padre emocionalmente distanciado no se puede resolver en la práctica porque ya no está allí. Sin una presencia tangible, la disfunción social permanece. Por otro lado, la resolución puede llegar cuando el enfoque cambia de afligir al padre perdido a afligirse por la falta de una relación original. Este cambio de perspectiva nos aleja de la herida original del apego distorsionado y hacia una reconciliación con nuestro propio paisaje interior.

A medida que atravesamos este aspecto de nuestro dolor, podemos abordar mejor el apego a nosotros mismos. Frente al distanciamiento emocional, nos enfrentamos a déficits impuestos en la autoestima y la valoración social. Al reconciliar nuestro dolor con la relación que nunca tuvimos, podemos comenzar a sanar la relación que tenemos con nosotros mismos.
© 2021 Michael J. Formica, todos los derechos reservados

A version of this article originally appeared in English.

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Acerca de
Michael J. Formica EdM, NCC, LPC

Mtro. Prof. Michael J. Formica, es psicoterapeuta, docente y escrito. Ha sido iniciado en el linaje Shankya Yoga de S.S. Sri Swami Rama y los Maestros del Himalaya.

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