Perdón
12 indicadores de que la relación con nuestros padres es tóxica
A veces resulta aterrador ver a nuestros padres. Estos son algunos consejos para manejarlos.
25 de marzo de 2020 Revisado por Kaja Perina
Las relaciones tóxicas incluyen nuestras relaciones con padres tóxicos. Típicamente no tratan a sus hijos con respeto como individuos. No se comprometen, toman responsabilidad por su comportamiento o se disculpan. Con frecuencia estos padres padecen de un desorden mental o una adicción seria. Todos vivimos las consecuencias de malas habilidades de paternidad o maternidad. Sin embargo, si nuestra infancia fue traumática, cargaremos con las heridas de un hogar abusivo o disfuncional. Cuando no han sanado las heridas, los padres tóxicos pueden volvernos a lastimar en maneras que hacen que el crecimiento y la recuperación se vuelvan difíciles. Cuando crecemos con padres disfuncionales, puede que no los reconozcamos como tales. La situación se siente como familiar y normal. Incluso puede que estemos en negación y no nos demos cuenta de que se ha abusado de nosotros emocionalmente, particularmente si nuestras necesidades materiales sí se satisfacían.
Comportamiento tóxico
Estas son algunas preguntas que debemos hacernos sobre el comportamiento de nuestros padres. Si estas conductas son crónicas y persistentes, pueden ser tóxicas para nuestro autoestima.
- ¿Tienden a sobrereaccionar o causar una escena?
- ¿Usan chantaje emocional?
- ¿Hacen solicitudes frecuentes o poco razonables?
- ¿Me controlan? ("Se hace a mi modo o no se hace")
- ¿Critican o comparan?
- ¿Me escuchan con interés?
- ¿Manipulan, usan la culpa o se hacen la víctima?
- ¿Me culpan o atacan?
- ¿Se responsabilizan y disculpan?
- ¿Respetan mis límites físicos y emocionales?
- ¿Hacen menos mis sentimientos y necesidades?
- ¿Me envidian o compiten conmigo?
Desapegarse de padres tóxicos
El desapego es un concepto emocional y no tiene nada que ver con cercanía física. Significa no reaccionar, no tomarse las cosas personalmente y no sentirse responsables de las necesidades, deseos y sentimientos de alguien más. Nuestros padres conocen todos nuestros puntos sensibles perfectamente. Eso es porque ellos los hicieron sensibles. Es más fácil evitar reaccionar a nuestros padres que a nuestros amigos o parejas, con quienes nos sentimos en la misma jerarquía. Incluso si nos mudamos tan lejos como sea posible, todavía podríamos tener reacciones emocionales y encontrar dificultades para desapegarnos.
Ser asertivos, poner límites
A veces, es imposible aferrarnos a comportamientos saludables cuando estamos alrededor de nuestros padres. Aprendimos a poner límites en nuestra familia. Si no seguimos la corriente, nuestra familia, especialmente nuestros padres tienen la tendencia de ponernos a prueba. Puede que tengamos problemas poniéndole nuevos límites a nuestros padres. Tal vez tenemos una mamá que llama todos los días o un hermano que quiere que le prestemos dinero o está abusando de las drogas. En su confusión, puede que nos ataquen o culpen de nuestros nuevos límites a nuestra pareja o terapeuta.
Las relaciones con padres tóxicos pueden ser difíciles de abandonar. Puede que necesitemos distanciarnos de nuestros padres para crear esos límites que no podemos crear verbalmente. Algunas personas se alejan de sus familias por esa razón o debido a enojos sin resolver y resentimientos de la infancia. Puede que sea necesario cortar por completo de ambientes abusivos. Sin embargo, aunque reduce la tensión emocional, los problemas subyacentes permanecen y pueden afectar todas nuestras relaciones. Muchos terapeutas familiares sugieren que la manera ideal de hacernos independientes de nuestras familias es trabajar en nosotros mismos con terapia y luego visitar a nuestros padres y practicar lo que hemos aprendido. Es mucho mejor para nuestro crecimiento aprender a responder a los abusos. Yo he sido testigo de clientes que se sienten incómodos regresando a casa para hacer esto. Gradualmente, pasaron de quedarse a regañadientes en casa de sus padres durante sus visitas a estar cómodos rechazando invitaciones para volver a casa, a quedarse en un hotel o con amigos sin culpas. Algunos eventualmente pudieron quedarse con sus padres y disfrutarlo.
Al visitar, hay que prestarle atención a reglas tácitas y a los patrones de comunicación y límites. Es importante intentar comportarnos de manera distinta al papel que teníamos al crecer. Prestar atención a los hábitos y defensas que usamos para manejar la ansiedad. Preguntarnos a nosotros mismos, "¿A qué le tengo miedo?" Recordar que aunque puede que nos sintamos como niños con nuestros padres, no somos niños ya. Ahora somos adultos poderosos. Podemos irnos, a diferencia de cuando éramos niños.
Cuando hay adicciones o abusos activos, es importante considerar qué límites son necesarios para sentirnos cómodos. Debemos conocer hasta dónde estamos dispuestos a llegar. ¿Es una visita de un día o una hora o una llamada telefónica breve? Algunos adultos hijos de padres adictos se niegan a hablar por teléfono o estar alrededor de sus padres cuando están tomando o drogándose. Puede que sus hermanos presionen para que rescaten a un padre así o puede existir una tentación propia por hacerlo. En situaciones familiares difíciles, ayuda hablar con un terapeuta u otras personas en recuperación de codependencia.
Algunas verdades sobre tener padres tóxicos
Sanar una relación empieza con uno mismo, con nuestros sentimientos y actitudes. A veces, trabajar en uno mismo es todo lo que hace falta. Eso no implica que nuestros padres puedan cambiar, pero nosotros sí. A veces es necesario el perdón o al menos una conversación. Aquí hay algunas cosas sobre las que pensar cuando se trata de la familia:
- Nuestros padres no tienen que sanar para que nosotros mejoremos.
- Alejarnos por completo no nos sanará.
- No somos nuestros padres.
- Tampoco somos las cosas abusivas que dicen de nosotros.
- No tenemos que ser como nuestros padres, pero podemos seguirlos amando y compartir un lazo con ellos.
- Una adicción o abuso por parte de un padre tiene la capacidad de alterarnos. Debemos poner límites y practicar desengancharnos.
- No podemos cambiar o rescatar a miembros de nuestra familia.
- La indiferencia, no el odio o el enojo, es lo opuesto al amor.
- Odiar a alguien interfiere con amarnos a nosotros mismos.
- Los enojos y resentimientos sin resolver nos lastiman.
©Darlene Lancer 2018. Adaptado de Lancer, D., Codependencia para tontos, segunda edición (2014), Wiley & Sons Publishers
A version of this article originally appeared in English.