Skip to main content

Verificado por Psychology Today

Miedo

¿Siempre te sientes observado?

Algunos de nosotros fuimos demasiado observados, con demasiada intensidad, cuando éramos jóvenes.

Durante el día y la noche, ¿tienes la sensación de que te están espiando? ¿Observando? ¿Vigilando? ¿Por ojos invisibles? ¿Sientes que cada movimiento es supervisado como los de las modelos de pasarela, actores, cautivos y presos: una mirada devoradora que está esperando...qué?

¿Te sientes observado mientras te enfrentas a retos, como dar recitales o hacer exámenes, y también durante condiciones plausiblemente casuales como comer, leer, vestirte, manejar?

¿Sientes que te observan en público, como si cada banqueta fuera un escenario? ¿También en privado, incluso en tus momentos más íntimos, como su las paredes tuvieran ojos?

¿Sí? Yo también.

Anneli Rufus
Fuente: Anneli Rufus

Un diario psiquiátrico de 1906 fue el primero en usar el término socopofobia para describir la "vergüenza mórbida" y el "terror mórbido de ser visto". Una persona socopofóbica típicamente "se cubre la cara con sus manos" y "alejará visitantes y escapará de tu vista cuando sea posible."

Ok. Expandamos el miedo a ser vistos por aquellos que vemos para incluir un temor aún más irracional de que siempre podemos ser vistos, en todas partes, incluso estando solos.

Para algunos de nosotros este temor es el resultado de haber sido demasiado observados, con demasiado interés, cuando éramos jóvenes.

No era solo la extrañeza de ser observados, sino las razones por las que nos observaban:

Nos hacían creer que, sin ser observados, nos avergonzaríamos a nosotros mismos, a ellos, cometeríamos un error o moriríamos.

Decían que el segundo que saliéramos de su vista mojaríamos nuestros pantalones, tendríamos ataques o robaríamos.

Dijeron que podrían ver a través de las paredes y directo dentro de nuestras mentes.

Nos observaban bañarnos y dormir. De alguna manera renunciamos a nuestro derecho a la privacidad.

Espera. ¿Subiste de peso? ¿Eso es un barro o un parásito mortal?

A veces nos observaban solos. A veces nos ponían en un aparador.

¿Ves qué bonito es su cabello? ¿Debería jugar con eso? ¡Enséñale a todos tu baile! ¡Doctor, examínela!

Tal vez nuestros observadores tenían buenas intenciones. Tal vez no. Odiábamos ser el centro de atención, la mascota, el payaso, un sospechoso, un espécimen.

Debido a la sobreexposición, algunos de nosotros nos escondíamos debajo de ropas demasiado grandes, rostros sin expresión, mentes bloqueadas. Algunos de nosotros nos ocultábamos en rituales y químicos.

Algunos de nosotros perdimos toda la fe en el subterfugio y vivimos como en zoológicos, perpetuamente desnudos y temerosos.

Y algunos de nosotros permanecemos así, enfrentándonos por siempre a microscopios y telescopios y lupas imaginarias sostenidos por observadores incansables reales o teóricos. Atrapados en esta fantasía, caminamos y hablamos como si estuviéramos en una película. Nos ocultamos de superficies brillantes, asumiendo que son espejos de dos vías. Corremos por calles y pasillos como su hubieran reflectores persiguiéndonos.

Anneli Rufus
Fuente: Anneli Rufus

Nos sentamos y paramos con dificultades, como muñecas esperando a ser levantadas y recolocadas. Cada saludo se siente como una entrevista. Vamos de puntitas a todas partes, como invasores.

Constantemente nos interrogamos: ¿Debería sonreír? ¿Cómo podría vestir sombreros? ¿Esto es una burla? ¿Un pecado?

Pero espera. No somos tontos raros sino sobrevivientes de la vigilancia. Nuestros observadores eran ladrones invadiendo nuestro hogar que entraron en nuestras instalaciones y robaron nuestra privacidad, convirtiendo una observación inocente en un trauma. El juego de espiar se convirtió en estrés postraumático.

Al observarnos demasiado, nos hicieron creer incluso hasta ahora que nuestras palabras, pensamientos y acciones no son realmente propias, que siguen sin ser dignos, siguen sin concluirse hasta que los vean, midan y califiquen espectadores reales o espectrales.

Debemos recordarnos un millón de veces hasta que se nos grabe: Nadie me está observando. Nadie además de amigos, mascotas o transeúntes reales. Esos otros ojos ahí afuera tienen cosas mucho más interesantes que ver.

A version of this article originally appeared in English.

publicidad
Acerca de
S. Rufus

S. Rufus escribe bajo el nombre de Anneli Rufus, autora de libros como Party of One y Stuck.

Online:
Twitter
Más de S. Rufus
Más de Psychology Today
Más de S. Rufus
Más de Psychology Today