Una prueba para medir tu honestidad

Source: Character Lab, utilizada con permiso

Cuando era joven, mi papá encontró una billetera perdida con una gran suma de dinero en efectivo adentro.

“¿Qué hiciste?” Le pregunté.

“Busqué a su dueño durante bastante tiempo. Pero no había nadie a la vista. Así que lo llevé a Objetos Perdidos”.

“Pero tal vez la gente de Objetos Perdidos tomó el dinero”, señalé. “Tal vez si te hubieras quedado con el dinero en lugar de devolver la billetera, podrías haber hecho algo bueno con él”.

Estaba en la escuela primaria cuando mi papá me contó esta historia, pero yo ya sabía lo fácil que era decir una pequeña mentira para salir del paso. Sabía que una vez me colé en el bolso de mi madre y robé un billete sin permiso. Y sabía lo fácil que era encontrar explicaciones de por qué, solo esta vez, estaba bien no decir la verdad.

“Bueno, tal vez sí”, respondió mi padre. “Pero no yo. Sabía que estaba haciendo lo correcto”.

¿Alguna vez te has preguntado cuántas personas, como mi papá, devolverían una billetera perdida?

Para responder a esa pregunta, los científicos idearon una inteligente prueba de honestidad. Reunieron más de 17,000 billeteras de plástico transparente idénticas que contenían una tarjeta de presentación y diferentes cantidades de efectivo, luego pidieron a los miembros de su equipo de investigación en 40 países que las devolvieran a la recepción de hoteles, oficinas de correos y otros lugares públicos, explicando cada vez que “alguien debe haberlo perdido. Tengo prisa y tengo que irme. ¿Puedes encargarte por favor?”

Si las personas son honestas, razonaron los investigadores, se tomarían la molestia de comunicarse con la dirección de correo electrónico en la tarjeta de presentación.

Lo que los científicos aprendieron es que tanto dentro como entre países, hay mucha variabilidad en la honestidad. Pero, en general, cuanto más dinero había en la billetera, más probable era que lo devolvieran, lo que sugiere que, como mi papá, muchas personas están motivadas para hacer lo correcto.

Hasta el día de hoy, recuerdo lo mal que me sentí al saber que le había robado a mi madre. Tan horrible, de hecho, que unos días después, me colé en su bolso por segunda vez para volver a guardarlo.

No asumas que los niños crecen para ser honestos sin modelos a seguir positivos. Pero tampoco finjas que nunca has dicho una mentira.

Habla de honestidad. Cuenta historias que demuestren que sabes lo difícil que puede ser decir la verdad. Muestra a tus hijos que tú también estás aprendiendo a hacer lo correcto.